Por culpa de los festivales, ya hace tiempo que hablamos de los destacados de la cartelera semanal: «Él, Yo y Raquel» y la necesaria «Taxi Teherán».
Ya está, ya nos hemos metido de cabeza en esta época en la que nos enfrentamos a un continuo deja-vu a la hora de enfrentarnos a la cartelera semanal. No es culpa nuestra, es culpa de que el circuito de festivales nos obliga a hablar continuamente de todo un conjunto de películas que, cuando por fin se estrenan de forma oficial, ya están un poco «quemadas». Esta semana, la única que se salva de esta sensación es precisamente «Segundo Origen«, y todavía no está claro si Carles Porta habrá conseguido estar a la altura del icónico texto original de Manuel de Pedrolo.
Así que mejor dejémosla en barbecho, igual que esa «El Club» que tiene a la crítica debatiendo si Pablo Larraín es el nuevo niño intocable del cine latinoamericano o no. La película sobre la que parece no haber ningún tipo de duda crítica es «Yo, Él y Raquel«, la jodidamente bochornosa traducción de esa «Me and Earl and The Dying Girl» que convenció a propios y a extraños en Sundance y que, en su paso por San Sebastián, volvió a seducir a público y crítica. Con una historia de niña moribunda y amistad adolescente, ¿qué puede salir mal en la película de Alfonso Gomez-Rejón? Nada. Absolutamente nada.
Igual ocurre con «Taxi Teherán«: cualquier nueva (no)película de Jafar Panahi tiene asegurado un ratio de atención máximo debido a la triste situación política del director. (Por si no lo sabes: debido a su militancia contestataria, Panahi fue condenado a no poder rodar «películas» -de ahí que se haya especializado en «no-películas»- y a no poder salir de Irán.) Pero es que, en el caso de «Taxi Teherán«, lo necesario del ejercicio es incontestable: un conjunto de conversaciones en las que Panahi hace de taxista y los pasajeros, al fin y al cabo, arrojan un retrato nada cómodo del Irán actual. Y esto es a lo que se dedica Jafar Panahi: a facturar el mejor cine posible desde el no-cine.
https://youtu.be/wlkHDf9FV2w