FKA Twigs lanza el EP (y pieza audiovisual sublime) «M3LL155X» y nos obliga a preguntar: ¿se está convirtiendo en la diva definitiva del siglo 21?
Hace algún tiempo, alguien intentaba corregir en uno de mis textos la utilización de «siglo 21» en vez del correcto «siglo XXI». Tuve que explicarme: usar «21» y no «XXI» no fue ni sigue siendo un desliz, sino una decisión plenamente consciente. Es, al fin y al cabo, jugar con el código del lenguaje. Me gusta pensar que, como periodistas, parte de nuestra labor es desconfiar de las normas establecidas y mostrarnos lo más abiertos posibles a la hora de descifrar los códigos de los nuevos tiempos para asimilarlos a nuestra propia escritura. Escribir «siglo 21» tiene sus implicaciones, unas cargas de modernidad que me gusta utilizar para hablar a las claras de una fractura rupturista con las convenciones del siglo pasado.
Y si me permito esta disertación aquí y ahora es porque, definitivamente, FKA Twigs está postulándose de forma más que sublime para ser la artista definitiva del siglo 21 (y no del siglo XXI… eso se lo dejamos a Lady Gaga, a Beyoncé y a todas esas divas que siguen operando dentro de los límites de códigos anquilosados marcados por la industria musical de hace décadas). Lo que me conduce hacia una afirmación tan bestia, tan a bocajarro, es el lanzamiento por sorpresa justo en mitad del verano, que es cuando nadie mira, de «M3LL155X» (Young Turks, 2015), algo que podría tildarse de EP pero que va mucho más allá del contenedor estanco de este formato.
No andamos sobrados de divas como FKA Twigs a las que podamos rendir pleitesía desde los márgenes (o el «indie» o la «alternativa» o la «hipsteria» o lo que os dé la gana).
Empecemos por los hechos puros y duros: «M3LL155X» apela al siglo 21 desde su propio título, ya que debe leerse como «Melissa» pero está escrito con un código que a alguien que supere los 30 años le parecerá sánscrito pero que las generaciones que nos vienen detrás descifrarán sin esfuerzo alguno. El EP está compuesto de cinco canciones, dos de las cuales ya habíamos escuchado con anterioridad: «Glass & Patron» sirvió de fondo para el anuncio que la Twigs dirigió para Google Glass y a principios de este mismo año ya alucinó a propios y a extraños con un videoclip dirigido por la propia artista, mientras que «Figure 8» apareció de la nada hace algunas semanas, sin que supiéramos ver que era el aperitivo de este «M3LL155X«.
Los cinco temas del EP, por mucho que mantienen grandes similitudes con la estética sonora de Arca (¿eternamente ligado al imaginario de esta artista?), vienen producidos por Boots, tic y Cy An. Todos ellos mantienen el pulso y las constantes vitales de «LP1» (Young Turks, 2014) e incluso las amplían: fascinan los ecos orientales de «In Time«, por ejemplo, mientras que el ritmo de golpes bajos de «Glass & Patron» asimilan a la perfección las enseñanzas de Boots a la producción. El conjunto es sólido como un cubo de mármol de Carrara: FKA Twigs sigue explorando los pliegues de la propuesta de «LP1«, lo que sólo puede conseguir aumentar más todavía la parroquia de sus fieles, pero añadiendo suficientes variaciones para mantener en alerta a los que hace tiempo que la siguen.
Pero, tal y como decía más arriba, «M3LL155X» es mucho más que un EP: su lanzamiento ha venido acompañado de una pieza audiovisual de casi 17 minutos que engloba los cuatro primeros cortes del EP (y deja fuera, tristemente, la muy epatante «Mothercreep«). Habrá quien piense -y critique- que esto no es más que cuatro videoclips de bajo presupuesto empalmados los unos con los otros sin ningún tipo de coherencia interna… Pero ahí está la maternidad, por ejemplo, como hilo conductor temático de todos los videos (y como collejón sublime a aquella polémica que puso en la palestra su relación amorosa con Robert Pattinson). También la propia estética (visual y coreográfica) de la Twigs como un juego de suma y sigue a la hora de construir un imaginario personal e intransferible. Aunque ya se sabe: haters gonna hate, y si hay alguien que quiera ver esto como un movimiento barato, no habrá forma de quitarle la idea de la cabeza.
Las cuatro piezas que conforman el todo de «M3LL155X» son hipnóticas: «Figure 8» se abre haciendo apología de la fascinante afición por la fealdad de Michèle Lamy, tatuada y pintorrejeada como una bruja que anuncia el Apocalipsis con sus movimientos de sus manos; «I’m Your Doll» parece parafrasear el «Under The Skin» de Jonathan Glazer poniendo a la artista en la posición de una muñeca hinchable que acaba preñada; «In Time» explora la estética de los videoclips de r&b noventeros a la vez que los pone en una posición de extrañeza absoluta; y, finalmente, «Glass & Patron» es el mismo videoclip que vimos hace algunos meses, aunque hay que reconocer que no ha perdido ni un gramo de su capacidad para dejar con la boca abierta.
Hace ahora casi un año que escribía la crítica de «LP1», apuntando ya en aquel texto que FKA Twigs bien podría convertirse para las nuevas generaciones en el equivalente de lo que Björk fue para todos aquellos que ahora retozamos en nuestra treintena. Ahora, con «M3LL155X» sobre la mesa, reitero aquella idea: de forma más que similar a la de la islandesa, la Twigs está jugando su propio juego, haciendo las concesiones justas a la palestra. No andamos sobrados de divas a las que podamos rendir pleitesía desde los márgenes (o el «indie» o la «alternativa» o la «hipsteria» o lo que os dé la gana) pero que también puedan petarlo a lo grande. Movimientos como este «M3LL155X» demuestra que FKA Twigs puede ser la elegida: habla el código del nuevo siglo, de las nuevas generaciones. Y si resulta que eres incapaz de escuchar este código, no te preocupes: está comprobado que, al envejecer, perdemos la capacidad para escuchar cierto rango del espectro de sonidos. Será cuestión de edad.