El cariño es un sentimiento cálido pero que no quema. El cariño es un sentimiento tibio… Hace unos días, hablaba con uno amigo que últimamente se está viendo con alguien que acaba de conocer, alguien con quien folla y con quien tiene citas en el sentido más tradicional del término, alguien que le enciende un brillo lejano en las pupilas y de quien habla con una mezcla de pudor e ilusión. Alguien, sin embargo, ante quien prefiere vestir una coraza de comentarios como «no estoy enamorado» o «sólo siento cariño». Y no quiero decir que esta coraza no sea algo inteligente (que lo es); lo único que estoy diciendo es que esta diferencia de rango entre «amor» y «cariño» es algo real, una especie de gradación de calor del corazón. Considerando lo dicho, no sorprende para nada que Modelo de Respuesta Polar hayan decidido titular su segundo álbum «El Cariño» (Limbo Starr, 2014): en estas diez canciones hay un calor que, en otras circunstancias, quemaría, arrasaría, reduciría a cenizas, pero que tal y como lo vierten sobre nosotros Borja Mompó y compañía se recibe más bien como una lluvia tibia. Eso sí, que nadie se lleve a engaño: algo tibio también puede causar quemaduras de primer grado.
Y eso es lo que ocurre con este disco que viene a ser el paso al frente (en muchos sentidos) de Modelo de Respuesta Polar. Para empezar, «El Cariño» ha sido un disco fraguado a fuego lento: Mompó dejó Valencia para trasladarse a Madrid, lo que implicó que los ensayos con la banda se espaciaran en el tiempo y que el proceso de composición se convirtiese en la larga batalla de un único soldado que, de vez en cuando, podía juntarse con los suyos para explicarles sus epopeyas. Así las cosas, quda claro de dónde sale el proceso de desnudez emocional al que se ha sometido Borja Mompó: en un panorama musical como el actual, donde parece que al mal tiempo (de la crisis) se le está imponiendo la buena cara (de un pop alelado o de una electrónica alienante), «El Cariño» apuesta por mostrar las emociones menos complacientes de una pareja amplificadas por la lupa de un dolor sosegado: los claroscuros de toda relación se positivan en un proceso en el que la oscuridad asusta y la luz parece lejana, ajena, imposible. En tiempos de nuevos paraísos artificiales y coloridos, Modelo de Respuesta Polar optan por un hiperrealismo que bascula desde el amor hacia el dolor, un péndulo eterno.
Pero, ojo, porque aunque aquí esté utilizando grandes palabras (ya se sabe: amor, dolor, sufrimiento, cariño, sentimientos, emociones…), «El Cariño» también queda lejos de la apología llorica y exhibicionista de otras bandas que confunden la desnudez con el exhibicionismo. Dice la propia banda que el productor Suso Saiz fue el que les bajo los humos ruidistas que habían acumulado en sus últimas actuaciones y que les abrió la puerta hacia su nuevo sonido: un terreno fronterizo donde las canciones son como habitaciones gigantescas habitadas por una pareja. Son habitaciones donde los instrumentos suenan con espacio, donde la voz de Mompó flota de forma ingrávida o cae sobre el suelo de forma contundente dependiendo de la ocasión. Son habitaciones donde los sentimientos aparecen como corrientes subterráneas que dejan escuchar su paso como un susurro por debajo del suelo. Las batería es el entramado de vigas sobre el que se sustenta esta casa, y las guitarras se pasean tan lejos, tan cerca, dependiendo del nivel de intensidad de lo que va cantando Borja. Y lo que canta Borja, por cierto, es todo un conjunto de letras que destacan por ser de lo más desgarrador e impactante de los últimos años en la música española.
No estoy siendo hiperbólico. En serio. Las letras de Mompó tiene la capacidad de mostrarse candorosamente vapuleadas por esa angustia que todo el mundo siente de vez en cuando al mirar a los ojos de su pareja y encontrarse con un color desconocido («No quiero que aparezca de nuevo alguien mejor«, canta en «Miedo» como un exorcista alejando a un fantasma), pero sobre todo saben cómo encontrar el punto medio pluscuamperfecto en ese tira y afloja a medio camino entre el amor incondicional y el odio transitorio que es toda relación de pareja («A mi Madrid ya no me interesa y tu te sientes tan realizada que me das asco… Te quiero«, declama en «El Cariño«). Y, de nuevo, repito: lo que en manos de otro grupo menos sutil podría ser algo que quemara tu garganta como si bebieras salfumán acaba convirtiéndose aquí en un jarabe que se desliza poco a poco por tu garganta, que al principio sabe dulce e intenso pero que cuando menos intenso sabe es cuando revela su sabor amargo. Como la vida misma, ni tan intenso ni tan blando, ni tan cálido ni tan frío. Resumiendo: «El Cariño«, tal y como lo entienden Modelo de Respuesta Polar, es algo cálido pero que no quema, es algo tibio. Pero también es algo que te va a doler toda la vida. Puede que no sea amor, pero el cariño también te puede partir el corazón.