Llámenme ustedes romántico, pero soy de esos que, cuando se topan ante el título de un disco enigmático, siempre acaba rompiéndose la cabeza para desentrañar la relación entre ese mismo título y las canciones a las que hace de paraguas. Porque, al fin y al cabo, poner el título a un álbum no debería ser algo que se tome a la ligera, ¿no? Por poner dos ejemplos así a grosso modo: «Violator» redobla la sexualidad cerda desde su propio título, mientras que «Shaking The Habitual» da bastantes pistas de que lo que vamos a encontrar dentro debemos aprehenderlo fuera de las normas conocidas. Así las cosas: ¿qué podemos esperar de un disco que se titula «Paradoxes of Progress» (Atomnation, 2014)?
Vamos por partes. Para empezar, ¿qué es la paradoja del progreso? Porque es algo de lo que todos hemos escuchado a hablar alguna que otra vez pero que, en los tiempos que correr de abundancia de información pero de información superficial, puede que muchos desconozcan el significado correcto. La paradoja del progreso fue una teoría de Gregg Easterbrook según la cual, una vez adquiridas las necesidades básicas en una sociedad estable de bienestar económico, la mejora de la economía de un país no va pareja al incremento de la felicidad de sus habitantes. Eastbrook puso sobre la mesa una pregunta que, a día de hoy, resulta particularmente aterradora: una vez alcanzado un bienestar económico, ¿la prioridad del estado no debería focalizarse menos en la economía y más en la felicidad de sus integrantes?
Así las cosas, es inevitable preguntarse: ¿qué carajo tiene que ver la teoría de Eastbrook con el segundo EP de un músico de Barcelona? Como toda buena muestra de autoría artística, «Paradoxes of Progress» muestra un discurso lo suficientemente abierto para que quien escucha sea el que proporcione las respuestas… Y las puestas son deliciosamente infinitas. ¿Está diciéndonos Sau Poler que, una vez alcanzada la cultura del bienestar en la ya establecida escena electrónica barcelonesa, es necesario centrarse en la economía de la felicidad y no en la economía monetaria? Eso sería burrido y pretencioso, y nada más lejos de Sau Poler… Entonces, ¿no más bien es una búsqueda de esa felicidad intangible, lejos del mundo físico y material, que es la única felicidad real y posible?
Que cada uno piense lo que quiera. Lo que está clarísimo es que «Paradoxes of Progress» es felicidad pura y dura, sintetizada y encapsulada en cinco cortes que le toman el pulso al house más clásico y lo acercan al r&b de la era digital: «NYC» coje las burbujas del hirviente caldo electrónico barcelonés y las hace estallar de forma gozosa y desprejuiciada; «Non Plus Ultra» es lo más parecido a un sobre de nostalgia en 500 mg destinada a ser diluida en el líquido amniótico del Four Tet más rítmico; el garage de «Mental Invasion» traiciona (para bien) su punto de partida al hacer bajar el punto de gravedad desde lo mental hacia lo emocional; «Illusion of Time» deja que en las brumas de optimismo lumínico se introduzca un esqueleto de techno para nada frío; y, por último, «Juun» hace pensar en la nocturnidad y alevosía de ese r&b que ha salido del underground londinense después de que el post-dubstep le haya obligado a pasar por un profundo proceso de chapa y pintura.
Hay algo que une todas las canciones de «Paradoxes of Progress» como un hilo de plata cosiendo las diferentes partes de un corazón roto: el anhelo de felicidad. Y no sólo el anhelo, sino una incesante búsqueda entre los pliegues de lo conocido para encontrar nuevos placeres para el alma. Ya no estamos en tiempos de abundancia y mucho menos de bienestar económico, pero puede que Sau Poler nos ayude a probar que la paradoja del progreso necesitaba un corolario: incluso cuando el bienestar económico parece imposible, una nueva economía de la felicidad puede ayudar a hacer la vida un poco más soportable.