Todo empezó, como no podía ser de otra manera, con un acertijo. La respuesta: en algún sitio escondido de la web se encontraba una rocambolesca carátula con el tracklist y una lista de números, algo así como los gastos de producción de lo que aparentemente resultaba ser un nuevo trabajo de Aphex Twin. A partir de aquí la locura, los falsos rumores, la proliferación de fakes y la expectación por las nubes. Richard D. James ya se encargaba más tarde de confirmar la veracidad del asunto y de enfriar un poco los ánimos: tranquilos, que varios de estos son temas antiguos y, además, que tampoco encontraréis nada realmente innovador. En una entrevista a Pitchfork, reconocía que aquellos fans que esperaran el advenimiento de un nuevo amanecer musical que nos explotase en los oídos podrían acabar decepcionados.
Vale, expectativas rebajadas. Y, entonces, una vez destapado el regalito, ¿con qué nos encontramos? Pues con nada más ni nada menos que una gloriosa sucesión de sonidos electrónicos de toda la vida, de malabarismos vintage de los que sólo podría ser capaz una persona: él. Aphex Twin, mito viviente, es todavía a día de hoy intocable. «Syro» se compone de puzzles imposibles repletos de funk, drum’n’bass, techno, acid-jazz, melodías laberínticas, destellos de raves perdidas en la memoria y su inconfundible sentido del humor. Un disco donde la mutabilidad es esencia primordial y la sorpresa no se encuentra en la superficie, sino que aparece cuando el oyente se atreve a bucear en las profundidades, bajo las infinitas capas que, disolviéndose y mezclándose en una metamorfosis interminable, forman este vasto planeta sonoro. El resultado es asombroso. Técnicamente insuperable. De extrema complejidad y, a la vez, sorprendentemente accesible. ¿Complejo y accesible? Es quizá por esa sana sensación de déjà vu, de familiaridad cuando escuchamos y reconocemos a un mito que lleva haciendo exactamente lo mismo durante más de dos décadas. “Lo mismo” que, en su caso, no significa ni estancamiento ni esterilidad ni aburrimiento, sino que es sinónimo de “lo inimitable”.
Más de una vez he leído comparaciones entre este disco y lo último de Daft Punk. Salvando las obvias distancias estilísticas, puedo ver las similitudes: «Syro» y «Random Access Memories» (Columbia, 2013) flotan en un plano atemporal, ajenos a la moda pero a la vez relevantes e influyentes como nadie. Son, además, fruto de una elaboración exquisita. También es imposible no pensar en Boards of Canada, que el año pasado resucitaron con un clásico para la posteridad. Ninguno de estos tres discos ofrecen un nuevo truco de magia, ni cambiarán el curso de la historia a base de originalidad. Aphex Twin acaba de lanzar un trabajo que no acuñará un nuevo género musical. No es absolutamente radical ni rompedor. Pero sí que es una cosa: un clásico del futuro.