Vaya mierda ese concepto al que los anglosajones llaman «perfect timing«… ¡Qué putadón! Y es que nadie duda a día de hoy que, en el mundo de la música, llegar en el momento justo supone el 80% del posible éxito de una propuesta. Y lo jodido es que lo de Banks ha sido un puro «wrong timing«. Bueno, vale, «wrong» tampoco, no nos pongamos drama-queens, pero un poco a desmano sí. Porque lo que queda al final es que a la niña le han jugado dos timings a la contra: para empezar, ha tenido la mala suerte de que FKA Twigs, que desde el principio partía como principal competidora de la segunda generación de rollo nu-r&b con ascendnete británico (y por mucho que Banks sea americana), ha lanzado su disco uno mes antes que ella e incluso le ha pasado la mano por la cara a todas las concursantes (que eran varias) meando fuera del tiesto del nu-r&b; y, segundo, resulta que «Goddess» (Universal, 2014) llega justa cuando el mundo entero empieza a estar un poco bastante muy cansado del sonido nu-r&b que ha infectado a todos los nuevos aspirantes con el síndrome «haz música como quien folla y llora a la vez«.
¿Lo más chungo de todo? Que «Goddess» es un muy (pero que muy) buen disco. Lo único que le aleja de ser un discarral de tomo y lomo es la doble sensación de deja vu que te invade al escucharlo. El primer «esto ya lo he escuchado» es más que evidente precisamente porque Banks, como la mayor parte de nuevos artistas que lanzan su debut en largo, ha optado por recopilar todo un conjunto de temas que ya habiamos escuchado (algunos de ellos hace más de un año) y los ha empaquetado junto a otros a los que les cuesta alcanzar a los ya conocidos en cuanto a capacidad de impacto. La sensación de deja vu se ve incrementada cuando consideramos que llevamos dos años escuchando este sonido y, básicamante, parece que ya ha alcanzado su cúspide. «Goddess» podría ser la cúspide. Pero, ¿cómo dejarse fascinar por una cúspide cuando una escaladora intrépida de nombre FKA Twigs ya ha empezado a andar hacia otra cúspide cercana más alta todavía? Difícil.
Sea como sea, tenemos que quedarnos con lo que decía más arriba: que «Goddess» es un disco muy pero que muy bueno. En el debut en largo de Banks se condensa lo mejorcito de la primera generación del nu-r&b e incluso le da una vuelta de tuerca al poderío de mujerona de bien de Jessie Ware por la vía del fardonismo: lo que en la del «Devotion» (Island, 2012) era elegancia señorial, en Banks es simple y llanamente una efectivísima pose de estatua de diosa griega. Ya desde el título, «Goddess» remite a una fortaleza femenina que muchas artistas eluden a favor de esa timidez atontolinada que se granjea muchas simpatías de la entrepierna masculina pero infinitas enemigas entre las mujeres más guerreras. Estas últimas serán las que podrán sostener las canciones de «Goddess» entre sus manos como un tridente que demuestre su poder divino del nuevo siglo.
Ni que decir tiene que temas como «This Is What If Feels Like«, «Brain«, «Waiting Game«, «Change» o «Warm Water» son canelita fina… Y «ni que decir tiene» porque ya se dijo en su momento cuando fueron novedades lanzadas en forma de singles y EPs. En lo que hay que centrarse ahora es en aciertos como el aroma tan r&b EEUU 90s de «Stick«, la sublimación del erotismo musical como brazos de mantis religiosa en «Goddess«, la vuelta de tuerca al baladón de synth pop en «Fuck Em Only We Know» (¿soy el único que piensa en Keane al escucharla?) o ese himno definitivo en el que se convierte la muy tremenda «Begging For Thread«. Si es que, al fin y al cabo, a «Goddess» no le faltan temarrales. Tampoco una producción pluscuamperfecta y un disco tan sugerente como hipnótico… Lo que le ha faltado es haberse avanzado medio año en el calendario. Si hubiera llegado en abril, no hubiéramos tardado en en exclamar que oye, que bien, que Banks mil.