Las cosas son así: a partir de ahora, cuando salgas de fiesta por la noche vas a querer vestir como esta nueva colección de Alessandro Michele para Gucci.
Es tan fácil criticar al Gucci de Alessandro Michele. Al fin y al cabo, es demasiado fácil criticar cualquier propuesta cuyo corazón sea el exceso y la intención de llevar hasta las máximas consecuencias un estilo que quiere hacer de lo feo algo bello a base de derribar los muros de contención de lo que durante demasiados años se ha considerado el «buen gusto» dentro del mundo de la moda. Su lucha particular es coger el glamour de las eras pasadas y traerlo al presente de tal forma que no puede encorsetársele con el término «vintage» porque… ¿Dónde has visto tú un vintage que sea tan absolutamente moderno como el de Michele?
Pero volvamos al principio: es tan fácil criticar al Gucci de Alessandro Michele… Y, a tenor de su colección para la próxima temporada de primavera / verano 2019 presentada en la Paris Fashion Week, ya hay quien ha lanzado una pregunta al vuelo: ¿empieza a mostrar símbolos de desgaste la fórmula de este diseñador? Puede que, a primera vista, esta nueva colección sea menos chocante que la que hace unos meses nos impactó con los modelos desfilando con reproducciones de sus propias cabezas bajo el brazo. Pero escamotearle relevancia a esta colección por falta de un impacto sci-fi como aquel es demostrar una ceguera muy preocupante.
Y es que, en esta ocasión, la intención de Michele ha sido tan ambiciosa como redefinir la estética de la fiesta nocturna para los próximos tiempos. Que no te despisten los titulares que hablan de la canción que se marcó Jane Birkin en riguroso directo o del esquizofrénico corto de autor (obra de los italianos Leo de Berardinis y Perla Peragallo) que abrió la pasarela… No te quedes ahí. Quédate, de hecho, en las fotos realizadas a algunos de los modelos en las puertas del lugar elegido para presentar esta colección: Le Palace de París. Uno de los clubs nocturnos que definió la fiesta en la capital parisina en las décadas de los 70 y los 80.
Evidentemente, la elección del espacio no fue para nada gratuita, y puede observarse cómo en el imaginario habitual de Michele para Gucci se filtran nuevos aires de fiesta noctámbula (las gafas de sol gigantescas y las sneakers, a la vez tan justificables en pleno año 2018 incluso para una marca como esta) e incluso de sex club para la clase alta (los chaps y los jockstraps, por ejemplo). Destaca también la necesidad del impacto visual para destacar entre la multitud, algo difícil con el matchy missmatchy habitual en Alessandro Michele y que aquí contrasta con fascinantes vestidos que en los volúmenes recuerdan a Comme des Garçons y en el uso del color a Delpozo. Y subyuga, como siempre, la capacidad del diseñador para lanzar ideas estéticas desafiantes pero estimulantes como la supremacía de los flecos y las plumas, la conjunción imposible de estampados, la redefinición de la sastrería tradicional y la apuesta cada vez más profunda por un agender que no mezcle géneros, sino que no entienda de ellos.
¿Es lícito, entonces, afirmar que Michele está agotando su estrella en Gucci? ¿Es justificable criticar al Gucci de Michele una y otra vez? Como siempre, a un lado quedarán los que gasten energías en todo eso… Y al otro quedarán los que (como nosotros) prefieran gastar esas energías en renovar su armario para las noches fiesteras que están por venir siguiendo las pistas de la nueva colección de Gucci. [Más información en la web de Gucci]