Alfonso Armada vivió la Guerra de Bosnia en primera persona como corresponsal de El País… Ahora explica su experiencia en su diario «Sarajevo».
Cualquiera que haya nacido en la década de los 80 no podrá borrar jamás de su memoria las imágenes de gente caminando entre los derribos de lo que antes llamaron casa, de militares armados paseando entre niños y de una ciudad que siempre parecía estar teñida de gris que los telediarios transmitían durante la Guerra de los Balcanes. Tras la Segunda Guerra Mundial, por algunos instantes alguien se ilusionó con que la sed de poder y de barbarie humana había sido calmada por los horrores vividos, pero el sangriento conflicto en el que la ciudad de Sarajevo se vio sumida por completo rompió toda esperanza.
Sin embargo, no todos nos conformamos con intentar comprender lo que a miles de kilómetros de nosotros estaba sucediendo a través de una pantalla: hay quien estuvo allí, entre las bombas y la muerte, entre la dignidad pisoteada y la sorprendente capacidad de resistencia de los seres humanos. Alfonso Armada, enviado especial de El País, fue uno de ellos. «Sarajevo«, editado ahora por Malpaso, recoge sin embargo mucho más que la mera crónica periodística de Armada para el periódico por cual estaba contratado: además de realizar la crónica del conflicto, el periodista se impuso como tarea personal un diario que tenía que ayudarle a no olvidar lo vivido y que otorga a las páginas de este volumen la particularidad especial de ser más que una simple tarea de información.
La memoria y la lectura jamás son inocentes, siempre hay una intención -más o menos inconsciente- al recordar según que cosas y de qué manera. «Sarajevo» es por lo tanto un relato que, mediante un estilo preciso pero cargado de lirismo, nos muestra de primera mano los horrores vividos en los cuatro años que Alfonso Armada pasó en Sarajevo en unos acontecimientos que dejaron una huella imborrable no solo en la ciudad, sino también en él mismo.