De hecho, el anterior trabajo de Stars, “The North” (ATO / Soft Revolution, 2012), ya anticipaba la pirueta estilística que, en principio, da sentido a “No One Is Lost” a través de “The Theory Of Relativity”, tema tecnopop de aroma cuasi italo-disco que sugiere que el grupo canadiense guardaba en su subconsciente ya en aquella época el siguiente paso a dar sin acudir a un deslumbrante productor del ramo (James Murphy) como sus convecinos Arcade Fire. Luego, el influjo de haber pergeñado su nuevo álbum en un apartamento situado sobre un disco-club gay llamado The Royal Phoenix hizo el resto. No hay más que echar un vistazo a su carátula -compuesta por letras de neón, rollergirls y brillantina, y envuelta en un espíritu adolescente con sabor a chicle de fresa- para descubrir la esencia del LP, condensada en la ya citada “From The Night”, que se mueve entre luces de colores nocturnas, un ritmo y un estribillo contagioso y rasgueos guitarreros inspirados en Nile Rodgers para mostrarse como el reverso dulzón de cualquier píldora MDMera de !!!.
Pero, ojo, este punto de partida festivo a nivel formal sólo se prolonga en pasajes muy determinados: “Trap Door” mantiene trazas disco aunque se acaba anclando en el pop; y la titular “No One Is Lost” se dispara, sorprendentemente, hacia la EDM más eufórica. En medio, “Look Away” rebaja el tono hasta convertirse en la característica balada que daba el contrapunto emocional dentro de la música de baile de los últimos 70 y primeros 80. Estos vaivenes se conectan, precisamente, con el leit motiv lírico del LP: la celebración de la vida, vista desde una perspectiva sencilla, clara, directa aunque también, en determinadas fases, agridulce.
El resto del tracklist de “No One Is Lost” vuelve a mostrar, como sus predecesores, un resumen del concepto que Stars poseen de la materia pop, amplia y maleable, a la que le aplican oxígeno sintético (“You Keep Coming Up”), brío juvenil (“This Is The Last Time”, “Are You OK?”) y una pátina de épica reconfortante y coral (“Turn It Up”). Eso sí, esta vez Amy Millan y Torquil Campbell no dotan de significado a este puzzle sonoro recurriendo al enésimo ejercicio de lucha de contrarios en un toma y daca vocal, sino que las palabras de ambos se entremezclan de una manera simbiótica y natural para suavizar el núcleo de un álbum que insinuaba un giro estilístico acusado en la larga carrera de Stars, pero que no ha llegado a concretarse. Al final, “No One Is Lost” se queda en un trabajo típico de los canadienses: no es la panacea, pero ofrece suficientes motivos para darle varias vueltas gracias a sus ganchos y, sobre todo, puntuales sorpresas.