¿Qué pasa con las madres de un género -musical- cuando este se convulsiona y pare una segunda generación de churumbeles dispuestos a hacer algo nuevo sin alejarse demasiado de «la familia»? Las opciones parecen escasas: o son buenas madres y deciden dejar que sus hijos brillen como se merecen o, por el contrario, deciden plantarles cara y enseñarles desde bien pequeñitos que la vida es una mierda, que la fama cuesta y que van a tener que labrarse el camino hacia el éxito con sus propias manos, hasta que les sangren los dedos. Jessie Ware es de este segundo tipo de madre, algo que ya deberíamos haber intuido al toparnos con aquellos moños que se gastaba, tan tirantes, tan rígidos, tan matriarcalmente castrantes.
Eso sí, cuando una mamma decide no apartarse del camino de sus vástagos, tiene dos opciones básicas: vencerles en su propio terreno o traicionar a la familia y demostrarles que lo importante no es ser grande en tu hogar, sino que lo realmente importante es ser grande. Así. Sin más. Worldwide. Un ejemplo de lo primero sería Björk, siempre demostrando que nadie le gana en cuanto a electrónica loca del chocho. Pero, en el caso de Jessie Ware, la de los moños (siempre será «la de los moños» aunque ahora haya decidido llevar el pelo suelto) vuelve a optar por la segunda opción. Y lo cierto es que la británica podría haber optado por dedicarse a algo diferente al r&b de nuevo cuño, pero más bien parece que el mensaje que está intentando transmitir es: niños, niños, niños, ¿sabéis que incluso partiendo del nu-r&b podéis convertiros en algo realmente comercial y ganar una cantidad de pasta obscena?
Sí, suena a que Jessie Ware se ha vendido. Y, al fin y al cabo, así es: Jessie Ware se ha vendido lo más grande. Pero, ¿qué esperábamos? No es como si esta mujer hubiera mostrado desde el principio unas referencias musicales que le acercaran al ambient abstracto ucrano: lo suyo siempre fue postularse a sí misma como una Sade para el siglo 21. Y, ostias, no debemos olvidar que Sade ganó pasta en el mercado comercial como si no hubiera un mañana. Así que a eso vamos: después de poner un pie en la escena musical actual con «Devotion» (Universal, 2012), utilizando como carta escalera ascendente el novísimo revival del r&b por la vía del post-dubstep nocturno y con sordina, Jessie Ware regresa con un «Tough Love» (Universal, 2014) que lo tiene todo para convertir a esta mujer en la verdadera matriarca del baladón sintético del nuevo milenio.
Porque una cosa tiene que quedar clara: «Tough Love» tiene en su interior algunas de las mejores canciones de este año: la tríada formada por «Cruel«, «Want Your Feeling» y «Kind of… Sometimes…Maybe» difícilmente será superada en intensidad este año 2014. Y el resto de canciones, por mucho que hacia el final flaqueen las fuerzas generales, tampoco es que sean relleno: el nivel medio de los cortes del álbum ni no llegan a «temazo» por lo menos se quedan en «temón», que no es poco. Lo jodido es que en la mayor parte de estos cortes se le ve el plumero a una Ware que, en su voluntad de epatar, al final acaba dejándose llevar demasiado por la expropiación: M83 en «You & I (Forever)», Adele en «Say You Love Me» (¿o es más bien una competición directa con Sam Smith?), Miguel en «Kind of…Sometimes…Maybe» (lo que se entiende por el hecho de que Miguel dice dos o tres frases de fondo), Solange en»Want Your Feeling» (otra cosa que se entiende si tenemos en cuenta que el tema viene producido por Dev Hynes)…
Podría decirse que «Tough Love» es un disco que va perdiendo fuerza a medida que avanzan las canciones, o que es un álbum al que se le ve el plumero de las referencias. Pero, a ver, volvemos a lo mismo: si vamos a abordar a Jessie Ware desde el rasero de la crítica musical indie, mal vamos. Este es el disco con el que la de los moños nos ha dejado claro que nunca fue feudo nuestro, de los esnobistas, sino que más bien es patrimonio de la humanidad. Y lo jodido es que, con un disco tan solvente como este, la matriarca puede llegar tan lejos como para forzar una ligadura de trompas y olvidarse de que le viene toda una generación por detrás.