¿Quién te iba a decir que el mejor «fish & chips» lo acabarías comiendo en la ciudad de Barcelona? Ojo, que lo de The Fish & Chips Shop es cosa muy seria.
He de reconocer que el concepto de «fish & chips» es algo que me ha inquietado siempre… En mis primeros viajes a Inglaterra, fue algo que evité a toda costa: su mala fama como plato de refrito infumable me quitó por completo las ganas de probarlo. Pero a todo cerdo le llega su San Martín (y a todo foodie le llegan sus momentos de debilidad), así que el momento llegó cuando tenía que llegar: una noche, a altas horas de la madrugada, salía de un club de Shoreditch más achispado de lo normal y, ¡zas!, el nivel de alcohol en mi sangre tomó la decisión de que ya era hora de probar uno de los platos británicos más icónicos, así que acabé en una de esas «shops» del barrio que te permiten pillar una bandejita de take-away a rebosar de pescado y patatas. ¿El veredicto? Oye, ni tan mal: aquello fue un buen chute de power-food que, al fin y al cabo, resultaba tener más enjundia y personalidad que los imperantes McDondald’s. Así que, en mis posteriores visitas a Gran Bretaña, nunca he dejado pasar la oportunidad de probar opciones menos grasientas que las de las «shops» de fast food (mi preferida hasta hace bien poco, por cierto, sería Poppies… pero esa es otra historia que no tiene por qué ser explicada en este artículo).
Y si he dado toda esta chapa sobre el concepto de marras es porque, al fin y al cabo, nunca hubiera esperado que el mejor «fish & chips» de mi vida lo fuera a comer en Barcelona, una ciudad en la que no hay prácticamente tradición a este respecto. Los «culpables» de todo este tinglado son los hermanos Alam, que han decidido abrir su The Fish & Chips Shop en el número 70 de la calle Rocafort en Barcelona (tocando con Gran Vía). Es un local pequeño, con apenas cuatro mesas, una barra interior y otra barra exterior en el propio ventanal de acceso al local. Priman las maderas cálidas, la iluminación acogedora, el hormigón a la vista y, sobre todo, un aprovechamiento del espacio pluscuamperfecto planificado para que todo el local dé hacia la calle y, a su vez, reciba el máximo de iluminación natural. Una decoración que va acorde al trato que recibes en cuanto cruzas las puertas de The Fish & Chips Shop: los hermanos Alam muestran inmediatamente una simpatía para nada invasiva que te hace sentir bienvenido y mejor acogido. Algo muy de agradecer en los tiempos que corren y en la ciudad que nos encontramos.
El corazón de The Fish & Chips Shop es, como no podía ser de otra forma, el «fish & chips». Como dice el propio Magid Alam, podría haber sido mucho más ambicioso y empezar con varios tipos de pescado y una carta mucho más completa, pero es mucho más efectivo centrarse en una propuesta y, simple y llanamente, perfeccionarla al máximo. Y una cosa os digo: el «fish & chips» de los Alam es una cosa muy seria. La base es una merluza de palangre fresca de una ternura extrema por dentro que contrasta a la perfección con el exterior de crujiente rebozado ahumado con leña de castaño. Para acompañar el pescado, las patatas se fríen con una mezcla de cuatros especias con un toque justo de picante para realzar los sabores generales del plato. Y, como toque final, salsa tártara, chutney de mango y diferentes tipos de vinagre para que cada uno aderece su «fish & chips» como prefiera.
Lo explicado hasta aquí es el corazón de The Fish & Chips Shop… Pero hay mucho más. Muchísimo más. Para empezar, poco a poco se van añadiendo nuevas propuestas más allá del «fish & chips», ya sea el bocadillo de calamares en su tinta con alioli o las «sardinas & chips» (introduciendo una variante de pescado azul que dé una alternativa al blanco de la merluza). Eso sin contar los postres gourmet, los desayunos poderosos y, claro, las bebidas: ya no es sólo que aquí vayamos a encontrar cerveza bien tirada y buen vermut, sino que el café es excelente (no sólo su calidad, sino también su preparación), la selección de licores es de no creérsela y en breve los Alam tienen previsto empezar a darle caña a ciertos cócteles que pueden convertirse en un must nocturno de los fines de semana (o de cuando te dé la gana). Sea como sea, una cosa os digo: Londres siempre ha sido mi ciudad preferida del mundo, pero gracias a propuestas como este The Fish & Chips Shop, cada vez me gusta más Barcelona.