¡Ya basta de consumir 100 fotos por minuto en Instagram! Iván Rodríguez Faba te hace reflexionar con cada una de las polaroids de «Holographic Prince».
Echémosle la culpa a los feeds inacabables de Instagram, Tumblr y otras redes sociales similares en las que el principal pasatiempo consiste precisamente en ir haciendo scroll infinito y saltando de una imagen a otra sin detenerse más de dos segundos en cada una. Bien pudiera parecer que ese es el signo de estos tiempos modernos en los que respecta al «consumo» del sacrosanto arte de la fotografía… Pero, por suerte, hay ciertos fotógrafos que luchan contra esta tendencia de la mejor forma posible: desde su propio arte. Y uno de esos fotógrafos es, no cabe duda alguna, Iván Rodríguez Faba.
También hay que reconocer que Rodríguez Faba es mucho más que un fotógrafo: es un artista multidisciplinar que tiene editados quince discos, seis libros (tres recopilatorios de historias cortas y tres tomos de poesía) y algunos fanzines. Ahora, además, puede añadir a su currículum el logro inconmensurable todo el tinglado que ha montado bajo el nombre «Holographic Prince«. Y si decimos «tinglado» es porque esto va mucho más allá de una exposición de polaroids: por mucho que este sea el corazón de la propuesta, tampoco habrá que perder de vista que «Holographic Prince» también es un libro que recopila las imágenes de Rodríguez Faba (editado por Arthur Farm) y una mixtape en forma de casete disponible en una limitadísima edición de diez unidades, todas firmadas por el autor.
Aun así, y tal y como decíamos más arriba, el corazón de «Holographic Prince» es una exposición de polaroids que podrá verse primero en Barcelona desde el 30 de julio hasta el 28 de agosto en The Impossible Project. El 10 de septiembre, por su parte, la exhibicion viajará hasta Madrid, donde podrá catarse durante un mes entero en Walden Photography Store & Visual Supplies Co. Así que, vivas donde vivas, no tienes excusa para no disfrutar de esta exposición en la que Iván Rodríguez Faba juega con el concepto de azar, intenta doblegarlo para crear un espacio de extrañeza que impacto en el espectador, obligándole a reflexionar sobre lo que está viendo, a revisar si los conductos que unen ojo y mente están funcionando correctamente.