Hinds actuaron el pasado 29 de enero en Sidecar (Barcelona) presentando su debut en largo… Y levantando reflexiones como la de esta crónica.
Envidia es una palabra muy fea. Pero, desgraciadamente, también es un concepto muy humano y a veces aparece con demasiada frecuencia. De las Hinds se ha dicho de todo: que son un producto de marketing, que si han llegado alto es porque son cuatro niñas monas y otros comentarios menos sutiles y con más veneno que, en lugar de fijarse en lo que simplemente son, le buscan tres pies al gato (es decir: a su éxito).
Ellas mismas han afirmado muchas veces que no saben tocar como profesionales, no esconden su amateurismo ni alardean sobre su triunfo, ni mucho menos van de ‘estrellitas’, o por lo menos eso parece. Entonces, ¿a qué viene tanto odio? Hay miles de grupos indies que no saben tocar prodigiosamente y nos gustan igual. ¿No tener éxito hace a esos grupos mejores que Hinds? Para mí la respuesta es no. Así que perdonad que diga aquí mi opinión de mierda, pero en toda la bilis que he visto repartida en Internet hacia las Hinds sólo veo envidia y misoginia. No sé qué pasaría si en lugar de cuatro chicas fueran cuatro chicos, pero me puedo imaginar que el cuento sería diferente.
Te puede no gustar su música, pensar que berrean como si fueran gatos atropellados, que sus canciones son demasiado cursis o que no son profesionales… Y está bien: no tienen por qué gustar a todo el mundo. O precisamente pueden gustarte por todo eso, por su naturalidad, su descaro, su gracia y lo bien que te lo pasas escuchando canciones como «Trippy Gum«, «Bamboo» o «Easy«. Sea como sea, el pasado viernes 29 de enero pude ver a las Hinds presentando esta vez su primer álbum en la sala Sidecar de Barcelona en un concierto organizado por Jägermusic. Como seguramente todos sabéis, su disco de debut se titula «Leave me Alone» (Lucky Number, 2016), un nombre más que acertado para todas las críticas que reciben.
Entre Hinds y su público hay proximidad: impera la sensación que tocan para sus amigos. ¿Y qué mejor que bailar y pasártelo genial en un concierto con un montón de amigos?
En el caso de una servidora, era la tercera vez que las veía en directo, y he de decir que han mejorado muchísimo, que están mucho más seguras en el escenario que en sus inicios y que la enorme cantidad de conciertos que llevan a sus espaldas se ha notado en esta progresión. Siguen siendo cuatro amigas que se lo pasan bien tocando juntas, y eso se sigue transmitiendo en su directo. También he de decir que me sentí un poco mayor entre un público donde imperaban los menores de 25 años pero que, aún así, disfruté sin complejos de canciones como «Chilli Town«, «San Diego«, «Bamboo» o «Castigadas en el Granero«.
Ana y Carlota, las creadoras del proyecto, no dejaron de interactuar con el público, sobre todo Ana, que incluso ofreció su cerveza a las primeras filas o acabó el concierto haciendo crowdsurfing. Está claro que entre Hinds y su público hay proximidad: impera la sensación que tocan para sus amigos. ¿Y qué mejor que bailar y pasártelo genial en un concierto con un montón de amigos?
Como viene siendo habitual acabaron su concierto con una versión del «Davey Crockett» de Thee Headcoatees, aunque esta vez no hubo invasión de escenario como sucediera en otros conciertos de la banda. Aún así, el público estaba entregado y feliz, bailando en una sala llena a rebosar (había colgado el cartel de sold out hacía unos días). Y de eso se trata: de pasarlo bien sin más pretensiones. Te gusten o no, Hinds son todo un fenómeno, una revolución. [Más información en la web de Hinds] [FOTOS: AnTruan]