Podríamos hacer una reseña al uso de «Final Fantasy Type-0″… pero preferimos explicar por qué esta entrega es un homenaje pluscuamperfecto a la saga.
La noticia ya está ahí: «Final Fantasy Type-0» ya ha superado el millón de copias vendidas en todo el mundo. Y esto es una noticia que habrá pillado a muchos desprevenidos… Pero que a cualquiera que conozca mínimamente la saga no le parecerá sorprendente para nada. Al fin y al cabo, los motivos para hacerse con esta entrega / puente entre «Final Fantasy XIII» y «Final Fantasy XV» (ya sabes: «Final Fantasy XIV» es un multijugador online y, por lo tanto, queda fuera de la lógica narrativa habitual de la saga) eran múltiples y muy seductores. El primero de ellos, el hecho de que la adquisición de «Final Fantasy Type-0» proporciona acceso a «Episode Duscae«, la primera toma de acceso con ese esperadísimo «Final Fantasy XV» que hace tiempo que apunta a revolucionar un poco la saga.
Pero, sobre todo, si hay un motivo básico para querer hacerse con «Final Fantasy Type-0» es precisamente porque, desde las primeras informaciones que se filtraron al respecto, quedó bien claro que esta entrega sería una especie de experimento que juntaría varios rasgos muy icónicos de diferentes juegos de la saga, los metería en una coctelera de última generación (el juego ya está disponible para Xbox One y PS4) y la agitaría bien fuerte… El resultado ha sido un título que hay que abrazar como lo que es: un lienzo en blanco sobre el que los creadores habituales de la saga han decidido experimentar, probar, mezclar conceptos y ver qué tal quedan los resultados. Entre esos resultados los hay brillantes y los hay menos pulidos (los gráficos a veces flaqueen no sólo en lo que deberíamos esperar en la nueva generación, sino en lo que solemos esperar de esta saga). Pero lo que no podrá negar nadie es que «Final Fantasy Type-0» ha conseguido ofrecer una propuesta totalmente novedosa a partir de la suma de elementos que llevan un buen tiempo ahí, por separado, desperdigados en diferentes entregas.
Mi intención a continuación es ofrecer mi particular puerta de acceso a «Final Fantasy Type-0» de una forma un tanto peculiar: a partir de sus conexiones con entregas pasadas de la saga. Advertencia: igual que no hace falta haber jugado ningún «Final Fantasy» para disfrutar de este juego, tampoco hace falta conocer la historia de la saga al dedillo para entender este artículo. Si eres un neófito, lo mejor que puede pasar es que acabes el artículo con un poco más de conocimientos de la saga por un lado y, por el otro, con unas ganacas tremendas de jugar a «Final Fantasy Type-0«.
EL ARGUMENTO. Un básico en la saga «Final Fantasy«: tiene que ser dramático, tiene que ser épico, tiene que ser mágico… Pero, sobre todo, tiene que tener madera de mito, de historia perdurable en el tiempo. Y hay que reconocerlo: el argumento de «Final Fantasy Type-0» cumple todos los requisitos mencionados más arriba. Un opening jugable asienta las bases narrativas: el equilibrio del mundo de Orience, sustentado por cuatro fuerzas diferentes cada una de ellas asentada en una porción diferente del territorio, se ve alterado cuando una de esas fuerzas decide atacar al resto. Pero la jugada sale mal en uno de los reinos donde la magia es particularmente poderosa: la idea era entrar, cargarse el Gran Cristal que «alimenta» de magia a todos sus habitantes y arrasar con el lugar. Pero los invasores, comandados por Cyd Aulstyne, no tenían en cuenta la existencia de la Clase 0: un grupo de jóvenes luchadores de élite que pueden seguir invocando magia incluso con el cristal inactivo.
A partir de aquí, ya sabes: te pones en la piel de la Clase 0, invocas a un bonito Odin y acabas repartiendo yoyas por doquier para restablecer la paz. Luego, lo típico: resulta que la Clase 0 pasa a formar parte de una academia que busca al elegido que, en forma de Agito (toma referencia a «Final Fantasy XIII«, una referencia que se acaba de completar con otra presencia ilustra: la de los lu’Cie ultra-poderosos), salve el mundo de Orience. Todo parece indicar que el Agito se encuentra entre los doce integrantes iniciales de la Clase 0, a los que se suman dos nuevos miembros que juegan el papel de esos recién llegados a través de los que te toca descubrir el mundo del juego. Otra cosa que también parece que tendrá importancia en la trama (igual que en tantas otras tramas de esta saga) son los secretos (¿de dónde salen los poderes de la Clase 0?) y, sobre todo, los recuerdos: en este caso, los soldados que caen en batalla son olvidados por el resto de mortales después de que el cristal absorba sus recuerdos… Y esto, sin lugar a dudas, va a ser la piedra filosofal sobre la que se erija el drama absoluto de «Final Fantasy Type-0». No hay duda.
