Cosquilleo, escalofrío placentero, fritura cerebral… Ese gustor que sientes a veces se llama ASMR y este artículo te dejará claro de qué se trata.
Siempre pensé que empezaría este texto con una frase presuntuosa y llamativa, del estilo ESTE ARTÍCULO PODRÍA CAMBIAR TU VIDA. Luego pensé que no. Pensé que quizás el lector ya está lo suficientemente enterado de todo lo relacionado con el ASMR o que, si no es el caso y este artículo se lo hace descubrir, lo más probable es que los vídeos y creaciones audiovisuales que comentaremos aquí y en las próximas entregas de este especial no le hagan sentir nada, o que incluso le produzcan un cierto rechazo.
No obstante, existe la posibilidad (¿En qué proporción? ¿Una entre cien? ¿Una entre mil?) de que hasta ahora no supieras que esa sensación placentera un poco extraña que experimentas ante ciertos estímulos sonoros o visuales se llama ASMR, que mucha gente en el mundo la comparte contigo y que hay toda una comunidad global dedicada a hacer videos que generan este fenómeno aún bastante desconocido en términos científicos. Entonces, y solo entonces, sí, este artículo podría cambiar tu vida.
Pero empecemos por el principio… ¿Qué es el ASMR?
Cosquilleo, escalofrío placentero, «gustor», fritura de cerebro. Son expresiones, algunas bastante sui generis, que he leído o escuchado cuando personas que lo experimentan han intentado describirlo. La verdad es que parece complicado expresarse en unos términos que todo el mundo pueda llegar a entender, y lo fácil es caer en explicaciones vagas. Si consultamos a la fuente de sabiduría por excelencia (vamos, la Wikipedia), el ASMR o «respuesta sensorial meridiana autónoma», consiste en “un fenómeno perceptivo que se caracteriza por una sensación particular y placentera de hormigueo en la cabeza, el cuero cabelludo, la espalda o extremidades en respuesta a estímulos visuales, auditivos, táctiles, olfativa o cognitivos”.
Pero, ¿cuáles son esos estímulos tan vagamente descritos en Wikipedia? Por citar algunos de los más frecuentes y usados en los videos ASMR:
- Susurros cercanos al micrófono.
- Voces suaves y relajadas.
- Mouth sounds, que incluyen desde chasquear los labios hasta sonidos de masticación).
- Crinkling sounds: de difícil traducción, referido a los sonidos producidos al arrugar ciertos materiales, como envoltorios plastificados o bolsas de plástico rígidas).
- Tapping: dar golpes suaves con los dedos sobre alguna superficie.
- Acariciar superficies lisas (como una hoja de papel o un escritorio).
- Movimientos de manos cercanos a la cámara.
- Situaciones de atención personalizada, donde entran básicamente los populares roleplays, siendo quizás los más característicos los de exploraciones médicas, maquillaje y peluquería.
Además, es habitual que, de cara a potenciar el efecto ASMR, el sonido de muchos de estos videos sea capturado por medio de un micrófono binaural.
Es cierto que la mayoría de las personas que experimentan esta sensación ya la han descubierto a lo largo de su vida, normalmente en edades tempranas, mediante estímulos encontrados, por así decirlo, al azar. Actualmente, no obstante, estos estímulos llegantípicamente estructurados en forma de videos compartidos online, principalmente en YouTube, creados por personas (conocidas como ASMRtists) que buscan deliberadamente generar ASMR en el espectador.
Por supuesto, ni todo el mundo que experimenta ASMR lo hace con todos los estímulos mencionados anteriormente ni la intensidad de la sensación es la misma con los diferentes triggers que sí son capaces de provocar ASMR en un individuo. Por tanto, estaríamos hablando de una evidente variabilidad interindividual. Sin embargo, también existe variabilidad intraindividual. Es decir, que los mismos estímulos no desencadenan la misma sensación en la persona que los recibe, y que el efecto varía dependiendo del contexto (hora del día, ambientación, predisposición personal). No solo eso, sino que al parecer uno desarrolla tolerancia al ASMR, y los tingles, ese famoso cosquilleo, pueden desaparecer tras la repetición del estímulo a lo largo de días o semanas.
