Infinito significa que no es finito, que no tiene fin. Si no tiene fin, es que no tiene fronteras que marquen ese fin. Y si no tiene fronteras… estamos hablando de «The Infinite Music of…» (Mushroom Pillow, 2011) de French Horn Rebellion: una colosal prueba olímpica en la que confluyen las dificultades del salto de obstáculos, el salto de altura y la maratón. Y es que el debut en largo de los hermanos Robert y David Perlick-Molinari se exhibe desprejuiciadamente como un espectro burlón empeñado en reventar cualquier tipo de pre-concepción que puedas albergar. ¿Pensabas que esto iba a ir a de dance trotón y cachondo? Sí… pero no. ¿Creías que French Horn Rebellion estaban aquí como relevo accesible e inmediato de MGMT (a los que, misteriosamente, produjero su EP de «Time to Pretend«) y sus múltiples rémoras? No… pero sí. ¿Se te pasó por la cabeza que, viendo el humor con el que encaran sus entrevistas y su propia música, la puesta en largo de este dúo sería algo ligerito? Ni hablar… Pero vamos por partes.
Porque «The Infinite Music of…» es, precisamente, un disco que hay que abordar por partes. Como quien reconstruye uno de esos puzzles infantiles que no funcionan en base a piezas complicadísimas, sino de cubos que en cada cara albergan un fragmento diferente de diversos dibujos o paisajes. Ventilemos cuanto antes lo fácil: los que quieran simple y llanamente un festín de sonido MGMT ahora que MGMT están empeñados en hacer «otra cosa» (ellos sabrán qué), pueden poner directamente en bucle los temas «Broken Heart» (con ese rollo coreable tan «Time to Pretend«) y «Up All Night» (con esos sintes de parbulario tan «Kids«). Para los que quieran aventurarse y dejarse sorprender, aquí no hay más: hay mucho más. Sin abandonar el rollo exhaltado y fiestero, en «The Infinite Music of…» se pueden encontrar desde subidones muy frenchy en la honda de Naive New Beaters («Body Electric«) hasta trenzados bastardos de la referencia MGMT con lúbricos cuerpos nu disco («This Moment«), pasando por el techno glossy y classy de gente como Bag Raiders o Grum («What I Want«) o, sobre todo, uno de los actos de mayor altura del álbum como la inclasificable «Brasilia Girl«, que se abre como un homenaje al videojuego «Kunf-Fu» y acaba como el rosario de la aurora versión batucada y distorsión y mucho mucho baile de altura.
Pero si, con los mismos cubos, intentamos buscar otros dibujos a partir de los fragmentos de otras caras, podemos topar con nuevos paisajes incluso más intersantes. Para empezar, esa especie de revisión del reciente legado de Twin Shadow por la vía de lo digital (allá donde George Lewis Jr. opta por lo analógico) en temas como «Mawson’s Peak» (bañada por la dulzura de sintes ochentosos, voces perdidas en el terreno sin ley de A-ha y coros femeninos que harían la delicia del pop más mainstream de aquella época), «Running Through The Wild» (fragmentando deliciosamente el emo-pop de bandas que hicieron de la elegancia un modo de vida, como Roxy Music) o «New Florida» (recordando con su bajo a la enciclopedia amorosa y musical de ABC). Buscamos nuevas caras en el puzzle, ahora las más difíciles porque, finalmente, parece que hay piezas que ni concuerden las unas con las otras… Y es que French Horn Rebellion se pasan por el forro cualquier tipo de coherencia que pueda o deba pedírsele a un disco en esta segunda década del siglo XXI. Es por eso que no se cortan ni un pelo a la hora de rozar la esquizofrenia cuando «Geomancer’s Compass and Other Quasi-Scientific Findings» parte del hip-hop primigenio para rozar el funk de probeta electrónica y plantarle un vestido de trompeta a este cuerpo de zombie; e incluso no se acobardan al abrir «Last Summer» como una Cara B perdida de The Police para convertirlo, sin venir a cuento, en una dulce revisión del legado vitalista y juguetón de The Beach Boys.
Puede que la cara más deslucida de este puzzle sea, sin embargo, los instrumentales algo digresivos con los que se abre «The Infinite Music Of…» («The Void and Fancy Free«) y con el que, más adelante, se oficia un interludio («Antarctica / The Decision«) a modo de descanso dominical. Dos bajones, eso sí, perdonables cuando se ponen sobre la mesa los logros desprejuiciados del debut de French Horn Rebellion. Es imprescindible acabar con una última pregunta: ¿La mayor parte de críticas le van a llover a este disco por el lado de la falta de coherencia? Y hay que responder con otra pregunta: ¿Pero qué coherencia externa hay que buscarle a un puzzle de múltiples caras cuando, en los tiempos presentes de la aniquilación del concepto clásico de «album» por la vía del consumo masivo y la piratería sin crtierio, la única coherencia posible es la interna? Y de eso le sobra a «The Infinite Music Of…«, un disco capaz de encarar una triatlón conformada por el salto de obstáculos (derribando barreras a la hora de componer), el salto de altura (a la búsqueda de nuevos territorios) y la maratón (como ejercicio de fondo incansable) sin alterar el continuo latir de un mismo corazón.
This Moment (edit) by French Horn Rebellion
Brasilia Girl (radio edit) by French Horn Rebellion