¿Quiénes han sido las mejor y las peor vestidas de la alfombra roja de los Oscars 2016? ¿Y quiénes han sido los más buenorros y los más mamarrachos?
Una vez ha caído el telón y ya no podemos seguir diciendo aquello de que la alfombra roja de los Golden Globes es una versión informal de la de los Oscars (tal y como quedó demostrado en este artículo sobre la edición de este año de los Globos de Oro), habrá que buscar nuevos lugares comunes… ¿Y qué mejor lugar para buscar nuevos lugares comunes que los viejos lugares comunes? Nos explicamos: tradicionalmente se ha hablado de los Golden Globes como la antesala de los Oscars, y puesto que esto también se ha probado más que falso en los últimos años, ¿por qué no aplicar este dicho a la alfombra roja y no a los premios en sí?
Pues eso. Ahora que el nivel de los Golden Globes ha subido considerablemente, es inevitable ver múltiples paralelismos entre una alfombra roja y la otra: una especie de continuación de tendencias en la que no se repiten modelos… Pero que poco falta. Así las cosas, ¿cuál va a ser el problema a partir de ahora? Que, básicamente, el que golpea primero, golpea dos veces… Y que no sabemos a vosotros, pero a nosotros la alfombra de los Oscars nos ha parecido, si no aburrida (venga, no vamos a ser tan imbéciles para afirmar algo así), sí totalmente falta de capacidad de sorpresa.
Así que, sin más dilación, vamos al trapo… Y, de hecho, volvemos a dividir este análisis en cuatro grande secciones: mejores vestidas, peores vestidas, mejores vestidos y peores vestidos. Pero, de nuevo, sorry por los Oscars, pero esto ya lo hicimos por vez primera en el mencionado artículo sobre los Golden Globes.
MEJORES VESTIDAS. Partamos por lo básico en todo este tinglado: Alicia Vikander, además de ser la mujer del momento, fue la mejor vestida de toda la noche con un Louis Vuitton que, sin lugar a dudas, encapsuló la tendencia más brillante del momento: la del vestido a rebosar de detalles (avalorios, joyas y otras locuras) que aporten tridimensionalidad a una alfombra roja tendente a los colores y a las dimensiones planas. Ella lo hizo, además, con una impresionante falda de amplio volumen y recogido por encima de los tobillos… Pero otras compartieron el acierto estético: Cate Blanchet con su Armani Privé repleto de pétalos en verde coral y Emily Blunt con su Prada al que iban cosidos una cantidad moderada de medallones de joyas brillantes.
La otra gran tendencia es la de siempre: escotazo y/o palabra de honor, que siempre son reveladoramente favorecedores. La ganadora absoluta en este caso es, sin lugar a dudas, Charlize Theron y su escotazo de Dior hasta el ombligo y más allá, aunque tampoco se andan a la zaga Olivia Wilde (Valentino) y, sobre todo, una Sophie Turner (Galvan para Opening Ceremony) que está a un pelito de convertirse en un icono de los nuevos tiempos. Tampoco hay que perder de vista los grandes aciertos de Brie Larson (Gucci), Jennifer Garner (Versace), Jennifer Lawrence (Dior), Julianne Moore (Chanel), Naomi Watts (Armani), Reese Whiterspoon (Oscar de la Renta), Saoirse Ronan (Calvin Klein), Tina Fey (Versace) y, claro, si hablamos de escotes, pues Sofia Vergara (Marchesa).
Para el final quedan los espíritus libres a los que no se puede meter dentro de ninguna categoría, tal y como es el caso de Rooney Mara (casi repitiendo la jugada de los Golden Globes pero enfundada en un Givenchy), Dorith Mous (dándole cañita a lo gótico), Kate Winslet (apostando por un Ralph Lauren de fascinante tejido técnico y futurista) o Rachel McAdams (con una fascinante cola de August Getty).
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PEORES VESTIDAS. Aquí pasa lo de siempre: las mejores vestidas siempre pueden circunscribirse en alguna tendencia al uso, pero las peores vestidas sólo pueden analizarse una a una (y culparse una a una)… ¿O no? ¿Podemos aventurar algunas agrupaciones extrañas en esta alfombra de los Oscars? Como, por ejemplo, el momento dorados que no sólo chiflan a Manuela Trasobares, sino también a Margot Robbie (Tom Ford) y Debbie Matenopoulos.
