«MasterChef 2» arrancó con una sorprendente abundancia de sosería en su casting… Aun así, elegimos nuestros cinco personajes preferidos del programa.
[dropcap]E[/dropcap]l miércoles pasado (9 de abril) arrancaba la esperadísima segunda edición de la versión española de «MasterChef«. Lo hacía, por otra parte, envuelto en una polémica de posible tongo en la elección de los concursantes que había destapado -presuntamente- El País (y, bueno, no sé si os habéis dado cuenta, pero a El País le gusta más destapar cosas que a un tonto un lápiz; dicho esto desde el más absoluto cariño, porque a nosotros nos encanta que tengan esta especie de fijación anal). Sea como sea, tras finalizar el primer programa de este nuevo «MasterChef 2» nos quedamos un poco con la sensación de que lo mejorcito se quedó fuera: a duras penas recordamos a la mayor parte de los concursantes que finalmente obtuvieron su delantal blanco. Y eso no puede ser bueno, la verdad.
La mayor parte de los finalistas brillaron principalmente por su sosez en un programa en el que, en contraposición, los que brillaban por su personalidad (o por cualquier otro motivo surrealista) resultaba que cocinaban con menos gracia que un tipo con quemaduras de tercer grado en la lengua y en el paladar. Esto puede significar que los finalistas irán revelando sus cualidad ocultas a lo largo de los programas… Siempre puede haber un grower como Santiaga (por favor, que recuperen de nuevo a Santiaga en la repesca para volverla a echar en el mismo programa… ¡Que lo hagan en todas las ediciones!) o como el propio Juan Manuel (que a ver, tampoco fue un grower, pero cariñín le pillamos todos). Así que, manteniéndonos a la espera para ver por dónde van los tiros -y las sartenes y las cucharas de palo-, os dejamos con nuestra particular selección de los concursantes que más nos impactaron. Teniendo en cuenta que la mayor parte de los quince últimos finalistas son un monumento al rollo saltless, permitidnos que introduzcamos algunos highlights eliminados.
[dropcap]A[/dropcap]LMUDENA DE NEGURI: EL ATAQUE DE LOS CLONES. 79 años tiene la señora. La candidata más longeva del programa. Y Almudena no se quiere morir sin aprender inglés y viajar a Londres. Su otro sueña era entrar en «MasterChef«, pero se quedó a las puertas, aguantando, eso sí, su merecidísima cuchara de madera. Almudena es bilbaína de pro y, junto a sus tres hermanas (que son ella pero en más joven y que, como muy acertadamente observó Pepe, parecen una versión castiza de «Las Chicas de Oro«), nos encandiló a todos con su pachorra, su cardado perfecto de visita a la peluquería de barrio cada dos semanas y su reconocimiento en público de que a ella, lo que le gusta «es la nocturnidad«.
Almudena es Uno de los Nuestros. Y es de Bilbao. Bueno, de Neguri. Bueno, de los alrededores. Y verla a ella metida en el tema discutiendo con sus hermanas es como escuchar una misma voz en Dolby Sorround. La vida, vamos. Que yo me imagino a «Las Chicas de Oro» de Neguri tomándose su Marie Brizard en alguna terraza de Bilbao (o de Neguri o de los alrededores o de donde sea) y de verdad que pagaba por pasar una tarde con ellas o una mañana en esos intervalos cafeínicos que sirven de descanso cuando las señoras van a comprar al mercado.
Genio y figura, lo de Doña Almudena. Que, si hubiera entrado, tendría que haberlo hecho, eso sí, en pack con sus hermanas gemelas. Eso sí hubiera sido grande verlo. Lástima que su crepe rellena de setas, gambas y nosécuántascosas más no convenció al kurado, que consideró el plato demasiado vintage. El único consuelo que tenemos es imaginarnos a Almudena paseando por las calles de la capital británica cumpliendo un sueño, living the time of her life y demostrando que nunca es tarde. Eso y Churra, claro, que es la otra Señora que nos robó el corazón a todos. [Estela Cebrián]
[dropcap]C[/dropcap]ELIA: SU CUERPO ES UN TEMPLO. Ah, Celia, increíble Celia… ¡Nadie como ella! Arriacense de nacimiento, cordobesa de adopción y ahora viviendo en Madrid, donde ejerce como técnico de radioterapia. ¿Qué decir de esta muchacha en pocas palabras? Pues que nos encanta, claro. Gasta pelazo, lleva gafotas, derrocha espiritualidad pedal to the metal y, sí, como anuncian ella y el programa a los cuatro vientos, es vegana. Flexivegetariana para más señas, como pudimos comprobar en el momento en que Pepe Rodríguez (o, en realidad, los villanos guionistas) condicionó su participación en el programa a que catara el amoroso tataki de atún que había preparado previamente otro concursante. Ahí, llenándose de arrojo y determinación, Celia nos dejó a todos con culo torcido cuando sacralizó y bendijo el atún antes de echarse una pieza del tataki a la boca, con algún mohín que otro y un llanto desconsolado al engullirlo finalmente. Ese acto de amor y superación la puso por derecho propio en la terna de aspirantes a ser «Master Chef«, para jolgorio y algarabía de todos sus fans, que ya imagino que se cuentan por millares.