Tolerancia, sensibilización, sensación placentera, incluso adicción. Estos términos, que parecen estar asociados en mayor o menor grado con el ASMR, sin duda nos retrotraen a otras situaciones en las que se produce una alteración euforizante de la consciencia, tales como el consumo de ciertas sustancias psicoactivas. Por ello, un campo de interés científico abierto en este momento consistiría en evaluar, mediante pruebas de resonancia magnética cerebral funcional, qué partes del cerebro se “activan” en las personas que experimentan ASMR mientras les son presentados vídeos que normalmente generen en ellos esta sensación de cosquilleo en la cabeza, que además servirían para evaluar qué diferencias existen entre el cerebro de estas personas y los que llamaríamos sujetos control, gente que no nota esta sensación ante los estímulos generadores de ASMR.
No obstante, estos estudios presentan un pequeño problema estructural, ya que el intenso ruido que se produce en las exploraciones de resonancia magnética y el cierto estrés inherente a una prueba médica de este tipo no parecen formar parte de las condiciones idóneas para generar ASMR.
El único artículo publicado en una revista científica indexada en PubMed (la mayor base de datos de publicaciones médicas) hasta la fecha es “Autonomous Sensory Meridian Response (ASMR): a flow-like mental state”, de la Dra. Emma L. Barratt y el Dr. Nick J. Davis del Departamento de Psicología de la Universidad de Swansea. El artículo, publicado en el volumen 3 de la revista Peer Journal en este mismo año 2015, no aporta pruebas fisiológicas sobre la veracidad del ASMR, pero sí es un extenso y muy interesante estudio demográfico sobre diversos factores en los que convergen o divergen los individuos que experimentan este extático fenómeno.
La muestra del estudio incluye a 475 personas que afirman haber experimentado ASMR y ser consumidores habituales de estos videos. De ellos, un 98% relaciona el ASMR con la búsqueda de la relajación y un 80% como ayuda para dormir. Llama la atención el 5% de personas que lo utilizan como estímulo sexual. Los triggers más comunes son los susurros (75%) y la atención personalizada (69%). La gran mayoría de participantes (81%) prefieren ver los videos justo antes de ir a dormir, mientras que un 30% afirman ver este material en su tiempo libre, independientemente de la hora. Sí existe acuerdo en que las personas encuestadas prefieren un entorno tranquilo y relajado para ver estos videos. La mayoría de participantes en el estudio refieren haber experimentado su primera experiencia ASMR antes de los 10 años. Dicha experiencia es similar en la forma de presentación en estos individuos, con una sensación de cosquilleo originada en la parte posterior de la cabeza que desciende por la columna y en ocasiones hacia los hombros, pudiendo alcanzar la región lumbar, los brazos y las piernas, en casos en los que la sensación es más intensa. De especial interés resulta el hecho de que el 80% de encuestados refiere un efecto positivo en su estado de ánimo mientras ve estos videos, y el efecto parece ser de más intensidad en los casos donde los participantes refieren un status depresivo. Asimismo, parece haber una relación entre el ASMR y otro fenómeno de anomalía en la percepción sensorial como la sinestesia, que se presenta en el 4.4% de la población general y en un 5.9% de los pacientes con ASMR incluidos en el estudio.
En definitiva, aunque el artículo se trata de un simple estudio descriptivo poblacional, sugiere una serie de evidencias demográficas con respecto al ASMR que probablemente traducen una base fisiológica real y con una cierta implicación terapéutica a la hora de mejorar estados de ánimo e incluso síntomas de dolor crónico.
La historia del ASMR es una historia reciente, desde que a principios de 2010 ciertos internautas empezaron a referirse a este fenómeno como AIHO (acrónimo para attention-induced head orgasm) para ser posteriormente bautizado de forma definitiva hacia la primera mitad de 2011. Desde entonces hasta la fecha, la popularidad del ASMR no ha hecho otra cosa que crecer de forma muy marcada.
Ello ha propiciado incluso la creación de una especie de star-system dentro de la comunidad ASMR, con ídolos de una escena cada vez menos minoritaria, menos marginal, aunque aún con una cierta aura de misterio. Un star-system que, en algunos casos, ha sabido monetizar de forma bastante efectiva sus creaciones, no solo por los réditos derivados del número de visitas en sus videos de YouTube, sino también por la vía del mecenazgo y las donaciones (ahí están los más 2300$ que se embolsa al mes ASMRRequests, los casi 1400$ de Ephemeral Rift o los 750$ de Fairy Char ASMR, sólo mediante donaciones en Patreon).
Por todo ello, por el tejido social en expansión al respecto del ASMR, por las eventuales implicaciones derivadas de su investigación científica y por la capacidad lucrativa del fenómeno, parece que la cúspide del ASMR por lo que se refiere a su popularidad aún está por llegar.