Puede que la colección presentada por Brain & Beast en 080 Barcelona Fashion fuera un interludio… Pero fue un interludio con una contundencia impactante.
Ahora que ya (casi) hemos cerrado esta edición de 080 Barcelona Fashion, no está de más reflexionar un poquito al respecto de lo que ha pasado.¿Que el 080 está perdiendo a nuevos diseñadores habituales (Georgina Vendrell, ¿dónde estás?) y a esos que desfilan un par de veces y la pasarela es incapaz de seducir para que se queden (Selim de Somavilla, Isometric, etc.)? Esto es jodidamente preocupante preocupante e imperdonable. Pero, por el contrario, ¿que se han ido grandes marcas de consumo como Desigual o Mango (esas mismas que hacía tiempo que muchos se preguntaban qué carajo hacían allá)? Pues bien, oye,. Al fin y al cabo, este baile de nombres y patrocinios ha desembocado en algo positivo: ha puesto en su lugar a los verdaderos grandes de la pasarela de Barcelona. El último desfile de la noche ha de estar reservado a las estrellas, y ya hay varios que en esta edición han demostrado serlo. De sobras.
Y uno de los grandes son, nadie lo duda, Brain & Beast. Así lo certifica que el acceso a su desfile (que, a la vez, actuaba como clausura del propio 080) fuera un verdadero caos: tal cantidad de gente intentando acceder a la pasarela no se había visto en ninguna de las jornadas anteriores… Y por algo será. Será porque, al fin y al cabo, la firma de Ángel Vilda sigue demostrando que, incluso en la moda, otros mundos son posibles. Su mundo, el de Brain & Beast, cada vez es más compacto como concepto a la vez que abierto y permeable a la hora de asimilar nuevas ideas estéticas. Un mundo que seduce incluso a gente de fuera del mundo de la moda porque, al fin y al cabo, Vilda sabe cómo bajarle las bragas al show business y dejar sus vergüenzas al descubierto.
Puede que este interludio tuviera pocos looks, pero fueron suficientes para estructurar una narrativa que fue, literalmente, del príncipe al mendigo.
Como viene siendo habitual en los últimos desfiles de Brain & Beast, «_INTERLUDE Nº1 / PROUD NOT GUILTY / _» se estructuró como un show audiovisual, con sus títulos de crédito iniciales y finales, con su musicón (¿Hola? ¿»Hey Boy Hey Girl«?) como herramienta casi diegética para intensificar el discurso que se despliega sobre la pasarela… Porque, al fin y al cabo, ese discurso es lo importante. Puede que este interludio tuviera pocos looks, pero fueron suficientes para estructurar una narrativa que fue, literalmente, del príncipe al mendigo. El primer modelo lucía napoleónico, como un emperador del legado punk en el mundo de la moda. Y el último, por el contrario, era un homeless con una bicicleta llena de bolsas de Gratacós (que, a la postre, había colaborado en la colección cediendo sus telas).
Entre medias, todas las constantes vitales de Brain & Beast abiertas en canal y al descubierto. En la era del agender, ellos apuestan por el travestismo: si lo agender es una corrección política, ¿cómo puede dudar alguien que Vilda optará más bien por la irreverencia, por una irreverencia que ya hace muchos años que es suya? Tomemos esta colección como un interludio: una vez cerrados sus «MONOLOGUES«, Brain & Beast tiene en el horizonte nuevos proyectos de los que ya sabremos cuando tengamos que saber. Por ahora, toca disfrutar con nuevos clásicos de la firma: cuadros punk en pantalones y faldas, sudaderas con famosas marcas reconvertidas en palabras clave (la sudadera con el logo de Grindr pero la palabra Guilty tiene que convertirse en un imprescindible de la próxima temporada), el chandal conviviendo con una revisión de la pomposidad clásica…
De nuevo, empezar por el príncipe y acabar en el mendigo. Y, por el camino, entregarnos un espectáculo que entra por los ojos pero que no oculta su verdadera intención: obligarte a reflexionar. Eso que no se estila en la moda, vamos. [Más información en la web de Brain & Beast]