También es cierto que la primera referencia de Drok llega en formato pequeño (pero matón): dos cortes originales de Latzaro y un remix de Pedro Vian (otro valor barcelonés que en los últimos meses empieza a cancanear saludablemente por los medios internacionales más interesantes). «Under My Skin«, el tema titular, se abre con un piano que pone los pies de la canción en el suelo, en un suelo muy analógico, pero pronto entra un ritmo suave que, acompañado de una atmósfera preñada de luz nocturna, conduce la canción poco a poco hacia un ambiente de proto-trance noventero, algo así como si el ritmo del corazón de Faithless estuviera marcado por un espíritu puramente alemán. ¿Lobo en trance con piel de cordero techno? Una imagen que, no por cándida, resulta menos peligrosa a la hora de introducirte en la espiral de una progresión que entiende la intensidad como algo horizontal, no como un pico vertical. La remezcla de Pedro Vian, por su parte, minimiza el trance para enfatizar el baile alemán. Y sigue siendo un winner, claro.
«I Release«, el segundo corte original de Latzaro, hace pensar en la dulcísima posibilidad de que esa velocidad de crucero electrónico a la que se han aficionado los útlimos The Chemical Brothers fuera totalmente desnudada de efectismos innecesarios y de chonitronia de polígono para meterle por el culo un buen palo de rítimica techno. Perdonen ustedes el lenguaje soez, pero es que un temazo capaz de sostener el tempo a la medida de intensidad pluscuamperfecta durante casi siete minutos es algo inusual que hay que celebrar por todo lo alto… Una primera referencia es algo así como la piedra angular sobre la que se va a erigir un edificio. Y si nos fiamos de esta piedra angular que es «Under My Skin«, lo más natural será pensar que Drok Records está destinado a ser un rascacielos hipermoderno, estilizado y decidido a cortar en dos el cielo.