Osamu Tezuka no sólo creó memorables héroes de colorinchis y buen rollo como Astroboy… También creó villanos oscuros y complejos como el de «Alabaster».
Un, dos, tres, responda otra vez… ¡Obras de Osamu Tezuka! Las primeras salen a borbotones: ¡»Astroboy«! ¡»La Princesa Caballero«! ¡»Kimba, El Rey de la Jungla«! Vale, muy bien, pero ¿qué me decís del Tezuka más oscuro? ¿Creíais que el padre del manga sólo se dedicó a facturar obras pseudo-infantiles con héroes positivos y positivistas? Ni hablar. Llegado cierto punto de su carrera, el autor decidió explorar el mundo de las sombras, y lo cierto es que esta nueva fase más tenebrosa alumbró obras maestras como «MW«, por poner un ejemplo.
El inicio de toda esta fase oscura, sin embargo, aconteció con «Alabaster» (editada ahora en nuestro país de la mano de Astiberri), una serie que se publicó originalmente en el Weekly Shonen Champion entre los años 1970 y 1971 y que, desde el minuto cero, descolocó por completo a los lectores que esperaban un héroe tan abrazable como los mencionados más arriba. En estos momentos de su carrera, sin embargo, Tezuka quería explorar otro tipo de emociones y valores, y es por eso que se atrevió a dedicarle toda una serie a un personaje que no era un héroe, sino uno de los villanos más complejos y memorables que ha dado la escena mangaka nipona.
La historia de «Alabaster» arranca cuando James Block, un exitoso atleta, es rechazado por la mujer de sus anhelos debido al color negro de su piel. Loco por la injusticia, Block acabará matando accidentalmente a un hombre y dando con sus huesos en la cárcel. Allá conocerá a un anciano que le entregará un rayo que le permite hacerse invisible y así, bajo su nueva forma de Alabaster, vengarse de todas las injusticias que le ha infligido la humanidad. No hay lugar a dudas de que en «Alabaster» no vas a encontrar colorinchis y risas y buen rollo.. Pero, oye, es que la vida no siempre son colorinchis y risas y buen rollo.