[dropcap]S[/dropcap]un Ra, Sam Rivers, Don Cherry, Eric Dolphy, Charles Mingus, Max Roach, Miles Davies, Charlie Parker, Rashaan Roland Kirk, Dexter Gordon, Bill Evans, Freddie Hubbard, Alice Coltrane, John Coltrane… you’re dead! Flying Lotus… you’re alive! No hay nada como estar vivo, y Steven Ellison, que ha perdido a unos cuantos, hace emanar vida de cada nota incluso cuando hace un disco sobre la muerte. Es esa forma tan vital, tan intensa de sobrepasar fronteras e imponer nuevos cánones que hacen imprescindible el trabajo de este angelino de 31 años. Con “You’re Dead!” (Warp, 2014) se reafirma como experimentador exuberante y a la vez rinde homenaje a sus muertos, tanto por vía familiar (sus padres, sus tíos abuelos Alice y John Coltrane, él mismo en el futuro) como artística (su productor Austin Peralta).
En su trabajo más descaradamente libre y progresivo, a Flying Lotus se le ve desenfrenado: un gamberro con portátil haciendo free-jazz. El álbum consta de 19 tracks, a menudo por debajo de los dos minutos de duración, y está pensado para ser escuchado de una sola tacada. A veces, pocas, nos recuerda al Flying Lotus de cuando todavía hacía algo remotamente comparable con los Shlohmo, Nosaj Thing y otros exponentes del post-hip-hop. El primer single, “Never Catch Me”, se acerca curiosamente a los años 90, al rap elegante y jazzero de De La Soul y A Tribe Called Quest. Pero a lo loco. Aquí el protagonista es sin duda Kendrick Lamarr. Lo de Kendrick empieza a ser muy, pero que muy serio. Un verdadero portento. Ellison no se corta al elegir colaboradores, y en “You’re Dead” los hay por todas partes. El mismísimo Herbie Hancock hace aparición a los teclados en “Tesla”, Thundercat al bajo y voz en “Descent Into Madness”, Snoop Dogg en “Dead Man’s Tetris”, y además un elenco de instrumentistas que hacen de este el álbum más orgánico de su carrera. En la paulatina transformación musical de Steve Ellison cada vez hay menos cabida para ese sonido electrónico profundo, casi dubstepero de sus inicios. En comparación, escuchado hoy, “1983” (Plug Research, 2006) parece casi una reliquia del pasado, un juego de niños.
Y aquí es cuando llegamos a la paradoja Flying Lotus. Es decir: Flying Lotus ha traspasado el plano de la cultura popular y ha aterrizado más allá de la tenue línea que separa aquella de las remotas tierras de la música seria, académica o lo que algunos denominan “contemporánea”. Un movimiento parecido al que estamos viendo en gente como Jonny Greenwood (Radiohead) o Bryce Dessner (The National). Ya no pertenecen a la esfera pop, pero siguen siendo mencionados en esta por el hecho de ser quienes son, más que por lo que ahora hacen. Podemos incluir a Flying Lotus junto a aquellos artistas, con alguna diferencia… Primero, su música tiene sus raíces en África. Segundo, porque entronca con géneros que en parte pertenecen al mainstream como son la electrónica y el hip-hop pero llevando sus respectivas fórmulas al límite, muy lejos de las masas. Y sobre todo porque, primordialmente, esto es jazz. Flying Lotus es puro jazz, ese universo inabarcable de creación que comenzó en la pista de baile y acabó diseccionado en el laboratorio. Su carrera no podría ser una mejor metáfora de esta evolución.
Al principio he mencionado algunos mitos del jazz que ya no están entre nosotros. Con “You’re Dead!”, Steven Ellison honra su memoria y se hace un pequeño hueco, ahí en una esquinita, entre los más importantes innovadores de este género en nuestra época. Es complicado (e injusto) juzgar un trabajo tan minucioso como este, sin conocer todos los detalles que se esconden detrás de tal complejidad. Sólo el creador posee todas las pistas. En ocasiones, “You’re Dead!” peligra a la hora de ser como una película de David Lynch, un elaborado puzzle que sólo entiende él mismo… si lo entiende. Y eso puede ser un poco frustrante. El derroche de imaginación, sin embargo, es inapelable. Flying Lotus hace música que cada vez más se asemeja a un mundo sin límites, donde cualquier cosa es posible, donde la libertad absoluta es un hecho natural e innegociable. No deja de ser muy meritorio estar haciendo este tipo de cosas hoy en día, y que tantos de nosotros hablemos de ello.