¿Harto de que los cómics, los libros y las pelis te lo expliquen todo? Te rendirás ante «Un Océano de Amor», la novela gráfica muda de Lupano y Panaccione.
Eso de que vivimos en la era de la sobre-información es una afirmación que funciona a diversos niveles. El primero es de sobras conocido: que si desde los medios nos abruman con excesos informativos que a veces no son necesarios, que si Internet pone a nuestra disposición un infinito mar de informaciones no siempre tan contrastadas como sería deseable… Pero resulta que la era de la sobre-información también es algo que funciona de forma interna en muchos de los productos de entretenimiento del siglo 21: vivimos una época en la que el arte narrativo en general vive obsesionado por no dejar nada a la imaginación.
Al fin y al cabo, esto tiene que ser algo ligado a la superación continua de tabús argumentales: hace décadas que nos embarcamos en una obsesión absoluta por hablar de todo aquello de lo que no había estado permitido hablar hasta el momento, ya fuera el amor homosexual, los impulsos homicidas o los pliegues más oscuros del sexo. Hablar, hablar, hablar… sin parar. Y, por el camino, puede que olvidáramos una cosa de vital importancia: que, a veces, un argumento es mejor por lo que sugiere que por lo que cuenta. Que, en ocasiones, es mucho más interesante que te den las claves para que vuele tu imaginación en vez de enterrarte debajo de datos que maten la libertad por la vía de la coherencia.
«Un Océano de Amor» apela a algo que todos llevamos dentro: la capacidad de fascinarnos con cuentos presuntamente infantiles que contienen otras capas de lectura.
Y si digo todo esto es porque, básicamente, estos son los primeros pensamientos que te vienen a la cabeza cuando cierras «Un Océano de Amor«, el cómic de Wilfrid Lupano y Gregory Panaccione que acaba de publicar en nuestro país Reservoir Books después de que fuera galardonada con el Premio de Cómic FNAC Francia 2015. Una novela gráfica que ha vendido más de 50.000 ejemplares en nuestro país vecino pese a tener una particularidad bastante poco común: es un cómic mudo. No hay palabras. No hay largas explicaciones de emociones ni de tramas. Y, sin embargo, es inevitable pensar que el éxito de «Un Océano de Amor» no ha acontecido «pese a» ser un cómic silente, sino más bien precisamente gracias a esta característica.
El dibujo de la obra de Lupano y Panaccione recuerda a la vez a Plimpton y a «Las Trillizas de Belleville«, mientras que su argumento no podría apelar de forma más directa a los buenos sentimientos: con un ritmo apasionante (que cada lector interpreta a su manera, claro está), «Un Océano de Amor» narra la odisea de un pescador perdido en alta mar para volver a su casa en paralelo a la lucha de su mujer por rastrearle, encontrarle y devolverle a su lado sano y salvo. Que nadie piense, sin embargo, en héroes de proporciones griegas: él es un señor diminuto con unas gafas que le hacen unos ojos gigantescos, y ella es una señora rechoncha vestida de chacha capaz de convencer a la jet set de que el ganchillo es la última moda.
Repito: puede que los buenos sentimientos y la amabilidad generalizada sea demasiado para todos aquellos sólo saben relacionarse con el mal rollo y la intensidad oscurantista. Pero es que «Un Océano de Amor» apela a algo mucho más sencillo, algo que todos llevamos dentro: la capacidad de fascinarnos con cuentos presuntamente infantiles que contienen otras capas de lectura si no más profundas, sí verdaderamente enriquecedoras. La novela gráfica de Lupano y Panaccione contiene una moralina ecologista, una apuesta por los valores del mundo antiguo y, sobre todo, un canto a un modelo de amor que, por tradicional, no deja de ser la aspiración de cualquier ser humano en este mundo que nos ha tocado compartir. Y, sobre todo, «Un Océano de Amor» es una oportunidad para disfrutar de un entretenimiento que estimula tu imaginación en vez de adormilarla. Agradecido sea.