Muchos son los que preguntan si Poe Dameron es el primer gay de «Star Wars»… Pero lo importante es preguntar si no sería maravilloso que así fuera.
Muchos pensarán que la manía de la comunidad gay de ver a homosexuales allá donde no los hay, en películas y en la vida real, entre celebrities armariadas y entre padres con hijos, es puro vicio. Pero, la verdad, si te lo paras a pensar, más que vicio es pura necesidad. O, bueno, no es una necesidad a día de hoy, pero lo fue en su momento… Nuestra generación creció con una industria audiovisual que por fin se empezaba a abrir a la cultura homosexual, pero antes de todo esto se vivieron décadas y más décadas en las que lo gay era un subtexto codificado que había que saber leer entre líneas.
Hay ejemplos realmente ilustres, como el de «La Soga» de Alfred Hitchcock o la mítica conversación de las ostras y los caracoles del «Espartaco» de Stanley Kubrick. También hay otros casos no verificados pero que, de alguna forma u otra, se han acabado por convertir en canon gracias a la insistencia de la comunidad homosexual, tal y como ocurre con el «Ciudadano Kane» de Orson Welles o con la «Gilda» de Charles Vidor. A esto hay que sumar que la homosexualidad es algo que, hasta hace relativamente poco, se vivía al margen de la sociedad; y que, para vivirla, de hecho, tenías que aprender a descifrar ciertos códigos en la superficie social que te revelaran con quién podías permitirte un desliz o no.
Dicho todo esto, ¿quién puede culpar a la comunidad homosexual de sobreanalizar la cultura a la búsqueda de rastros gays? Es más, ¿quién puede culparnos de querer ver en el personaje de Poe Dameron interpretado por Oscar Isaac al primer gay de la saga «Star Wars«? Puede que muchos opinen que, a día de hoy, la industria cinematográfica está tan de vueltas de todo como para no necesitar introducir un personaje homosexual de tapadillo. Pero, ojo, porque esta línea de pensamiento es engañosa. Para empezar, puede que ya hay una buena cantidad de ficción audiovisual gay, pero esta suele pertenecer a dos áreas de la industria cinematográfica muy concretas: lo independiente o lo queer (por mucho que este queer de hoy en día nada tenga que ver con el queer de antaño, aunque ambos sean mercados preeminentemente pequeños). Si un personaje gay se cuela en una gran producción, tened por seguro que será en forma de cliché asimilable para el público heterosexual más recalcitrante: el cliché de la marica graciosa pero inofensiva que va desde el Rupert Everett de «La Boda de mi Mejor Amiga» hasta, por poner un ejemplo cercano, el Brays Efe de «Cómo Sobrevivir a una Despedida«.
Esta necesidad del cine de alto presupuesto de no vulnerar a la nación heterosexual que pasa por taquilla, junto a la voluntad de hacerle un guiño a la comunidad gay que también suele dejarse su buen dinero en todo lo que le sea «friendly«, podrían justificar el hecho de que el primer personaje gay de la saga «Star Wars» hubiera aterrizado en «Star Wars: El Despertar de la Fuerza» un poco de tapadillo. Pero vamos por partes: ¿a qué viene este artículo si en la película de J.J. Abrams nunca se dice explícitamente que Poe Dameron sea gay? ¿Cómo se justifica que Internet esté repleto de artículos al respecto de la posible homosexualidad de este personaje y su plausible romance (que no bromance) con el otro gran protagonista masculino del film, Finn?
Vamos por partes. Puede decirse que la chispa que provocó este incendio fue la entrevista que los tres protagonistas de «Star Wars: El Despertar de la Fuerza» concedieron a Ellen DeGeneres en su programa. La presentadora, archiconocida militante del movimiento LGBT, podría haber abordado el asunto como un elefante en una cacharrería, ya que este es básicamente su estilo habitual. Sin embargo, y puede que motivada por el hecho de que el film todavía no se había estrenado (y que, en consecuencia, ella no lo había visto todavía), se anduvo con mucho cuidado a la hora de abordar el triángulo amoroso entre los personajes de Poe, Finn y Rey (la heroína que todavía no había sido mentada en este texto). Al recibir la pregunta, el primero en saltar a la palestra fue Oscar Isaac: «Creo que hay un romance que sucede de forma muy sutil. Ya sabes: tienes que mirar muy de cerca, tienes que ver la película varias veces para ver las pequeñas pistas«.
