¿De verdad te sale a cuenta ahorrarte dos duros a la hora de hacerte con tus cartuchos de tinta? Esta infografía de HP te va a demostrar todo lo contrario.
Cuando en las noticias dicen que vivimos en un país de piratas, lo cierto es que el problema va más allá de bajarse pelis y conseguir la música por vías poco honrosas… Es un problema puramente cultural. Por ejemplo: hemos crecido haciendo fotocopias de libros que podríamos haber comprado perfectamente y nos hubieran evitado una pérdida de la visión alarmante por culpa de lo ilegible de lo fotocopiado. Más todavía: la gente compra máquinas de hacer café y después intentan hacer sus propias cápsulas obteniendo como resultado una úlcera estomacal. Así es el rollo piratilla: incongruente, absurdo y poco consciente de las repercusiones a largo plazo.
Y, precisamente por eso, nunca está de más que alguien te recuerde de vez en cuando que apostar por lo original tiene beneficios y que, al fin y al cabo, ahorrarte un par de pesetas nunca es siempre lo más producente. Tomemos como ejemplo la infografía que se ha marcado HP (y que puedes ver al final de esta noticia) para explicarte con pelos y señales por qué deberías hacerte siempre con cartuchos de tinta de esta marca y no con cualquier otro engañabobos que te intente vender el desalmado de turno.
Vamos por partes… Para empezar, y por si no lo sabías, el cartucho de tinta supone el 70% de la tecnología de una impresora. Y, oye, si desde HP dedican una cantidad de recursos y tiempo tremendos a investigar a este respecto, por algo será: la tecnología de impresión de HP es la más avanzada, y aunque aquí podríamos meternos en camisas de once varas de terminología científica, te dejamos que leas esta infografía que lo explica mucho mejor de lo que lo haríamos nosotros. Y es que, al fin y al cabo, utilizar cartuchos de tinta originales HP te asegura cinco cosas que no son moco de pavo: fiabilidad, ahorro, calidad, durabilidad y, por encima de todo, responsabilidad con el medio ambiente. Repetimos: ¿de verdad que te vale la pena ahorrarte dos pesetas?