Hoy mismo hemos publicado en nuestra web la primera parte de un reportaje que se está preguntando: ¿estamos de vuelta de los festivales? La idea es que sean los propios festivales los que respondan a esta pregunta… Y, curiosamente, entre las respuestas ofrecidas algunas de las más brillantes salen de la boca de Vicent Fibla, director del festival Eufònic que este año celerará su tercera edición del 4 al 7 de septiembre en las Terres de l’Ebre. Y, por si todavía no sabes de lo que te estamos hablando (algo que tiene bastante delito, pero no vamos a ponernos a juzgarte aquí y ahora), te lo intentamos resumir en tres líneas: el Eufònic no es uno de esos festivales rurales que sueñan en convertirse en el nuevo FIB, ni mucho menos. Por el contrario, es una experiencia (y no un festival) que invita a sus asistentes a que vivan unos días de música y arte totalmente integrados en el paraje increíble de las Terres de l’Ebre.
Como todo festival, sin embargo, el Eufònic 2014 cuenta con todo un conjunto de actuaciones que se acaban de hacer públicas y que nunca se quedan en la experiencia musical: el ADN de este evento implica que sus actuaciones sean una experiencia puramente audiovisual, y así lo certificarán en esta edición espectáculos como el proyecto «Trinity» de Electronic Performers (un mix entre danza y vídeo interactivo) o la unión que hace la fuerza del spoken word y el pop único de Bradien y Eduard Escoffet. Tampoco habrá que perder de vista la electrónica avanzada de artistas como Alizzz, Xtrngr y bRUNA; la cálida intimidad de Maria Coma; el ruidismo emocional y emocionante de The Suicide of Western Culture; el sonido de las entrañas de Tiger Menja Zebra; el locurón que Za! siempre llevan en la maleta vayan a donde vayan; o los propuestas novísimas de gente como Wesphere o Carles Viarnès. Y eso sin contar a los artistas visuales que la liarán parda ellos solitos o junto a algunos de los artistas musicales, tal y como DSL NC Studio, Alba G. Corral, Gnomalab, Xavi Mantojo, Fxmovement u Óscar Sol.
Pero ya lo decíamos al principio: el Eufònic, mucho más que un festival musical, es una experiencia que intenta estimular todos tus sentidos. Por eso mismo le dan una especial importancia a las instalaciones y acciones sonoras como las de los ya eminentes Lolo & Sosaku, que invadirán el espacio de Lo Pati para construir castillos de ruido acústico sustentados por vigas de silencio. MobilityLab y el Laboratori d’Arte Sonor, por su parte, montarán un complejo tinglado en el que varios poetas acabarán recitando todo un conjunto de textos «elegidos» por el río. Jaume Vidal tomará las ondas radiofónicas en «El Sonido Hablado«, una serie de programas que entablarán un diálogo disasociado entre la memoria visual y sonora. Y ahora entramos en la zona «shocks absolutos»… El primero de ellos es la vuelta al Eufònic de Martí Ruids, que en la primera edición ya hizo una orquesta con ovejas y que ahora, para la ocasión, instalará unas campanas tubulares autómatas e hidráulicas en una de las mejilloneras de la Badia dels Alfacs, donde será el mar el que decidirá qué notas suenan. ¿Sorprendente? Pues espérate a conocer la locura que están preparando Llorenç Barber y Rossend Aymí, quienes están componiendo una sintonía que será interpretada utilizando como instrumento las campanas de la basílica-catedral de Santa Maria de Tortosa y de la iglesia Archiprestal de la Asunción de Vinaròs: la melodía sonará a la vez en esta dos ciudad que conforman el eje que cruza el sur de las Terres de l’Ebre.
Y, como solía decirse en aquel programa de la tele: no se vayan todavía, que en el Eufònic aún hay más… Tenemos, por ejemplo, las residencias artísticas que se desarrollarán durante el verano y presentarán su resultado en el festival, tal y como el «Camino Privado» de Lina Bautista y Laura Llaneli (un «paseo sonoro» hasta la Torre de Sant Joan), las «Aproximaciones a un Reflejo Involuntario» de Julia Martos y Tana Garrido (donde la imagen real se refleja sobre la imagen hiperreal) o los «Paisajes Imposibles» de Edu Comelles (una cartografía sonora de los territorios del Delta y Asturias). También habrá talleres diversos y, sobre todo, un fin de fiesta hedonista y puramente mediterráneo: un vermú musical al que sólo se puede acceder en barca y que estará musicado por el gran Guille Milkyway. ¿Entiendes ahora por qué decimos que el Eufònic es una experiencia puramente «especial»?