Dos clásicos llegan esta semana a la cartelera: lo de Terry Gilliam da cosita… Pero el «Adiós al Lenguaje» de Jean-Luc Godard es algo que hay que ver.
[dropcap]C[/dropcap]orramos un tupido velo sobre el hecho de que esta semana se estrena «The Zero Theorem«, una película en la que Terry Gilliam muestra al mundo que chochea en términos cinematográficos (pero en serio, rollo senil del que da un poco de penica cuando ves a alguien que fue grande tropezando con su propio pasado) y que más que probablemente nunca debería haber llegado al gran público… Y centrémenos mejor en que otro director considerado clásico vuelve a nuestras grandes pantallas y no sólo no demuestra senilidad, es que ni demuestra buena forma: demuestra más bien estar a una genialidad años luz del resto de directores actuales.
Me refiero a Jean-Luc Godard y su «Adiós al Lenguaje«, que ya con motivo del Festival de Sitges 2014 definí como «el juguete con el Godard ha experimentado con el 3D, pero lo interesante es que su juego tiene más de terrorista y agresivo contra el espectador que cualquier otro film que se haya podido ver en el certamen catalán. De hecho, incluso puede considerarse que otra de las justificaciones del título habla del propio lenguaje cinematográfico, ya que el realizador pasa por alto cualquier regla pre-establecida de coherencia (desde el propio rácord hasta el hecho de que las conversaciones fluyan de forma entendible). Tan bella como inabarcable, tan apasionante como imposible de asimilar en su totalidad, tan indescifrable como sugerentemente abierta a mil interpretaciones personales, “Adieu au Langage” vuelve a demostrar que Godard habita en el futuro. Un futuro donde las palabras no se articulan en frases y donde las imágenes no se concatenan en ningún tipo de lenguaje fílmico«. Y, para volver a decir lo mismo, mejor me auto-cito, ¿no?
Como «alternativa» en la cartelera de la semana, por si hay alguien que pase de directores clásicos, es imposible no mencionar a esa «Baja Marea» que se vio premiada en el Festival de Venecia y que aborda la existencia de una madre y un hijo que viven juntos pero que viven realidades paralelas e irreconciliables. El film de Roberto Minervini se estrena únicamente en el Zumzeig de Barcelona, pero eso no debería ser excusa para que todo el que tenga oportunidad corra a verla. ¿Por qué? Ya saben: «relatos con niño» siempre son bien.