También hay que reconocer que el ambiente estaba caldeado gracias a varias declaraciones de Isaac en una declaración en Collider en las que no sólo le echaba la bronca a un entrevistador empeñado en asignar género a los androides, sino que, al ser preguntado de qué color le gustaría que fuera su sable de luz, respondía que le encantaría que fuera de los colores del arcoíris. ¿Estaba preparando Oscar Isaac el terreno para la avalancha de interpretaciones gays que estaban por llegar?
Y luego, claro está, tenemos la propia «Star Wars: El Despertar de la Fuerza«, donde se pueden encontrar perfectamente todas esas «pequeñas pistas» a las que aludía Isaac en el programa de Ellen DeGeneres. A nadie se le escapa que la química entre Poe y Finn está ahí: desde el minuto cero en el que se encuentran, Poe coge a Finn bajo su ala (le da un nombre, le aleja de la Primera Orden). Cuando Finn cree que su salvador ha muerto, se pone su chaqueta y no se la quita en el resto del metraje. De hecho, cuando por fin descubre que su «amigo» sigue vivo (en una escena en la que Isaac desciende de un avión envuelto en un aura de peli porno gay… o puede que esto me lo esté imaginando yo de forma totalmente gratuita), no sólo se abrazan con una efusividad e intimidad impropia de un par de machos, sino que Poe prefiere que Finn se quede su chaqueta porque le queda bien. Aquí podría lanzar muchos comentarios jocosos y jodidamente maricas. Pero me contengo. Igual que tengo que contenerme a la hora de hablar de esa otra escena, presente incluso en el trailer del film, en la que ambos personajes se despiden antes de la batalla mientras la cámara gira en torno a ellos como si de una rom com se tratase. Para más inri, la última vez que vemos a Poe en «Star Wars: El Despertar de la Fuerza«, está corriendo hacia el cuerpo inconsciente y herido de Finn.
Todo esto podría ser nada, evidentemente, pero lo que ha acabado de prender fuego a las teorías conspiranoicas es que tanto J.J. Abrams como Oscar Isaac hayan revelado que, en las primeras versiones del guión, el personaje de Poe Dameron moría tras rescatar a Finn… Pero que, sin embargo, Abrams justificó el cambio de idea ante Isaac diciéndole que había encontrado la forma de que su personaje jugara un papel relevante en el film que no hiciera perder el tiempo a los fans. ¿Podría haber algo más relevante que convertirse en el primer personaje gay de la historia de «Star Wars«?
Llegados a este punto, habrá quien se pregunte: ¿y qué carajo importa si «Star Wars» incluye un personaje gay o no? ¿Cambiaría algo en el mundo? La respuesta es fácil: sí, sí que cambiaría algo en este mundo. Puede que haya quien crea que ya no es necesario luchar por la normalización de la cuestión homosexual. Y no voy a ponerme dramático: está claro que la mayor parte del terreno ha sido conquistada. Eso es innegable. Pero también es interesante pensar que, más allá de las miles de películas queer absurdas repletas de buenorros apolíneos y de los films independientes empeñados en enseñar las sombras más chungas de la cultura gay, «Star Wars: El Despertar de la Fuerza» podría enseñar que en una galaxia muy muy lejana también hay homosexuales. A las generaciones actuales puede que se la pele, pero ¿no será maravilloso que las generaciones que están por venir crezcan con la normalidad de ver que, en un universo repleto de seres extraterrestres de una variedad realmente asombrosa, también puede existir cierta variedad de preferencia sexual?