El Atlántida Film Fest 2014 nos ha proporcionado un mes de cine por todo lo alto… Analizamos los entresijos del certamen película a película.
[dropcap]E[/dropcap]l año pasado fue el de la sorpresa para el Atlántida Film Fest… Este ha sido el de la confirmación, el de la consolidación de una propuesta que ya es algo mucho más que sólida. Es rocosa. Es granítica. Es una de esas citas que absolutamente todos los cinéfilos van a esperar con ganas año tras año porque, a diferencia de otros festivales, para disfrutar de este no hace falta dejarse una pasta en viajar hasta una ciudad remota. Por el contrario, para gozar el Atlántida Film Fest sólo necesitas una conexión a Internet medianamente decente y (mucho) tiempo para disfrutar de una programación que parece dispuesta a hacer honor al nombre de este certamen. Y es que, como la búsqueda del continente perdido, este festival de cine online de Filmin dirigido por Jaume Ripoll se está convirtiendo en una aventura que rastrea algo intangible y casi mágico, un expedición empeñada en hacer reflotar un continente de cine demasiado tendente a quedar sumergido bajo las aguas de la comercialidad.
La materia sensible del Atlántida Film Fest es el cine de autor, el cine que no suele llegar a las grandes pantallas y para el que la pequeña pantalla virtual de Filmin se ha revelado como una herramienta de posibilidades infinitas. Mucho más que en años pasados, el Atlántida Film Fest 2014 ha apostado no sólo por pequeñas cintas que han quedado ocultas a los ojos del cinéfilo medio en los últimos meses, sino que también ha decidido subir las apuestas y dar caza grandes gigantes de la cinematografía reciente. Lo que decíamos: hace doce meses nos sorprendió, pero en esta edición el festival se ha consolidado con presencias ilustres y estrenos sonadísimos que muchos creían carne de otros certámenes más «grandes» (o, por lo menos, más «reales» y menos «virtuales»).
Ahí quedan, como ejemplo de lo dicho, los más de 37.000 espectadores que decidieron vivir la experiencia del Atlántida Film Fest, convirtiendo a «El Desconocido del Lago» de Alain Guiraudie y «Tom En La Granja» de Xavier Dolan en las películas más vistas de este festival que duró desde el 27 de marzo hasta el 27 de abril de 2014. En el apartado de galardones, la colosal (tanto por alcance como por duración) «At Berkley» de Frederick Wiseman se hizo con el Premio del Público de la Sección Atlas; mientras que «Reset«, la ópera prima de Pau Martínez, fue distinguida con el Premio del Público de la Sección Oficial. El jurado, sin embargo, prefirió destacar dos óperas primas: «Se Fa Saber» de Zoraida Rosselló se erigió como Mejor Película y «Family Tour» de Liliana Torres se demostró merecedora de una sentida Mención Especial.
Pero si el año pasado fue el de la sorpresa y este el de la confirmación, lo único que podemos echar en falta para el año que viene en el Atlántida Film Fest es que la programación se consolide de forma más homogénea en torno a líneas programáticas más rastreables, menos diáfanas. Somos conscientes de que esta es una cita joven y que lo que estamos demandando es algo propio de festivales con mucho más recorrido (también puede que con mucho más presupuesto), pero viendo lo que ha conseguido Ripoll con estos escasos años de existencia del certamen, sabemos que no estamos pidiendo peras al olmo: sabemos que, en el 2015, la solidez de esta edición será ordenada en líneas de programación que representen a lo que se está cociendo ahora ahí fuera de tal forma que el espectador tenga una visión clara de las diferentes tendencias del cine actual. Menos cajón de sastre y más estantería ordenadita, vamos.
Por ahora, desde Fantastic Plastic Mag abordamos todo lo que hemos visto en el Atlántida Film Fest 2014 película a película, reseñita a reseñita. Algunas, como la ya icónica «El Desconocido del Lago«, ya tuvieron su reseña en particular (aquí); y otras, como las excepcionales «The Srange Colour of Your Body’s Tears» o «Prince Avalanche«, no se verán repetidas en esta crónica porque ya fueron reseñadas en nuestra cobertura del pasado Festival de Sitges 2013 (aquí). Para el resto, sin embargo, prepárate: a continuación queda un recorrido (alfabético) por un continente que ya nunca más estará sumergido.
[dropcap]A[/dropcap]LMOST IN LOVE, de Sam Neave. «Almost in Love» es una de esas películas que, más que películas, parecen una acumulación de rasgos destinados a encandilar a un público muy concreto. A saber: está rodada en dos planos secuencias de cuarenta minutos cada uno que abarcan dos momentos muy diferentes de las relaciones (de amor y de amistad) entre varios amigos; uno de esos planos secuencia está ambientado en una terraza con vistas a Manhattan y el otro en lo que parece una casa en los Hamptons; el actor principal de ambos segmentos es Alex Karpovsky, uno de los actores más icónicos de la serie «Girls«… Sí, parece bien claro que el público potencial del film de Sam Neave son los hipsters adictos al humor witty de Lena Dunham y compañía, además de a los cachorros del nuevo cine low cost yanki aficionado a las formas arriesgadas.
¿Lo interesante en este caso? Que «Almost in Love» trasciende sus referentes y se convierte en mucho más que una muestra estéril de cine construido a partir de rasgos híperconscientes a la hora de agradar: sus dos fragmentos acaban mostrando de forma más que interesante (dejando fuera de campo conversaciones que estamos viendo para dar prioridad a conversaciones en lenguaje corporal, por ejemplo) la dinámica habitual del funcionamiento de cualquier grupo de amigos, con sus vicios, sus malentendidos y, sobre todo, su capacidad para pasarlo -absolutamente- todo por alto. ¿Lo único que resulta imperdonable al final? Que queda la sensación de que «Almost in Love» podrían ser perfectamente los dos primeros capítulos de una serie que bien podría arrebatarle a la Dunham el trono como voz de su generación. [Raül De Tena] [8]