El horror vivido en Alemania en la primera mitad del siglo XX sigue alumbrando joyas literarias como este «Los Tres Violines de Ruven Preuk» de Svenja Leiber.
Todo trauma necesita un tiempo para ser superado y, en consecuencia, para ser ponderado y observado desde la distancia crítica que se merece. Uno de los traumas sociales más profundos que vivió la sociedad europea en el siglo XX fue, sin lugar a dudas, el de la cuestión alemana de la primera mitad de la centuria… Aun así, el buen estado de salud de las múltiples ficciones que han ido surgiendo en las últimas décadas muestra no sólo que el trauma está cicatrizado (aunque las cicatrices duelan para toda la vida), sino también que los europeos en general y los alemanes en concretos somos capaces de mirarlo de frente sin necesidad de agachar la cabeza.
Un buen ejemplo de lo dicho sería «Los Tres Violines de Ruven Preuk«, novela editada ahora en nuestro país de la mano de Malpaso y en la que Svenja Leiber aborda frontalmente y sin ningún tipo de problemas esa primera mitad del siglo XX en Alemania. Lo hace a través de los sentidos de Ruven Preuk… Y si decimos aquí «sentidos» y no exclusivamente «ojos» es precisamente porque este hombre nacido al despuntar la centuria nace con la particular capacidad de «ver» a través de sus oídos y de «escuchar» a través de sus ojos. Una sinestesia pura y dura que le convertirá en un violinista sin par.
Sus habilidades, sin embargo, le abocarán de cabeza a los momentos más convulsos de la sociedad de aquellos tiempos, partiendo desde los campos de Verdún y pasando de forma dolorosa por Weimar y por el corazón más hiriente del nazismo. Obligado a poner banda sonora a muchos de estos momentos históricos que merecen el mayor de los silencios, Ruven Preuk conseguirá salir indemne y ganarse la posibilidad de vivir y seguir caminando hacia el futuro. Pero caminar hacia el futuro no elimina el dolor de la memoria. Y eso es lo que mejor retrata Svenja Leiber en esta necesaria «Los Tres Violines de Ruven Preuk«.