Fernando Lagreca describe su «Quiet Lake» como una imagen recurrente antes de dormir… Pero está claro que cada uno creará su historia al escucharla.
¿Qué nos queda del chill wave si no un puñado de prejuicios absurdos? Pues qué queréis que os diga, yo empiezo a echar un poco de menos todo el rollito melancólico, apocado, introvertido pero optimista que nos entregó aquel género durante varias temporadas. Será por eso que el «Quiet Lake» de Fernando Lagreca, sin ser chill wave ni mucho menos, me parece una absoluta maravilla: porque desde que le di al play por vez primera se me metió dentro y, a partir de ahí, fue extendiéndose por todo mi cuerpo como el virus más buenrollero de la historia de la humanidad.
Pero vamos por partes: «Quiet Lake» es el primer single de adelanto del que será el nuevo disco de Fernando Lagreca, que se titulará «Control» (Irregular, 2014) y que se lanzará oficialmente el próximo mes de noviembre. De hecho, ojito, porque es la primera vez que el sello Irregular se va a atrever con el formato vinilo… Y esto es algo que a nosotros nos parece de todo menos casual: ¿las texturas sonoras que habitan «Quiet Lake» no parecen idóneas para un formato tan crujiente como el vinilo? Hemos dicho.
Y es que esta canción es de esas en las que lo que prima no es lo que te hacen sentir ni en la parte superior de tu cabeza (el cerebro) ni en la inferior (los pies), sino en la parte central: el corazón. El mismo Lagreca afirma que «Quiet Lake» surge de una imagen recurrente que tiene muchas veces al ir a la cama: un lago en calma pero preñado de neblina, un paisaje de montañas infinitas al fondo y una chica robándole el alma al lugar a base de fotografías. Esa es su explicación, pero es que lo sublime de «Quiet Lake» es que es inevitable que saques tu propia historia a partir de su escucha. ¿Nos la explicas?