The Cribs es el característico grupo inglés cuyo radio de acción se circunscribe casi exclusivamente a Gran Bretaña. Y, por extensión, el relativo éxito que ha cosechado a lo largo de su trayectoria no se entiende por completo fuera de las islas debido a su estilo pop-rock para muchos estereotipado, a veces reiterativo y, en último término, poco original. Sin embargo, allá por el año 2007, la banda de los tres hermanos Jarman (los gemelos Gary y Ryan y el más joven Ross) consiguió trascender esos límites gracias a su tercer disco, “Men’s Needs, Women’s Needs, Whatever” (Wichita, 2007), que incluía su gran hit: “Men’s Needs”, un corte que les permitió sonar en medio mundo, convertirse en un fenómeno viral en YouTube cuando el concepto aún se encontraba en pañales por obra y gracia de su videoclip, animar las discotecas indies más concurridas y girar en los reproductores de los fans de la nueva hornada británica que se consolidó aquel mismo año (Maxïmo Park, Art Brut, The Rakes, Bloc Party, Kaiser Chiefs…).
Daba la sensación que The Cribs aprovecharían la inercia obtenida para dar el siguiente salto en su carrera de la mano del mismísimo Johnny Marr, reclutado como miembro de la banda desde la grabación del álbum “Ignore The Ignorant” (Wichita, 2009) hasta el 2011. A esa época pertenecen singles tan resultones como “We Were Aborted”, “Cheat On Me” y “We Share The Same Skies”. Pero ahí se acabaría la gloria de The Cribs, al menos desde la perspectiva del oyente de la Europa continental, que después presenciaría cómo los Jarman -ya sin Marr a bordo- se perderían irremediablemente en la intrascendencia debido a la pujanza de valores emergentes que intentaban refrescar la escena brit-pop-rockera y la irrupción de géneros musicales modernos que fueron acaparando los gustos de los súbditos más jóvenes de Isabel II.
A pesar de todo, no hay que negar a The Cribs su mérito por empeñarse en seguir dando lustre al pop guitarrero de toda la vida y continuar buscando su lugar ideal en la actualidad musical más candente de Gran Bretaña (ergo, la que dicta el NME). Una buena muestra de ello es su nuevo LP, “For All My Sisters” (Sony RED UK / Sonic Blew, 2015), en cuya elaboración ha intervenido -como Johnny Marr en su momento- otra ilustre figura del pop de los 80, aunque sólo en tareas de producción: Ric Ocasek (líder de The Cars). Quédense con su nombre, porque de él parte una curiosa conexión que ayudará a entender los puntos definitorios del disco que nos ocupa y, por ende, de los actuales The Cribs. Revisando el currículum de Ocasek tras los mandos en trabajos ajenos, se observa que Weezer ocupan un lugar prominente en sus colaboraciones; y, consultando las andanzas más recientes de The Cribs, se descubre que los ingleses realizaron el año pasado una provechosa gira por Estados Unidos con Rivers Cuomo y los suyos. Blanco y en botella: el influjo de Weezer debería notarse en este disco…
Sí, no hay más que fijarse en el dulce pero poderoso desarrollo melódico de la inicial “Finally Free”, en la más evidente “An Ivory Hand” -con Gary Jarman transmutado vocalmente en el mismo Cuomo– o en “Pacific Time”, que se mueven según ese ritmo tan weezeriano que conjuga clasicismo pop de los 50 y 60 con electricidad power-pop. Incluso cuando el tempo se acelera las analogías continúan, como sucede en “Mr. Wrong”, “City Storms” y “Summer Of Chances”. Pero no sólo de Weezer viven The Cribs en “For All My Sisters”, ya que no se olvidan de ofrecer algunos destellos con personalidad propia: “Different Angle”, “Burning For No One” (de lo más potable del lote) y “Spring On Broadway” conservan el afán de los Jarman de dar con unos riffs y unos estribillos que enganchen. Con todo, una cosa es la legítima intención de partida de The Cribs de tomar como referencia a una banda fundamental del indie-rock yanqui para, incluso, americanizar su sonido y ampliar su libro de estilo; y, otra, el resultado final del experimento, que se queda en una especie de imitación en la que los ingleses diluyen buena parte de su identidad. Seguramente, en Gran Bretaña este juego metamórfico se ve con mejores ojos que al sur del Canal de la Mancha…