Estamos frente a un interesante híbrido entre minijuego indie y broma metavideojueguil. John Cooney ha creado un interesante texto que se ríe del sistema de logros y que toma la forma de pequeño y entretenido minijuego que no sólo nos hace pensar en el asunto y divertirnos un poco, sino que nos revela que nosotros también tenemos esa necesidad animal de conseguir logros. Las creaciones de Cooney destacan por la constante presencia de un pequeño y simpático elefante (o, al menos, su silueta de color) como eterno protagonista. En «Achievement Unlocked» nos encontramos frente a un juego que satiriza el sistema de logros tan debatido hoy en día. Todos lo sabemos: ahora, los juegos están repletos de pequeñas tonterías a hacer para conseguir algún tipo de incentivo. Trofeos por pasar niveles en poco tiempo, puntos que se acumulan cuantos más enemigos destrozamos, etc. Se ha generado una interesante conversación al respecto a nivel global en la que surgen tanto defensores como detractores del sistema.
A nivel literario, yo al menos defiendo el punto de vista de que es síntoma de poca calidad cuando una novela expresa explícitamente su posición frente a un conflicto concreto: cuando el texto intenta dogmatizar una opinión y pregonar algo como lo correcto, pierde gran parte de su interés. Un buen autor traza una serie de hechos alrededor del conflicto y permite que sea el lector quien interprete y quien reflexione sobre el problema. La función del texto es atraer la atención hacia la problemática, no ofrecer una solución como quien vende Biblias a domicilio… Y eso es lo que hace John Cooney en «Achievement Unlocked». Nos presenta a modo de parodia la problemática del sistema de logros sin denostarla abiertamente, sino llevándola a un estado hiperbólico que, además de tener un fin claramente humorístico, pretende poner el tema sobre la mesa para que la gente piense al respecto.
La música es adecuada y los gráficos siguen un estilo mínimo que no nos distraen de nuestra misión de conseguir todos los logros, por absurdos que sean. Ya al arrancar conseguimos logros por haber llegado a la pantalla del título. Y, una vez iniciamos la partida, conseguimos unos cuatro más. Cada idiotez que hacemos desbloquea múltiples logros: quitar el sonido, apretar el botón de izquierda y derecha a la vez o apretar la barra espaciadora (que, de hecho, no sirve para nada más que para ese logro en concreto) son algunas de las ridículas acciones que nos ayudarán a acercarnos a la victoria final. Por lo demás, las acciones de nuestro personaje se limitan al mero movimiento (mediante las cuatro clásicas flechas de dirección) a través del minúsculo escenario en el que nos encontramos.
El juego avanza en distintas etapas de lectura. La primera es puramente accidental: vamos moviéndonos a ciegas por la pequeña pantalla en la que deberemos encontrar los noventa y nueve logros. A medida que vamos probando, los logros van apareciendo ante nosotros: algunos sospechados, otros totalmente inesperados. Luego viene un proceso en que navegamos por la lista de logros para ver cuáles son todos aquellos que todavía no tenemos. No podremos ver los requisitos para conseguirlos, pero entonces lo entretenido será deducirlos a partir de los nombres de los logros e ir experimentando. Finalmente, cuando se nos acabe la imaginación y se seque nuestra nuestra capacidad deductiva, decidiremos ir a buscar en la lista colgada en internet (y os diré que el hacerlo nos desbloqueará otro logro más) para finalmente descubrir qué cosas no hemos hecho todavía y cómo finalizar la lista al completo.
De esta manera, habremos conseguido todos los logros, desde los absurdos hasta los muy absurdos… Una manera exagerada de demostrarnos que cada día los pequeños logros van teniendo cada vez más importancia en el juego, haciendo sombra al verdadero fin del videojuego. En esta exageración nos damos con un juego indie que evidencia su carencia de fin más allá de los mismos logros mediante una puesta en escena minimalista que erradica cualquier intento de hacer algo que no sea conseguir logros. En otros tiempos, la duda era qué queríamos: si jugar a un juego por divertirnos o jugarlo para superarlo. Ahora ya tenemos que preguntarnos directamente qué nos importa más: superarlo o conseguir todos los logros. ¿Aumenta nuestra experiencia como jugadores o nos constriñe impidiéndonos divertirnos de verdad, obligándonos a concentrarnos en todo momento para conseguir tal o cual logro? Esa es la genialidad de «Achievement Unlocked«: que realmente nos hace pensar en este asunto. Y luego llega la siguiente cuestión: más allá de lo que pensemos, ¿hemos dejado el juego al momento o nos hemos emperrado en conseguir todos los logros, incluso los más estúpidos?
He aquí un juego que nos ofrece entretenimiento para un rato y reflexión posterior. Basta con un simple clic.
[Julián Q.]