Dicen que la unión hace la fuerza. En nuestras cabezas, la unión de Röyksopp & Robyn siempre tuvo sentido. Y no sólo porque ya hubieran colaborado con anterioridad entre ellos, sino porque uno piensa en su música y sus hits y mentalmente encajan como las piezas de un puzzle. ¿Por qué han tardado tanto entonces en sentarse juntos a preparar un disco conjunto? Lo desconocemos. Pero, siguiendo con el refranero, que nunca se equivoca, «más vale tarde que nunca». Y, ojo, porque los nórdicos hicieron el camino inverso a lo que se hace habitualmente: primero dijeron que giraban juntos y, pasado el estupor y las ganas por saber qué pondrían en el escenario, llegó «Do It Again» (Dog Triumph, 2014), un EP de cinco canciones que huele a regalo en el que nórdicos y sueca ponen lo mejor de sí mismos para dar a luz un proyecto que, ojalá, no se quede en un capricho.
La cosa arranca con «Monument«, una suite de casi diez minutos donde el trío se aleja de lo que cualquiera podría esperar de ellos, es decir, el típico hitazo de pop escandinavo con bien de subidones y cuerdas desbocadas. Por el contrario, «Monument» es una calmada introducción cósmica que parece querer situarnos más en un estado de calma chicha que de emoción intensa. No cuesta mucho imaginar esta canción como grand opening de esa actuación en el Sónar 2014 que estamos esperando como otra aparición de la Virgen de Fátima y se me ponen los pezones como timbres de un castillo. Los preliminares perfectos deberían sonar así, incluso con ese saxo resacoso que inunda la canción en la segunda mitad del tramo. La Odisea Espacial de Röyksopp y Robyn continúan con «Sayit» y «Do It Again«, ahora sí, los temazos de pop sintético que hay que esperar de estos dos pesos pesados de la fiesta nórdica. La primera goza del ADN de los noruegos (impetuosa, desbocada, loquísima, con sus seis minutos de diálogo robótico para besugos que suena a secuela de aquella «The Girl and the Robot«) y la segunda es 100% Robyn: pop pletórico con bombos ciclados, sintes galáticos pasadísimos de éxtasis y una energía imparable (esperemos que la sueca no se coma el micrófono mientras la pone en escena).
Y después de estos tres hitazos, ¿qué? Pues después «Every Little Thing«, una balada que no está mal pero que tras haber segregado tanta endorfina te deja con una sensación de cortada de rollo brutal, lo que nos recuerda que, tanto en el caso de Robyn como en el del dúo noruego, ambos son buenos artesanos de temazos de pegada inmediata, pero sus discos suelen estar bastante lejos de ser cien por cien memorables en su conjunto por caídas en picado como esta. El EP se cierra con «Inside the Idle Hour Club» , donde Robyn cede el protagonismo a sus compañeros, que se cascan una pieza instrumental en plan ambient espacial de diez minutos que recuerda a los momentos más aburridos del «Random Access Memories» (Universal, 2013) de Daft Punk, que los tenía a puñaos.
Como experimento, «Do It Again» no está nada mal: la conjunción de dos estrellas solares que comparten genética pop pero diferentes maneras de ponerla en escena y cuya unión suena homogénea y compacta, sin fisuras. Si nos dijeran que en lugar de dos artistas diferentes Röyksopp y Robyn son como la Trinidad, Tres en Uno, nos lo creeríamos sin problemas. Ambos saben generar trallazos para el recuerdo y ambos resbalan en las mismas piedras. Aún así, si de algo te deja con ganas este EP es de que lleguen junio, el Sónar y su actuación en el festival. La cosa promete ser algo muy, pero que muy gordo.