La música electrónica cada vez tiene más puntos en común con el mundo de los videojuegos. Y es que, al fin y al cabo, el mencionado mundo de los videojuegos empezó siendo un «no man’s land» pensado para acabar con todas las monedas que llevaras en el bolsillo durante tus visitas a los salones recreativos: en los 80, ponerte delante de una «máquina» nueva significa que te iban a follar en dos segundos antes de que pudieras hacerte con los controles del juego en cuestión. Lo que viene siendo un «sacacuartos» en su acepción primigénia, vamos. Con el tiempo, sin embargo, los videojuegos se han ido adocenando: la popularización de las videoconsolos acabó con los recreativos y, en consecuencia, con el imperativo de las monedas, así que los creadores se aplicaron un «relaja la raja» en toda regla y empezaron a bajar el nivel de dificultad de los videojuegos. A día de hoy, raro es el videojuego en el que te pueden «matar» de verdad o en el que la muerte del jugador implique algún tipo de molestia. Todo facilón y bien masticadito, por favor.
Y si digo que el mundo de la música electrónica cada vez se parece más a los videojuegos es precisamente porque cualquiera que viviera los 90 recordará perfectamente cómo medraron por aquel entonces todo un conjunto de sonoridades que ahora se consideran «difíciles»: no me estoy refiriendo al hardcore rave más popular (que también), sino sobre todo a toda una música que recogía la ferocidad del punk primero y de lo industrial después para meternos en el cuerpo el miedo recalcitrante hacia un futuro devastado y devastador. A día de hoy, sin embargo, ese tipo de ejercicios escasean en una música electrónica que ha acabado por tender hacia el hedonismo house o hacia la indolencia ambient. Incluso cuando hablamos de techno, solemos hacerlo en términos mucho menos agresivos que en el pasado… Por suerte, siempre existirán pilotos kakimaze impermeables al miedo como RNXRX.
Hernán Andrés publica estos días un EP dentro de la santa casa DROK que no se dedica a ampliar las fronteras del sello, sino que se dedica más bien a explotarlos a base de dinamita. «Act of Letch» (DROK, 2015) es, tal y como indica su nombre, un acto de lujuria puro y duro… Y nótese aquí que lujuria no es lo mismo que hedonismo. Si el hedonismo lo asociamos inmediatamente a la sensualidad del house, sólo de lujuria pueden tildarse los tres temas originales y el remix que incluye este «Act of Letch«: contra la sensualidad de los prolegómenos y el flirteo, RNXRX antepone la locura de un bombeo incesante, un mete-saca frenético que está destinado a dejarte los genitales totalmente escocidos. Y perdón por la burrada.
«2039» lleva hasta el extremo lo que no se atrevieron Fuck Buttons en una odisea de technazo practicado como acto terrorista. «Act of Letch» es lo más parecido a vivir bajo el asedio de bombas que caen contínuamente de un cielo plomizo sobrevolado por salvas de techno motorizado. Y «Disruption of Space Around You» cierra el EP a modo de martillo hidráulico dispuesto a reventar tu cerebro a base de una repetición de industrial sucio y oscuro. Eso sin contar el remix en el que Latzaro coge «2039» y se dedica a afilar sus contornos como quien saca punta a un lápiz pensando en utilizarlo más tarde como arma homicida. En resumidas cuentas: si eres de los míos y estás un poco hasta las pelotas de que los videojuegos sean facilongos y que la música ya no te escuza en la entrepierna, necesitas escuchar este «Act of Letch«. Me agradecerás el consejo, ya verás.