Cada frontera tiene sus propias líneas de separación. Las de Dan Bejar al frente de Destroyer cobran un carácter ignífugo al alejarse y acercarse a nuevas zonas de exploración y explotación sonora. Casi tres años después de parir una de sus obras más populares y criticadas (para bien y para mal), “Trouble in Dreams” (Merge, 2008) -una suerte de experimento de pop radical que avanzaba por la franja de la canción de autor despreocupada, despeinada y nu rocker chavalera y casi post-universitaria-, regresa con “Kaputt” (Merge, 2011), un ejercicio de autoimplosión buscada, desacelerada, liviana y poderosa que transforma lo que era un proyecto con aristas de quedarse estancado en una de las voces centrales de la recuperación de sonidos de los primeros 80s: soul blanco, synth-pop, old wave, chill pop y una gestión de los acontecimientos sonoros históricos que convierten en reliquias los discos atorados de los trasteros.
Hubo un antes y un después en la tormentosa y dilatada carrera de Destroyer: “Your Blues” (Merge, 2004). No sólo por ser, probablemente, eñ mejor disco de Bejar al frente de la banda-proyecto canadiense, sino por comenzar a exprimir su faceta más desperdiciada (hasta ese momento) como buscador de sonidos perdidos, recuperación de géneros denostados, incorporación y revitalización a claves actuales de bases añejas. En definitiva, un hombre-reciclados purista y deontológico, con el deber de revitalizar el sonido del pop del siglo XXI hacia parajes perdidos. Desde aquel sexto disco, Destroyer encontró un rumbo donde los vientos, las incursiones MIDI y las orquestaciones acabaron convirtiendo sus piezas en bonitos maniquís dispuestos a ponerse al mando de disfraces coloridos que resalten su estatura y vitalidad. En “Kaputt” se dan cita múltiples elementos que tematizan el noveno largo del de Vancouver (y compañía), pero es en la gestión del espacio, el tiempo y las atmósferas sónicas donde las canciones pasan a un rubro superior. Su desinterés por crear canciones instantáneas sin dejar de sonar accesible se resume en una premisa: no es precisamente un fanático de los estribillos. A pesar de que “Chinatown” (ese “walk away” se deshace en la boca) o la canción que da título al disco no opinen lo mismo, es justamente en su desinterés por las formas actuales (o su interés por todas a la vez, según se mire) donde reside el mayor triunfo de un discón de aúpa. «Kaputt» respira mejor cuando evita convertirse en un producto de ninguna época, sino más bien de todas.
Bejar convierte a Destroyer en una suerte de Marvin Gaye meets Roxy Music al solidificar sus acercamientos a la última etapa de los años 70 y principios de los 80 con una base de neo soul blanco muy diferente al que productos masivos como los de Paolo Nutini o Matt Costa nos han sabido ofrecer disfrazados de una instantaneidad rollo 40 Principales en los primeros años de siglo. La voz de Bejar simulando a un Dylan borracho en “Blue Eyes” eleva con sonidos espaciales (esos vientos bañados en reverb), guitarras funk y falsetes femeninos sus piezas hacia estadios de multiplicidad histórica. Las ceremonias ambientales y kilométricas que “Suicide Demo for Kara Walker” (guitarra española incluida) o el ejercicio experimental de planicie espacial dando sitio, incluso, a elementos de electrónica casi chill out en la readaptación de “Bay of Pigs” (ya editada en un EP por Merge hace año y medio) hacen ganar enteros a canciones que se reparten las bazas en una dicotomía tan sensible como visual, consiguiendo transformar en una suerte de teatro musical piezas simples y abocadas al pop de hace un par de décadas. El sonido sintético que se antoja en la lejanía de “Song for America” o la inmediatez melódica de “Savage Night at the Opera” (¿es homenaje o plagio al “Enola Gay” de Orchestral Manoeuvres in the Dark?) acercan a Destroyer a un registro tan propio de The Human League y David Bowie (el de “Tonight” -EMI, 1984-, puestos a pedir) como de The Album Leaf o la parte más inesperada de un Adam Green expulsado del antifolk y abocado a la evolución (el de “Sixes and Sevens” -Rough Trade, 2008- sería una buena muestra), en odas con tanta carga textual (varias canciones hacen, por momentos, una simulación de verbalizaciones casi hip hop) como una gestión pulcra de los riffs de guitarra (envenenados y encapsulados, centralizando el poder en la base de sintes, teclados y bajos pero colaborando con el tarareo circundante en su derredor). Cómo sobrevivir al pop actual alimentándote de la liquidez histórica del sonido o cómo envenenar de azules espinosas de rosas caducas a favor de una exhalación de género y época (los 80) por siempre denostados. El triunfo del hombre (siempre) pensante.
[Alan Queipo]
Destroyer – Kaputt from Merge Records on Vimeo.