Lawrence Schimel retrata la vida gay en tiempos de Grindr a través de los cien (imprescindibles) microrrelatos recopilados en «Una Barba Para Dos».
Tendremos que reconocer, por mucho que suene a excusa barata, que muchas veces no leemos tanto como querríamos por falta de tiempo de calidad. Leer un libro requiere un espacio mental en el que afrontar una cantidad mínima de páginas y, a partir de ahí, ir sumando sesiones hasta completar el manuscrito… Pero, llevando la vida que llevamos, muchas veces no sólo resulta imposible sacar un mínimo de tiempo para leer día a día, mucho menos para afrontar la tarea de leer un único libro en ¿una semana? ¿Un mes? ¿Un trimestre? Que cada uno se ponga los límites que quiera, porque lo que aquí nos interesa es que a absolutamente todo el mundo le debería interesar el concepto «microrrelato».
Al fin y al cabo, el formato del microrrelato se ajusta a nuestro modus vivendi actual: puedes leer uno y quedarte tan pancho, o puedes leerte veinte del tirón y quedarte con una sensación de satisfacción absoluta. Pero, ojo, porque no todos los escritores tienen la pericia suficiente como para que el formato brille en todo su esplendor… Lawrence Schimel es de los -escasos- afortunados capaces de hacer este (y cualquier otro) formato. Así que, precisamente por eso, y también porque ha sido galardonado en dos ocasiones con el Lambda Literary Award, habrá que considerar «Una Barba Para Dos» como lectura obligada para esta temporada.
La idea es sencilla pero matadora: un total de cien microrrelatos eróticos con los que Lawrence Schimel captura y encapsula la vida gay en estos tiempos en los que se intercambian más mensajes en Grindr que conversaciones en un bar. «Una Barba Para Dos» incluye (micro)historias protagonizadas por adictos a los polvos de una noche, pero también por defensores a ultranza de la monogamia. Aquí hay románticos profundos, pero también practicantes del poliamor… Y, entre todos, conforman un retablo de lo que significa ser gay en el siglo 21 que sorprenderá a los que se quedaron en los clichés del siglo pasado.
Más información en la web de la editorial Dos Bigotes y en el Twitter de Lawrence Schimel.