En «Planeta Tierra» hay una familia de mujeres, aliens, fantasmas del pasado, primeros novios, meneos en los asientos traseros de coches adolescentes… Motivos de sobra para entrevistar a su autora, Aisha Franz.
[dropcap]R[/dropcap]esulta complejo plantear una entrevista como la que sigue… A saber: entrevisto a Aisha Franz, a quien La Cúpula ha editado recientemente su «Planeta Tierra» en nuestro país. Pero resulta que «Planeta Tierra» tiene unos cuantos años a sus espaldas: fue el debut de la autora después de formarse en un campo de batalla tan difícil como los fanzines, y desde entonces no sólo ha seguido practicando la autoedición, sino que ya ha publicado su segundo tomo («Brigitte«) y va camino de dar a luz a su tercer retoño repleto de viñetas. Así que, desde un buen principio, hay que asumir que Franz contestará una batería de preguntas sobre una obra que muy probablemente le queda bastante lejos.
Pero mejor será no hilar tan fino y rendirse a la evidencia de que un debut tan emocionalmente intenso como «Planeta Tierra» tiene que estar todavía muy -pero que muy- presente en la memoria de la autora. Es este un cómic en el que Aisha Franz ficciona la vida de tres mujeres de edades muy diferentes: una madre y dos hijas totalmente desconectadas entre sí y cada una volcada en su propio mundo interior, un mundo que (casi) no admite figuras masculinas. Cuando digo más arriba que «Planeta Tierra» es una ficción, quiero decir que, básicamente, aquí no hay un esfuerzo sobrehumano en la apariencia de realidad, sino más bien un dulcísimo juguetear en las aguas de lo ficcionado, ya sean fantasmas del pasado que salen de la televisión o aliens que viven escondidos en la habitación de una niña pequeña. Pero mejor no avanzo nada más de la trama de «Planeta Tierra» y dejo que sea la misma Aisha la que revele el corazón cálido y embriagador de su obra de debut.
Antes de nada, me sorprendió cuando me dijeron que podía hacerte las preguntas en castellano… ¿Cómo es eso? Yo nací y crecí en Alemania, pero en casa hablábamos sólo castellano: mi madre es de Colombia, mi padre chileno. También he viajado varias veces a Latinoamérica para visitar a mi familia, pero sobre todo he podido practicar el idioma aquí en Berlín con mis amigos latinoamericanos y españoles. ¡Tengo una mezcla de acentos increíble!
«Planeta Tierra» es tu primera obra en publicarse en España, pero no es ni mucho menos tu última obra. ¿Qué se siente al volver la mirada atrás y observar con un poco más de distancia la que fue tu obra de debut? «Planeta Tierra» no sólo fue mi debut, sino también mi primer experimento a la hora de contar una historia más larga. En este tiempo que ha pasado, he aprendido bastante y desarrollado métodos propios y un «lenguaje» que me permite trabajar con más seguridad y sin tantas dudas como cuando hice «Planeta Tierra«. Al mismo tiempo, sin embargo, sueño con poder volver a esa forma ingenua e intuitiva de narrar y de dibujar. El tiempo y la libertad que uno tiene siendo estudiante es un lujo. Hoy en día todo sucede de manera más consciente, y eso también tiene su lado negativo. Ahora estoy trabajando en mi siguiente novela gráfica que, a primera vista, parece muy diferente; pero mi editor dice que la protagonista podría ser la niña de «Planeta Tierra» adulta. Y, sí, tal vez lo es: estoy trabajando en una historia muy personal pero desde otro punto de vista de mi vida.
¿Qué opinas del cambio de título de Alien a Planeta Tierra? La verdad es que con el título español conserva un poco más el misterio inicial… Aunque el título original, «Alien«, es el más «familiar», me gustó la idea de buscar nuevo título, algo que evitara confusiones. Para la edición francesa nos decidimos por «Petite Terrienne» (“Pequeña Terrestre”): es totalmente lo contrario al título original, pero cuando me hicieron la propuesta me encantó porque tiene la misma fuerza. El título «Planeta Tierra» tiene una interpretación muy parecida y, además, convierte el libro en algo más grande, más universal.
Lo primero que sorprende en «Planeta Tierra» es, sin lugar a dudas, la utilización del lápiz… ¿Por qué te decidiste por esta técnica? Antes de empezar con «Planeta Tierra«, ya me había acostumbrado a dibujar con lápiz: es la forma más natural y espontánea para expresarse en el papel. Sobre todo, me gusta dejar errores y manchas. Ser honesta en el dibujo puede aportar mucho a la historia.
También sorprende (para bien) ver a una nueva autora que aterriza en el panorama del cómic sin recurrir a la autobiografía… ¿No te ha tentado el género alguna vez? «Planeta Tierra» y muchos otros cómics míos incluyen temas personales y cosas que he vivido. Pero lo que más me gusta del cómic es poder inventar nuevos mundos y otras vidas… Así que mis historias son una mezcla. La verdad es que me aburre un poco la idea de contar algo tal cual. El lenguaje de imágenes es muy fuerte, y lo que me interesa es transportar emociones de una forma más abstracta.
Entonces, ¿hay algo autobiográfico en «Planeta Tierra»? Hay muchos paralelismos. Las dos hijas menores reflejan lo que yo viví cuando tenía esa edad. Como nunca escribí un guión, sino que fui desarrollando la historia paso a paso, automáticamente se fue llenando de momentos personales. La idea inicial de la niña que se encuentra a un extraterrestre nació de mi deseo de tener un amigo «alien» en aquellos tiempos. A partir de ahí empecé a investigar qué significaba esa etapa de mi vida, las dificultades de la adolescencia y la desorientación.