Entrevistamos a Ácido en nuestra serie de artículos sobre las diferentes caras del drag para que nos hable de cómo este arte puede ser unidad y no ruptura.
En esta serie de artículos en los que Jon Gómez de la Peña está poniendo las fotos y las entrevistas y en las que yo estoy retorciendo los textos -y los conceptos- ya hemos abordado dos caras muy diferentes del drag: Raven como la necesidad de elevar el juego de este arte, Marina como la exploración de lo femenino… Ambos casos, sin embargo, estaban trenzados por un factor común denominador: el uso del drag como ruptura entre la persona y el personaje, la ruptura de Raven con Sergio, la ruptura de Marina con Joan. ¿Significa esto que el drag, además de un acto de transformismo, implica un acto de fragmentación?
Hay casos que sí. Y hay casos que no. Así lo prueba, por ejemplo, el caso ejemplar de Ácido, que se dio a conocer como parte de ese dúo maravilla que, bajo el nombre de Las Gorgonas, puso en la lengua del drag una píldora que sabía a futuro. Un futuro que ahora es presente. Y un presente en el que Las Gorgonas vuelan por separado y en el que Manu Perera Soria está explorando de forma magistral las posibilidades que se despliegan delante de sí mismo gracias a Ácido.
Pero, ojo, porque estas posibilidades no nacen de la fragmentación entre Manu y Ácido… Ya no hablamos de crear un personaje para llevarlo al extremo ni de construir una vasija en la que verter un líquido ignoto y aislado en tu psique. Hablamos de que vivimos en tiempos de fluidez, de fluidez de género, de fluidez de sexo, de fluidez de identidad, de fluidez de estética. Y esa fluidez también puede y debe quedar representada dentro del arte del drag.
Tanto monta…
“No puedo describir a Ácido como si fuese una tercera persona. Manu fue el nombre que me pusieron mis padres, y Ácido el que me puse yo. Todo lo que he ido sintiendo y viviendo es lo que me ha ido formando, y lo que sientes tú ahora es lo que soy”, afirma Manu sobre Ácido. O Ácido sobre Manu. Porque, a diferencia de otros casos periféricos dentro del mundo del drag, no estamos hablando de dos entes diferentes, sino de uno único e indivisible. Dicho de otra forma: el drag como quien cambia de outfit, hoy más camo, hoy más sporty, hoy más prep, hoy más normcore. Pero siempre la misma persona. No es el outfit el que viste a la persona, sino la persona quien viste el outfit.
Porque los dos entes, tal y como demuestran este maquillador y su persona drag que nos ocupan, no tienen que ocupar regiones alejadas de una misma mente. Será por eso que, al preguntarle por el momento en el que se escucha un sonoro “click” que dé paso de Manu a Ácido, la respuesta no podría ser más clarividente: “No existe un click entre Manu y Ácido. No creo un personaje, una personalidad nueva, ni me siento “diferente”. Soy exactamente el mismo bicho que se levanta por la mañana”.
Y por eso mismo tampoco parece que Manu y Ácido hereden sus referencias de imaginarios diferentes, de mundos separados, de áreas culturales lejanas y ajenas. Más bien todo lo contrario: “Hay muchísimas cosas que me gustan y me han gustado, y todas me influyen de cierta manera. Me encanta el manga, los videojuegos, la música, la moda… El arte en general es lo que más impresiona. La manera en que la tecnología está entrando en todos estos ámbitos y en la cultura es simplemente genial. Todo esto se convierte en un revuelto de ideas en mi cabeza y lo vomito de alguna forma”. Pura fluidez dentro de una unidad.
… Monta tanto
Sólo hace falta echar un vistazo al Instagram de Ácido para darse cuenta de que nos encontramos precisamente ante eso: ante pura fluidez dentro de una unidad. En la visión que Ácido presenta ante el mundo no es necesario dar grandes explicaciones sobre cuándo es Ácido la maestra de ceremonias y cuándo lo es Manu. Lo que está claro es que es sobre el escenario donde ambos se crecen: “Yo no decido cuándo alcanzo el máximo esplendor, pero disfruto encima de un escenario y delante de una cámara. Estoy realmente cómodo, sobre todo cuando sientes que todos están disfrutando igual que tú. También debo decir que estoy de puta madre en el sofá tirado con un porro en la mano”.
¿Puede ser esta fluidez, este dejarse de tonterías y de cambios bruscos una forma de acercarse hacia objetivos elevados? Imposible determinarlo aquí y ahora, cuando da la impresión de que, por muy fascinante que sea lo que vemos y hemos visto, tan solo es la punta del iceberg. El futuro no tiene límites para Manu: “Quiero llevar a Ácido a todos los lugares posibles y que en todos estemos para quedarnos. Quiero tomar todo tipo de direcciones y hacer muchas cosas diferentes con todas las ideas que tengo continuamente sin control. Quiero hacer música que me inspire y me sienta a gusto, que todos puedan disfrutar”.
Dicho todo esto, no es de extrañar que Ácido sea una de las figuras imprescindibles de una de las fiestas más avanzadas de la Ciudad Condal: “Ahora mismo estoy viviendo en Barcelona, y aquí hay muchos sitios por donde salir. Pero hay una fiesta nueva que necesitaba la ciudad: La Logia, muy buena idea y concepto, con muy buen rollo entre todo el mundo de verdad, con temáticas diferentes, muy trabajado y un lugar donde sentirte súper bien sin sentirte juzgado por nadie”. Pero, en serio, ¿quién sería capaz de juzgar a un ser que lo tiene tan claro y que es el vivo ejemplo de que, en pleno siglo 21, la identidad es tan fluida como el agua del río más fresco que puedas imaginar? [FOTOS Y ENTREVISTA: Jon Gómez de la Peña] [DISEÑO GRÁFICO: Miguel Cano] [TEXTO: Raül De Tena] [Más información en el Instagram de Acido y en el de Jon Gómez de la Peña]