Nada que ver. Bueno, espera. ¿Nada que ver? Vamos a buscarle las tres patas a este gato en particular: por mucho que ahora dé un poco de vergüencita eso de volver la vista hacia Nada Surf, hay que reconocer que un tema que utilizaba el término «popular» con cierta ironía acabó atrapando a la perfección el zeitgeist de un momento y un género (el indie noventoso) y, por lo tanto, pasando a la posteridad. El hecho de que María Lastra y Alejandro Santana (que ahora ya no son un dúo sino que están nada solos y muy bien acompañados por Rubén Ondino) hayan titulado «Popular» a su debut en largo puede parecer un gesto de ironía: en un país en el que los que triunfan lo hacen emulando las mismas fórmulas de pseudo indie-rock que llevan activas un par de décadas, lo menos popular es lanzarse de cabeza a un synth en el que la calidez de las estructuras pop (¿recuerdan ustedes que «pop» viene de «popular music»?) se ven casi completamente aniquiladas por la omnipotencia de un Dios de la electrónica adicto a jugar, cortar, pegar, texturizar y reordenar las partes cercenadas para obtener un nuevo todo con un sentido diferente.
Podría decirse que las gozosas entrañas que palpitan en «Popular» se miran en el espejo de Blue Hawaii en versión darks, de Purity Ring con guantes de boxeo, de Grimes sin maquillaje (ni mamarrachería), de Blood Diamonds en blanco y negro… Pero la verdad es que utilizar aquí la expresión «se miran en el espejo de…» supone un traspiés demasiado doloroso que deja al descubierto el habitual complejo de inferioridad de la música que se hace aquí: «Popular» no se mira en el espejo de los artistas mencionados, sino que más bien les mira a los ojos, les sostiene la mirada. Y es que HUIAS han conseguido facturar nueve temas impecables que parten del gozoso pero ponzoñoso pantano del nuevo synth-dark (a ese respecto, los singles «Wooden Moon» y «Dealer» son impactantes, pero no deberían perderse de vista novedades como la hipnosis cercana al folk de «Barrio» o esa lucha libre a cámara lenta que te noquea en «Friendshit«) para acabar en ambientes mucho más bailables, ya sea con el amaneramiento nocturno de Junior Boys («Massimo Club«) o con el punch rítmico vampirizado a Trust y compañía en las enloquecedoras «Ambiente Morreo» y «Oasis Global Dance«.
De nuevo, nos encontramos ante un caso de «Popular» impopular que, sin embargo, tiene todo para convertirse en un nuevo estándar y, por lo tanto, pasar acabar siendo popular en un divertido retruécano. Perdonad el trabalenguas conceptual: lo único que quiero decir con todo esto es que el debut de HUIAS lo tiene todo para que, en unos años, lo que ahora mismo nos parece (pre)destinado a quedarse en un círculo cerrado de connaisseurs, acabe por convertirse en el sonido imperante. Está claro que la gente empieza a estar cansada de la misma fórmula de indie-rock mimético y que, si Grimes lo peta fuera y dentro de nuestras fronteras, ¿cuánto tiempo pasará hasta que escojamos a nuestro favorito autóctono? Mi voto va para HUIAS.