Algo similar ocurre con las formas geométricas aplicadas de formas desastrosas, tal y como ocurre en los casos de Olivia Munn (en un Stella McCartney que, incomprensiblemente, dividía su cuerpo en dos espacios totalmente desproporcionados), Patricia Arquette (con ese lazo superior que parecía un error de una impresora 3D), Keltie Knight (con el mismo efecto de la Arquette pero en versión maximalista y en un chillón color rojo) y Liz Hernández (en serio, ¿qué carajo era eso que deformaba su cuerpo y lo convertía en una estatua abstracta de futurismo de post-guerra?).
Los espíritus libres, en el caso de las peores vestidas, son más bestias todavía: Amy Poehler (y su efecto cortina by Andrew GN), Charlotte Rampling (o «la actriz que quería ser un cubo» enfundada en un Armani Privé), Daisy Ridley (por una aplicación desastrosa de la falda midi by Chanel), Kerry Washington (aplicando fatalmente el rollo amazona de cuero según Versace), Heidi Klum (en el caso que menos entendemos de toda la noche porque la Klum siempre ha tenido un buen gusto lejos de este horror de Marchesa), Lady Gaga (todavía estamos intentando asimilar su Brandon Maxwell), Jennifer Jason Leigh (y su vómito de flores coral parido por Marchesa), Robin Roberts (con su momento trans que nos da que no fue a posta) y Sandy Powell (¿esto era un homenaje a Bowie o una puta pesadilla?).
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MEJORES VESTIDOS. La única broma fuera de la polémica sobre la (inexistente) cuota de actores negros nominados a los Oscars que se permitió Chris Rock en la apertura de la gala fue a parar a otra polémica que este tipo de actos arrastra desde hace algún tiempo: la de la discriminación contra las mujeres a la hora de hacerles preguntas meramente estéticas en contraposición a las más sesudas realizadas a los hombres. Rock se mostraba acertado, sin embargo, al puntualizar que si George Clooney llegara a la alfombra roja con un tuxedo verde y con un cisne saliéndole del culo, los periodistas lo único que le preguntarían es de qué diseñador es el vestido.
Bromas a parte, las palabras del humorista tienen algo de cierto: casi todos los hombres visten igual en una ocasión como los Oscars. Y lo jodido en este caso es que cuesta diferenciar quiénes molan simple y llanamente porque están buenorros y quiénes molan porque realmente han protagonizado una verdadera exhibición de estilazo. Lo que sí que podemos acotar es que la clase en esta alfombra roja se ha demostrado en los detalles, ya fuera el reloj colgando del pantalón de Tom Hardy, la pajarita de John Legend o la apuesta por la americana de terciopelo negro en los casos de Sam Smith (con un bajo del pantalón arriesgado en su justa medida) y Eddie Redmayne (combinada con unos loafers destinados a marcar tendencia).
En el apartado de los buenorros sin más tendremos que introducir a Leonardo DiCaprio y Matt Damon, además de un sorprendente Sylvester Stallone que supo llevar con acierto y dignidad un traje de color azul. Y, bueno, como #CuteOverload hemos dejado para el final a Jacob Tremblay… ¿Ya tiene DiCaprio un heredero?
PEORES VESTIDOS. No nos obliguéis a buscarle tendencias a los hombres peores vestidos de la alfombra roja de estos Oscars 2016, por favor. Permitidnos la diversión de ir uno por uno a la hora de hacer leña de todos estos árboles caídos: Jared Leto sigue siendo la hortera de bolera más grande del reino de Hollywood y lo ha vuelto a demostrar con un traje (y unos zapatos) inclasificables; Kevin Hart le ha dado una nueva capa de significado (y mal gusto) al concepto pedrería; Pharrell Williams venía directo de pasar un fin de semana pescando en la montaña; a Henry Cavill se le fue la mano con el efecto armario; Dev Patel necesita urgentemente un peluquero; The Weeknd le pidió prestado un traje a alguien sin darse cuenta de que le quedaba dos tallas más grande; no sabemos quién es Michael Straham pero, después de ver su horripilante traje azul, tampoco queremos saberlo (y le aconsejamos que tome nota de cómo Stallone ha vestido un traje azul de la mejor forma posible); Orlando Jones se ha escapado de una orquesta de mambo de tres al cuarto… Pero, bueno, que oye: muchas gracias a todos, porque sin vuestros desbarres estéticos nos habríamos divertido un 97,38% menos escribiendo este artículo.
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