LOS PERSONAJES. Uno de los grandes fuertes de la saga «Final Fantasy» es crear personajes míticos que quedan en la memoria de los fans (y acaparan concursos de cosplay en medio mundo, todo sea dicho). En «Final Fantasy Type-0» el grupo habitual de seis o siete personajes se amplía hasta la friolera de catorce miembros, todos ellos engalanados con uniformes que harán las delicias de los niponófilos. Cada uno de los personajes, por su parte, cumple a la perfección con un cliché habitual en la saga (el apesadumbrado, el garrulo, la empollona, el puro de corazón, la bruta, la tía buena inocentona…), asegurando así que absolutamente todos los jugadores tienen un personaje preferido que le sirva para engancharse cosa mala a todo lo que está por venir.
LA MECÁNICA DE JUEGO. Está claro que la mecánica de juego de «Final Fantasy Type-0» bebe directamente de «Final Fantasy X-2» y su apuesta por la acción mucho más directa, sin permitir que la sucesión de menús interrumpa el flujo de combate. Pero, ojo, porque aquí se complica esta mecánica hasta lo indecible: aunque sólo hay tres personajes luchando en cada combate (y puedes manejar a cualquiera de los tres, dejando los otros dos bajo el control de la IA), realmente tienes a los 14 miembros de la Clase 0 bajo tus órdenes: si muere un personaje, siempre podrás reemplazarlo por alguno de los que está en la retaguardia. Esto implica, además, que no es recomendable centrarte en jugar con tu personaje preferido: lo ideal es luchar con todos de forma equitativa, para que todos vayan subiendo de nivel y puliendo sus habilidades de forma simultánea.
Sea como sea, en «Final Fantasy Type-0» hay más novedades más allá de la propia mecánica de combate. Para empezar, y remitiendo al tercer capítulo de «Final Fantasy XIII» (donde la cuenta atrás hacia el Apocalipsis hacía que el tiempo fuera omnipresente) el argumento va avanzando de forma temporal: entre misión y misión hay todo un conjunto de horas que hay que «llenar» con acciones, misiones secundarios y otros menesteres. Y, como en cualquier otra entrega, aquí hay millones de conversaciones que mantener, así que no te agobies, que tienes juego para rato.
LA TÁCTICA. Dejo «la táctica» fuera del apartado de «mecánica de juego» porque, la verdad, es un gustazo encontrarse con un detalle como este en un juego como «Final Fantasy Type-0«. Una de las divisiones de la saga más añorada es, sin lugar a dudas, aquellos maravillosos «Tactics» que están pidiendo a gritos una adaptación al mundo de los smartphones… Y aunque aquellas mecánicas de cuadrículas y turnos no hagan aparición en esta entrega, sí que hay un fuerte componente táctico: una vez se accede al mapa del mundo (muy similar, por cierto, a los títulos más pretéritos como, ehem, «Final Fantasy VII«), el jugador se verá abocado a combates en los que deberá dirigir ejércitos, tomar pueblos (dentro de algunos de ellos será donde se desarrollan las misiones propiamente dichas) y realizar todo un conjunto de batallas tácticas realmente deliciosas. Una variación tremenda que, sin lugar a dudas, proporciona un buen soplo de aire fresco a la saga.
EL VICIO. Aquí llega el punto inexplicable de cualquier «Final Fantasy«… Y si digo que es «inexplicable» es porque, al fin y al cabo, ya me he encontrado en múltiples ocasiones en la tesitura de intentar explicar por qué vicia tanto un juego que, visto desde fuera (y desde el desconocimiento), puede parecer repetitivo hasta el absurdo. Misión, batalla, conversaciones, misión, batalla, conversaciones, misión, batalla, conversaciones y así hasta el infinito y más allá. Si no te has visto obcecado en concatenar combate tras combate en una zona repleta de monstruos para subir a tus personajes de nivel, es que no sabes de qué va esto de «Final Fantasy«. Y si no te has dejado llevar por el rollito teen y emo de las tramas de la saga tampoco entenderás, al fin y al cabo, que cierre este artículo diciendo lo siguiente: sé que voy a necesitar muchas horas, pero también sé que, al final, el argumento de «Final Fantasy Type-0» me arrancará varios lagrimones como puños. La historia se repite, sí, pero cada vez es más intensa.