En el tramo final de 2014, Limbo Starr anunciaba que Alborotador Gomasio se incorporaban a su nutrido roster. Una noticia que no sorprendía en absoluto, sino que resultaba hasta lógica y natural: el hogar discográfico en el pasado y el presente de nombres de relumbrón de la escena alternativa patria (Tachenko, Ornamento y Delito, Franc3s o Reina Republicana) y extranjera (los argentinos Él Mató a un Policía Motorizado) debía acoger en su seno, de una u otra manera, a una de las bandas más excitantes del underground madrileño contemporáneo. Esta unión profesional y artística se interpretó en su momento como un paso decisivo en la carrera del quinteto que tenía que situarlo definitivamente junto a la plana mayor de nuestra nación independiente después de haber entregado un disco de debut, “Más Humillante que Doloroso” (Discos de Paseo, 2013), efervescente y repleto de sabroso noise-pop. Un auténtico caramelo sonoro que evidenciaba que Alborotador Gomasio eran una promesa sólida a punto de estallar (en el mejor sentido del verbo).
Algo que no ha tardado demasiado en suceder (menos de dos años) gracias a este “Los Excesos de los Niños” (Limbo Starr, 2015), producido otra vez por el infalible Sergio Pérez (Svper) y que refuerza los puntos de partida estilísticos que Alborotador Gomasio presentaron en su largo de debut: pop ruidoso, ultra-melódico, poderoso y con reminiscencias a referentes españoles (más y menos sorprendentes) y foráneos de los 80 y 90. Es probable que esta mezcolanza no resulte nada novedosa, pero en este álbum cuaja de tal modo que se observa como un pequeño diccionario de las etiquetas guitarreras más paradigmáticas de las últimas tres décadas: distorsión eléctrica de raíz planetera (la titular “Los Excesos de los Niños”), twee-pop vitaminado (“Contra el Suelo”, que acerca a Alborotador Gomasio a los primeros The Pains Of Being Pure At Heart), indie-rock yanqui de pesada carga voltaica (“Los Residuos de la Sociedad”) y noise-rock rabioso (“Todos mis Huesos”, que reparte calambrazos a diestro y siniestro según los cánones de Hüsker Dü y Sonic Youth).
Pero, sin destensar el nervio ni un segundo, Alborotador Gomasio no basan “Los Excesos de los Niños” exclusivamente en la electricidad bien domada y encauzada, sino que también son capaces de ofrecer combinaciones refrescantes a la par que llamativas como “Espíritus Helados”, muestra de qué habría pasado si Los Secretos hubiesen nacido cuando nuestro indie aún gateaba con el pañal puesto a principios de los 90. En este y otros temas (“Si te Matas”, “Revolución” o “Los Rastros de Nacho”), además, se limpian las guitarras y se distinguen con claridad la directa sencillez y el velado cripticismo de unas letras que esquivan el principal peligro del género en el que se inscriben Alborotador Gomasio: que la forma se imponga al fondo para 1) disimular una voz ininteligible 2) difuminar unos textos poco elaborados y 3) sobrecargar de energía canciones que adolecen de melodías débiles.
Nada de esto ocurre en “Los Excesos de los Niños”. De hecho, aquí se rompen varios prejuicios con respecto al indie-noise-pop y, yendo un poco más allá, al cúmulo de analogías propias del estilo que homogeneizan a sus bandas protagonistas y que podrían lastrar tanto al álbum como a los mismos Alborotador Gomasio. Sin embargo, es preferible no insistir en comparaciones por mucho que estas quieran asomar: este trabajo posee la suficiente personalidad para confirmar que, efectivamente, Alborotador Gomasio han estallado.