Si eres de esos a los que le tiembla el corazón con la poesía de Walt Whitman, necesitas leer «Crónica de mí Mismo»: las cartas autobiográficas del autor.
Es difícil sumergirse en las venas de «Song For Myself» de Walt Whitman y no salir de allí irremediablemente fascinado, o directamente quedarse total y completamente atrapado por la enorme fuerza magnética y vital que desprenden todos y cada uno de los versos de tal mastodóntico poema. «I celebrate myself, and sing myself / And what I assume you shall assume, / For every atom belonging to me as good belongs to you.»: en él se encierra todo Whitman, y con él todos nosotros, todo su vitalismo, su deísmo, su incesante búsqueda de experiencias comunes y compartidas con cada partícula -sea persona, animal u objeto- del cosmos. Pero no hay que confundirse: en él está todo Whitman como poeta, pues no hay que olvidar que un poema -por muy sincero que se presente- es un artilugio en el que ni un espacio en blanco es inocente, y es inútil basarse en él para conocer al poeta como personalidad fuera de sus páginas.
Sin embargo, todos aquellos que alguna vez han quedado totalmente prendados del gran atractivo del padre de la poesía americana están de suerte: tal afán de curiosidad o biografismo que suele siempre despertar una figura a la que se admira puede por fin satisfacerse al respecto de Whitman… y de la mejor manera posible, que viene a ser nada más y nada menos que con sus mismas palabras. Errata Naturae publica por primera vez al castellano «Crónica de mí Mismo«, un recorrido a través de cincuenta años y más de cien cartas por una de las personalidades más asombrosas que han pisado la Tierra.
Emerge así de estas cartas un Whitman totalmente desconocido hasta la fecha; un Whitman íntimo, personal y cercano; un Whitman hombre y Hombre, con todos sus miedos, sus aspiraciones y sus momentos cotidianos. Aléjense los que busquen en estas páginas momentos cargados de altísima subliminidad, visiones cósmicas, éxtasis creativos o alguna clave secreta para comprender y descifrar los secretos poéticos de Walt Whitman, pues aquí no hay nada más (como si fuera poco) que un hombre cotidiano y mortal para quien la correspondencia escrita era un espacio común y compartido en el que se creaban e intensificaban todo tipo de lazos emocionales y amorosos.