El Corona SunSets Ibiza prometía sol, playa y musicón… Nuestra crónica deja claro que también hubo una cuarta emoción generalizada: el despiporre.
[dropcap]Q[/dropcap]ué queréis que os diga: no importa las veces que uno vuelva a Ibiza… Siempre se siente una emoción especial cuando se empieza a divisar la isla a través de la ventanilla del avión, un vibrante cosquilleo en el estómago en cuanto se pone un pie en tierra y un placentero embobamiento a medida que la blanca luz ibicenca lo invade todo a tu alrededor. Estas sensaciones se multiplican, claro, bajo los efectos del intenso calor insular (¿alguien ha dicho bochorno?) que se agradece por la forma en la que embarga todos los sentidos hasta obligar al cuerpo a adaptarse naturalmente al ritmo vital de Ibiza.
Así era el clima con(tra) el que me topé el viernes 29 de agosto, jornada en que se celebraría el capítulo final de la temporada 2014 del festival Corona SunSets -por primera vez en Ibiza tras dejar su espíritu de unión entre djs, música y público marcado en playas de México, Canadá y Gran Bretaña-, perfecto para que mi corazón comenzase a bombear con fuerza y mi mente se fuese preparando ante el torrente de emociones que absorbería en cuestión de horas…
Antes de que llegara esa agradable tormenta, sin embargo, me relamía con la tranquilidad proporcionada por la bella postal que tenía frente a mí: las típicas verdes cimas ibicencas recortando el horizonte, el mar en calma chicha salpicado de barcos de todos los tamaños y tipos y la orilla de la playa desierta en el paréntesis de la sobremesa.
A no demasiada distancia de mi posición, en la explanada de los muelles de Botafoch, el silencio todavía invadía el recinto del CoronaSunSets Ibiza. Aunque, como si hubiese girado rápidamente con un dedo las manecillas del reloj, enseguida llegó el momento de partir hacia el esperado destino, guiado por una troupe de percusionistas y bailarinas ataviados con ropas blanquísimas (you know: Ibiza style) que caminaban y danzaban a golpe de ritmos tribales.
El ambiente festivo del Corona SunSets iba creciendo según nos acercábamos a su punto de entrada, a la vez que aumentaba el deseo por degustar su lujoso cartel artístico -a desarrollar desde primera hora de la tarde hasta la medianoche- compuesto por lo más granado de la electrónica de baile (y no tanto de baile) actual y de los últimos años: Disclosure, Maya Jane Coles, Bondax, Rob Da Bank, Eton Messy, Nightmares on Wax y Thalab.
Un menú musical tan sugerente como ese brillante botellín de la bebida que da nombre al evento y que nos refrescaba adecuadamente a todos los asistentes ávidos de diversión con el imponente perfil amurallado de Dalt Vila de fondo. Corona por aquí, Corona por allá… Esa era la dinámica esencial del festival, sobre todo en su tramo inicial, cuando los calurosos rayos del sol apretaban sin compasión.
Entre trago y trago de la rubia mexicana, mi organismo iba llegando a la temperatura apropiada para observar cómo la explanada de Botafoch -completada por un mercadillo con puestos de moda y otros enseres confeccionados en consonancia a la imagen del Corona SunSets– se animaba sin prisa pero sin pausa, hasta que la atmósfera comenzó a adquirir mayor energía empujada por el house de corte elegante del dúo bristoliano Eton Messy en el escenario principal, The Griffin Stage. Aunque también existía la opción de acercarse a un espacio secundario, más reducido pero con idénticas agitación y sed juerguista.
Entre efusivos brindis, sonrisas cómplices y, claro, estimulantes bailes que mis pies no podían evitar, la tarde fue avanzando hasta cruzar su primera cumbre con Bondax tras los platos, que plasmaron con fidelidad uno de los lemas del evento –“El sonido de la playa”– mezclando hits houseros atemporales como “You Don’t Know Me” de Armand Van Helden o “Music Sounds Better With You” de Stardust, piezas que forman parte de mi verano ideal y que en aquel instante se iba haciendo realidad. Una impresión que, seguramente, no visualizaba sólo yo, sino también todos aquellos que ya poblaban la arena del Corona SunSets mientras admiraban el lento descenso del sol sobre las aguas ibicencas.
La noche ya había caído con suavidad cuando uno de los elementos simbólicos del Corona SunSets Ibiza, el fuego, comenzó a mostrarse primero con gran belleza metafórica y después con un ímpetu literal en el espectacular decorado del Griffin Stage, avisándonos de que la mecha de la fase más trepidante de la jornada se encendería de la mano de Maya Jane Coles, una de las estrellas del programa que cumplió a rajatabla con su condición al elaborar una sesión plena de (deep)house con tramos de UK garage palpitante, sinuoso, profundo y con unos potentes graves que atravesaban nuestra piel como un cuchillo cortando mantequilla. La rubia productora y dj londinense demostró de sobra por qué es una de las figuras primordiales de la escena electrónica global de hoy en día.
La apoteosis definitiva del Corona SunSets Ibiza la alcanzaríamos con la actuación en formato ‘live’ de Disclosure, tan fogosa en su presentación como explosiva en su ejecución. Los insultantemente jóvenes Guy y Howard Lawrence dieron lustre a su electrónica de aroma noventero destapando las esencias de su disco “Settle” (Cherrytree, 2013) a través de la combinación de bases y voces pregrabadas, instrumentos en directo, profusa electro-percusión y arreglos de sintetizador con unas impresionantes visuales tridimensionales coordinadas hábilmente con cada tema.
Un opíparo festín de house y dance-pop para la vista y los oídos que atrajo la atención incluso de varias de las celebrities que engalanaban el recinto del festival. Entre ellas, una atenta y muy interesada en el show Paris Hilton, que por sus gestos parecía dejar claro que es una gran fan de la pareja de hermanos británicos.
Mientras tanto, Disclosure nos ponían la cabeza del revés con un set completo en el que cupieron todas sus joyas sintéticas, empezando por “F For You” y la bombástica “When A Fire Starts To Burn” (firmo para que esta sea la canción del verano de aquí a la eternidad…) y acabando por unas ultra-celebradas, con todas nuestras manos elevadas al cielo, “Help Me Lose My Mind” y “Latch”. Entre medias, hubo hueco para alguna sorpresa, como la intervención de la propia Eliza Doolittle, voz de “You & Me”; y tiempo para derretirnos del gozo y descoyuntar nuestras extremidades siguiendo la melodía contagiosa de “White Noise”.
Resultaba difícil imaginar otro modo de clausurar la primera edición ibicenca del Corona SunSets y otros protagonistas que lo realizasen que no fuesen Disclosure. Hecho el silencio (de nuevo) con puntualidad británica y con mi boca aún paladeando el sabor de la (pen)última Corona, a mi cerebro le costaba procesar todos los instantes disfrutados en un largo pero delicioso día repleto de música y buenas vibraciones a pie del Mediterráneo. Ahora me toca asimilar todo lo vivido y guardarlo en un rincón privilegiado de la memoria…. Quedan doce meses para regresar, si los antiguos dioses mayas lo permiten, al Corona SunSets Ibiza 2015.
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