Es el precio de ir a tu puta bola y a tu ritmo… Que la gente no está por lo que tiene que estar. Que, oye, tampoco es culpa de la gente y nos vamos a poner chungos: nos hemos acostumbrado a vivir al límite, a una velocidad vertiginosa, a pasar de un hype al otro casi sin darnos cuenta. Y, evidentemente, engarzados en este marco situacional, ¿quién carajo puede pedirnos que nos paremos a considerar las cosas en su justa medida y no a través de los diferentes asideros temporales con los que solemos movernos en lo que a crítica musical se refiere?
Soy consciente de que todo esto está sonando a galimatías, pero dejad que haga un poco como Matías Prats y diga eso de «permíteme que insista…«. Porque este «Mercy» de Active Child se merece mi insistencia a la hora de esclarecer un poco el motivo por el que debería ser escucha obligada para este año 2015 o para cualquier otro de los años que están por venir. Al fin y al cabo, lo que ocurre aquí (y lo que intentaba explicar con el párrafo inicial) es que al proyecto de Pat Grossi se le han metido en dos sacos diferentes por culpa de que el hombre no es el compositor más rápido del lugar: cuando se publicó su primer EP, «Curtis Lane» (Merok, 2010), andábamos todos a la gresca con el chill wave, así que le introdujimos en ese saco y nos quedamos tan panchos; y, cuando apareció su debut en largo, el todavía más que vigente «You Are All I See» (Vagrant, 2011), tardamos cero coma en utilizarlo como uno de los primeros puntales del nu-r&b que estaba dándole un meneo al género con más alma a partir de los presupuestos más digitales.
Pero aquí ocurre una cosa: Active Child nunca hizo chill wave igual que tampoco le interesó un fóquin pimiento la renovación del r&b. Porque, ahora, escuchando sus discos en perspectiva y contrastándolos contra su último «Mercy» (Vagrant, 2015), hay que rendirse a una evidencia muy básica: Active Child siempre ha sonado a Active Child, independientemente del hype que estuviera partiendo la pana en ese momento concreto. Evidentemente, en su música pueden encontrarse (escasos) rastros de chill wave y (abundantes) trazas de nu-r&B, pero «Mercy» viene a demostrar que, desde su primer lanzamiento, Pat Grossi tenía claro que, por encima de estos rasgos peregrinos, Active Child tenía un ADN independiente, único, original e intransferible.
Que estamos ante un disco de puta madre es algo más que evidente. Pero es un disco de puta madre que va a sufrir las consecuencias de que Active Child vaya a su puta bola…
Un ADN que podría resumirse en tres grandes rasgos: la impresionante voz de Grossi, con ese punto afeminado y agudo del que cualquier renovador del r&b huiría como de la peste por eso de que andan todos obsesionados con ser el empotrador mayor del reino; una dulce tensión entre instrumentación analógica aplicada siguiendo preceptos de minimalismo formal y una preponderancia de lo digital que afecta sobre todo a una rítmica siempre cercana al pop electrónico más bailable; y, por último, una emoción que todo lo embarga, una especie de capacidad innata para encender el corazón con llamas plácidas que no queman, pero que calientan. Si fuera creyente, aquí hablaría de Gracia Divina y esas cosas. Pero como no lo soy, lo dejaré en que «Mercy» sigue siendo 100% Active Child en lo que respecta su capacidad de elevar tu alma de forma mística.
Es este un disco que consigue tocar palos muy diversos sin dejar de tener una (inexplicable pero incontestable) coherencia interna: hay llamadas al baile de la era Chvrches como «Stranger«; hay momentos de sensualidad nu-r&b como la sublime «Never Far Away» o la muy inc. «Mercy«; y, sobre todo, hay baladas de envoltorio sintético pero corazón en llamas como «Lazarus«, «These Arms» o esa «Too Late» que, a base de poco más que un piano y un estribillo matador, debería convertirse en himno del año para todos aquellos a los que no les avergüence dejar en evidencia su ñoñería de ínfulas más masivas.
¿Dónde está el problema? En que Active Child ya no opera en las coordenadas de ningún hype al uso. Su primer EP podía cogerse por los pelos dentro del rollito chill wave. Su debut en largo sirvió para que muchos lo consideraran uno de los padres de la renovación del r&b. Pero, en «Mercy«, Pat Grossi hace lo que le da la gana sin forzar concesiones a hypes presentes que ayuden a colar el disco en los medios de comunicación más vagos. Que estamos ante un disco de puta madre es algo más que evidente. Pero, como decía al principio (y por desgracia), es un disco de puta madre que va a sufrir las consecuencias de que Active Child vaya a su puta bola y a su ritmo.