El anterior álbum de Suede, “Bloodsports” (Warner / Suede Ltd., 2013), llegó como un pequeño milagro. Después de once años de silencio discográfico, la resaca post-“A New Morning” (Columbia, 2002) parecía que iba a ser insalvable para Brett Anderson y los suyos. Pero su vuelta a la palestra, tras recuperar sensaciones en directo desempolvando sus discos clásicos, reveló que la banda no sólo mantenía sus constantes vitales, sino que además conservaba su inspiración en un listón más alto de lo esperado. A ello había que añadir el modo en que mostraban renovadas sus energías, incluso sorprendentes para un grupo que resurgía de sus cenizas en un momento en que los estándares musicales habían cambiado radicalmente, hasta el punto de preguntarse por qué Suede debían volver para, quizá, no lograr reverdecer laureles y, siendo más pesimistas, manchar su otrora reluciente nombre. No obstante, y volvemos a la idea inicial, “Bloodsports” consiguió resituar a sus autores tanto en su propia historia como en la del pop (británico y planetario).
Así que, si casi tres años atrás, Suede hubiesen decidido dar carpetazo a su carrera y acabar en una posición noble (opuesta a la adquirida tras su retirada en 2003) una vez entregado y exprimido sobre las tablas “Bloodsports”, no hubiese sido un suceso demasiado traumático… Bueno, sí. Porque Suede habían demostrado que su luz no se había apagado, que su mecha seguía bien prendida. Es decir: existían motivos para no dejar su retorno en un sueño efímero e intentar prolongar esa incipiente nueva fase creativa con visos de ser fructífera. “Night Thoughts” (Warner / Suede Ltd., 2016), su séptimo álbum, justifica tal teoría apoyado en la repetición de la exitosa receta con la que se dio forma a su antecesor: en la producción, Ed Buller, personaje clave en los triunfos de la banda; en el aspecto sonoro, abrillantamiento de las melodías marca de la casa, tanto en los tramos más briosos como en los más reposados; y, en el apartado lírico, profundización en el poso sentimental y existencial de las tribulaciones de un Brett Anderson que, a la vez, vuelve a exhibir un espectro vocal firme y perfectamente matizado según convenga.
Ahondando en el punto letrístico, “Night Thoughts” hace honor a su título al sumergirse en buena parte de su repertorio en una ambientación de desasosiego y turbación que acentúa el tono reflexivo cuando se destapan asuntos de gran calado como la paternidad (plasmada en la frágil “Pale Snow”), las conexiones familiares (contenidas en “I Don’t Know How To Reach You”), el amor (“Learning To Be”) y otros miedos internos, patentes en “What I’m Trying To Tell You” y “I Can’t Give Her What She Wants”, pasajes en los que el ‘yo’ aparece como centro gravitacional en torno al que giran inseguridades que generan tratados psicológicos freudianos expuestos en canciones de poco más de cuatro minutos. Este fondo melodramático se extiende al trato de otras materias sensibles como los recuerdos inmarchitables, que atraviesan todo el disco desde la crepuscular apertura “When You Are Young” (con una -teórica- referencia suicida incluida) hasta su apéndice “When You Were Young” y la final «The Fur & The Feathers» en una cadena sin solución de continuidad (el tracklist forma parte igualmente de un conjunto fílmico dirigido por Roger Sargent).
No hay duda de que “Night Thoughts”, empezando por su bella portada -en la línea habitual de Suede-, es un álbum repleto de pesares y sombras emocionales. Aunque hay fases (y frases) en las que la luminosidad se abre paso con fuerza. Ahí es donde el grupo recupera el nervio y la potencia que lo elevaron a la cumbre pop no sólo durante su época dorada, sino también en “Bloodsports”. De él extraen la sangre que bombea singles melódicamente adhesivos como «Outsiders» y, sobre todo, “No Tomorrow” y “Like Kids”, los dos cortes más explosivos del lote con la guitarra arpegiada de Richard Oakes centelleando y la voz de Anderson rejuvenecida que corroboran que Suede salvan con holgura el peligro de parecer parodias de sí mismos a estas alturas de su carrera. De hecho, si “Bloodsports” era el disco que debía haber nacido tras “Head Music” (Nude, 1999), “Night Thoughts” ocuparía el imaginario espacio entre “Dog Man Star” (Nude, 1994) y “Coming Up” (Nude, 1996) al reciclar la introspección del primero y el envoltorio de lustrosa gamuza del segundo.
Da la impresión de que Suede buscan completar su obra de tal modo que sus piezas encajen sin fisuras. Y, después de confirmar que su regreso no fue flor de un disco, es posible concluir que ya han logrado ese objetivo prácticamente al 100%. [Más información en la web de Suede]