La mítica seria «Miami Vice» cumple 30 añazos… Es el mejor momento para recordarla, recuperarla y, sobre todo, festejarla a todos los niveles.
[dropcap]D[/dropcap]urante gran parte de mi niñez y adolescencia, tuve el convencimiento de que los mejores títulos de crédito jamás ideados para una serie de TV eran los de «Corrupción en Miami«: las palmeras, los flamencos, la playa, las chicas, los bikinis, los Roll Royce… Toda la serie estaba concentrada en esa intro, toda la estética, todo el espíritu, cada frame retumbaba en mi cabeza al tiempo que retumbaban las baterías del atronador y legendario track de Jan Hammer, un compositor checo ex- teclista de la banda de jazz/rock Mahavishnu Orchestra que a priori poco o nada tenía que ver con el Estado de Florida y con sus excesivas y policromadas atmósferas tropicales. Recuerdo las noches en las que había episodio, ahí estaba yo, clavado frente al televisor esperando aquellos cincuenta y cinco segundos de clímax cual yonqui infantil. Me fascinaba aquella intro, me hipnotizaba, a día de hoy sigo pensando que es una de las mejores, y no hablo sólo de los 80.
Algo parecido me pasaba y me sigue pasando con la secuencia de créditos de «El Coche Fantástico«: ambas series propiedad de la NBC, canal que tenía contratado como director de entretenimiento a un tal Brandon Tartikoff, quien un día le enseñó a Anthony Yerkovich, productor y guionista de «Canción Triste de Hill Street«, un proyecto, en realidad era un brainstorming titulado “MTV COPS”. A Yerkovich le gustó y empezaron a trabajar. Se trataba de una ficción televisiva protagonizada por policías, nada nuevo para ellos, sabían perfectamente lo que estaban haciendo y por eso contactaron con Michael Mann, guionista de «Starsky y Hutch» y «Police Story«, para que les ayudara a dar forma a todo aquello. Lo de «MTV COPS» les encantaba, revitalizar el concepto, rejuvenecerlo, convertirlo en una especie de videoclip de la MTV con diálogos, todo sonaba bien, pero obviamente tuvieron que cambiar el nombre, y puesto que lo que se contaba y donde se contaba era en Miami, fue bautizada con el nombre definitivo de «Miami Vice«.
Para levantar un proyecto en el que el videoclip era un protagonista más, encontrar una buena selección de canciones era algo vital, así que tuvieron que pagar miles de dólares a artistas como Phil Collins, David Bowie, Tina Turner, Brian Eno, Billy Idol o Peter Gabriel para que les cedieran los derechos de algunos de sus hits. Algunos de ellos incluso llegaron a hacer las veces de actor/actriz en uno o varios capítulos. Sus responsables se lo tomaron tan en serio que llegó a ser la primera serie emitida en estéreo. Los tres discos de la banda sonora fueron un arrollador éxito de ventas, y muchos críticos llegaron a decir que a los productores les importaba más el impacto visual y sonoro que las propias tramas.
Si querías ser cool en los 80 tenías que copiar a Sonny y Rico, tirar todo tu fondo de armario a la basura, comprarte trajes nuevos de lino tonos pastel y calzarte unos mocasines sin calcetín. Y no sólo eso: las camisetas y los polos lisos debían ir debajo de los blazzers, a poder ser de estilo Armani, blazzers que por supuesto había que remangarse más allá del antebrazo. Tan importante era el tema del vestuario que llegaban a usar una media de hasta ocho trajes por episodio. Diseñadores como Versace, Vittorio Ricci, Hugo Boss o Adolfo Domínguez llegaron a vestir a los dos protagonistas. Don Johnson obligó a que todos los hombres pudieran encenderse una cerilla usando únicamente su propia cara, los rostros rasurados empezaron a estar demodé. Johnson puso también de moda las Raybans Wayfare: llegaron a venderse casi ochocientas mil en un solo año. La influencia y repercusión de aquel mítico look sobrepasó cualquier expectativa, hasta el punto de que los almacenes Macy’s crearon la sección “Miami Vice” dentro de su departamento de ropa masculina. Sin embargo, y paradójicamente, a excepción de Julio Iglesias y algún otro, si a día de hoy acudes una fiesta vestido al estilo «Miami Vice«, te convertirás automáticamente en el Marc Ostarcevic del lugar, en un incomprendido y rechazado paradigma de lo hortera.
Y no estamos hablando sólo de trajes: todo en «Corrupción en Miami» era lujo y desfase, cada capítulo costaba 1.300.000$, un presupuesto exorbitante para aquella época. Por ejemplo, el famoso Ferrari Daytona negro que Crockett y Tubbs conducen en las dos primeras temporadas es en realidad un Corvette C3 del 80 modificado con piezas de Ferrari. El propio Enzo Ferrari, rabioso e impotente, le dio la vuelta a la tortilla y, en una hábil estrategia de marketing, envió un par de Testarossas blancos del 86 inéditos regalo de la casa. Obviamente, las ventas de Ferrari volvieron a subir. Todas las marcas, todo el mundo quería formar parte de la onda expansiva de esa bomba llamada «Miami Vice«. Bruce Willis, Julia Roberts, Wesley Snipes, Miles Davis, Benicio del Toro, John Turturro, Steve Buscemi, Ben Stiller, Isaac Hayes, Liam Neeson… La lista de guest stars era interminable, muchas eran jóvenes promesas, el resto rebajaban su caché o actuaban gratis si con eso conseguían que Michael Mann los inmortalizase para la historia de la TV. Todos excepto Nick Nolte y Jeff Bridges, quienes rechazaron el personaje que convirtió en un multimillonario Dios de la pequeña pantalla al ex de Melanie Griffith.
«Corrupción en Miami» era como decir: “Bienvenidos a los 80”. El alma y las tripas de aquella década estaban en cada minuto de metraje, en cada uno de los callejones y discotecas de South Beach, a lo largo y ancho de ese gran plató Art Decó que fue Miami. Una ciudad dominada por el crimen organizado y por los miles de exiliados cubanos y haitianos que tuvieron que construir sus nuevas vidas entre medias de las ráfagas de bala de los cientos de Tony Montana que intentaban adueñarse de la ciudad. El proceso migratorio que supuso el Éxodo de Mariel fue determinante para que la serie se viera también en Latinoamérica y en El Caribe (algunos capítulos, de hecho, llegaron a rodarse en muchas de estas localizaciones).
Miami ya no era sólo una ciudad peligrosa: era una ciudad peligrosa, sexy y cool. Glamour y decadencia, luz y oscuridad, lujo y violencia. 30 años después de su estreno, «Miami Vice» continúa tan kitsch, macarra y molona como un videoclip de Rick Ross. Hoy en día sigue siendo una inagotable fuente de inspiración. Si no me creéis, haceros con una copia de «Grand Theft Auto: Vice City» o revisad algunas de las secuencias que Nicholas Winding Refn filmó para Drive, por citar sólo un par de ejemplos. 5 temporadas, 111 episodios, 4 Emmy, 2 Grammy y 2 Globos de Oro. El 2014 se acaba y no podía permitir que esta efeméride me pasara de largo sin dedicarle, aunque sólo fueran unas pocas líneas a modo de auto complaciente remember, a este inmortal hito de la postmodernidad televisiva. Mientras escribía este texto ha sido inevitable que me viniera a la cabeza uno de los momentos míticos, una de las secuencias icono de la serie: Burnett & Cooper conduciendo de noche por Ocean Drive mientras suena “In The Air Tonight” de Phil Collins. [Pedro Mateo]