Vinieron, vieron, vencieron y… al cabo de una hora escasa, se fueron. Parecía que las neoyorquinas Vivian Girls tenían prisa por finiquitar la extensa gira española con motivo de la presentación de su nuevo y reluciente álbum, “Share The Joy” (Polyvinyl / Houton Party, 2011), que las había acercado ya a siete ciudades (cinco de ellas incluidas en el circuito de la nueva temporada del Heineken Music Selector) antes de llegar a su última parada, Vigo (también bajo el amparo de la marca cervecera). Aún así, no se puede decir que el trío no se tomara en serio su actuación en La Fábrica de Chocolate. Nada más lejos de la realidad: la banda rayó a gran altura y se vació sobre las tablas, empujado por las perfectas condiciones para trasladar al directo su bullicioso repertorio (cierta oscuridad, ambientación garagera y proximidad total al público) y por el equipo de sonido de la pequeña sala, que aguantó el atronador ruido escupido por la guitarra de Cassie Ramone, el bajo de Katy Goodman y la batería de la salvaje Fiona Campbell (dan fe de ello los oídos saturados de un servidor).
La rubia Cassie hizo honor a su apellido y pronto apretó el botón de su batidora sónica con los primeros acordes de “Never See Me Again”. Pese a que la fase inicial del show escapó levemente del noise acelerado para adentrarse en terrenos más diáfanos y melódicos: “Can’t Get Over You”, “I Heard You Say” y, sobre todo, la larga y sinuosa “The Other Girls” (con varios tramos deudores de Pixies) demostraron la habilidad de las brooklynitas a la hora de conjugar la fuerza del rock con brillantes armonías pop. Eso sí, a la mínima oportunidad enarbolaban la bandera ruidista que tanto les caracteriza, como en “Lake House” y “When I’m Gone”, momentos en los que Cassie, sabedora de su papel al frente del grupo y en contraste con su fina y delicada figura, desgañitaba su voz al máximo a la vez que rasgaba con fiereza sus seis cuerdas. Junto a ella, una pizpireta y dicharachera Katy Goodman (daba las gracias continuamente y alentaba al respetable a adquirir alguno de los CDs de su último disco en el puesto del local) ponía el contrapunto dulce gracias a sus coros (a veces imperceptibles) en “Sixteen Ways” y a sus palabras en el diálogo femenino entablado en “Take It As It Comes”, lograda puesta al día del pop americano de los 50 y los 60.
Quedaba claro que en Vivian Girls los roles están bien definidos. A Fiona Campbell le correspondía el de aportar su brutal base rítmica y enseñar la cara más sudorosa, literalmente, del grupo. Menos mal que sus compañeras le dieron un respiro con “Before I Start To Cry” antes de atacar un tramo final de concierto culminado por “Dance (If You Wanna)” y “Tell The World” que transcurrió tan veloz que, en lo que se tarda en girar el cuello y volver a tornar la mirada, las tres neoyorquinas ya se estaban bajando del escenario para enfilar la salida. A pesar de los tímidos gritos de parte del público para que Cassie, Katy y Fiona volvieran a colocarse tras sus instrumentos, el cuento se había acabado. Pero esta vez, las chicas no eran las víctimas de la historia, sino las heroínas. Porque Vivian Girls son muy guerreras. Vaya si lo son…