Además, ¿cómo no rendirse ante el dominio sobre la mente del rival que ejerce en base a parámetros de PNL? Fijaos. “Sucedáneo de queso, será…”, le replica altivamente Samantha Vallejo Nágera cuando prueba la pizza que ha preparado con un queso de anacardo. Pero, en un giro lingüístico, Celia le contesta con un “sí, es un queso vegano”. Vamos, que verbaliza un sí complaciente pero sutilmente le está dejando claro que con ella esas milongas no van, que si dice queso es queso y no un sucedáneo. Aplausos.
Así es, amigos. Con su coqueto misticismo y su gracejo natural, Celia ya ha usurpado el trono de Ana Moreno como nuestra vegana favorita. Y el vuestro, si no lo ha hecho ya, seguro que lo hará muy pronto. 60 Gy de candor y talento para esta segunda edición de «MasterChef«, que durante las próximas semanas no fundirán tumores, sino quesos (veganos, claro) y corazones. [David Martínez De la Haza]
[dropcap]C[/dropcap]HURRAS Y MERINAS Y VICEVERSA. Isolina Dolores Consuelo, con un nombre tan folclórico y poderoso y un diminutivo tan mono y rural como Churra, se ha convertido en una de las aspirantes favoritas de esta segunda edición de «MasterChef«, causando furor en las redes sociales desde su primera aparición. Como vimos a lo largo de la premier, su encanto no sólo reside en su nombre: esta nueva dama de las camelias guarda tras una mirada y sonrisa adorables una vitalidad y fuerza arrebatadoras que disimulan sus 71 años maravillosamente llevados, lo que la convierte en la concursante más veterana del programa.
Ella iba para filósofa, pero Kant y Leibniz perdieron todo su atractivo cuando conoció a su marido («listo de caray«) y decidió abandonar los derroteros de la metafísica y la lógica por la vida marital, bueno, por eso y porque se describe como una muchacha «muy vaga, muy vaga, muy vaga» en su juventud. Esto la llevó irremediablemente a los fogones, pasión inculcada por su madre y que cultivó con ahínco desde el principio de su vida de casada, compartiendo activamente recetas con sus amigas. Con cuarenta y siete años de experiencia, era prácticamente imposible que el paladar del jurado no se rindiera a sus pies, y eso es lo que le pasó a Samantha Vallejo-Nájera, que no pudo por menos que retractarse en su decisión y salir corriendo a darle a Churra su merecido delantal blanco, irrumpiendo entre los abrazos y las palabras de consuelo de familiares y amigos que pronto se convirtieron en gritos de júbilo. Maravilloso.
Nuestra querida y entrañable pontevedresa confiesa que disfruta y le llena de felicidad cocinar para sus tres hijos y siete nietos. Pero eso no es todo, sino que también practica fitness, zumba y, si ganase el concurso, le gustaría montar un pequeño restaurante con una de sus hijas. Esta actitud tan activa, colmada de ilusiones y proyectos nos llena de admiración y hace que cada vez seamos más fans de Churra. Sin ninguna duda, nos encantaría colarnos en una de esas comidas familiares para que nos alimentase y llenase nuestro plato con copete a grito del mítico «¡Niña, come que estás muy delgaducha!» de las abuelas. [Henar Vírseda]
[dropcap]L[/dropcap]ORENA: HIPSTER CHEF. Tengo que reconocer que la primera vez que vi a Lorena en «MasterChef 2″ pensé dos cosas básicas: 1. Esta viene de after del Moog y 2. Joder, pero esa torera de pelos blancos que lleva es una absoluta pasada, sobre todo porque la combina de puta madre con el resto de ropa en un negro riguroso, sin estridencias. También pensé que sería la última vez que la vería en el programa, porque una cosa es ser mona hasta decir enough, pero otra cosa muy diferente es meterte en una cocina con esa chaqueta de plumas y salir ardiendo como una falla en las cercanías orondas de Rita Barberá.
Ante mi sorpresa, Lorena se plantaba ante el jurado dispuesta a realizar una fideuá (tampoco fue muy arriesgada esta elección) mientras en la habitación del pánico esa con los cristales unidireccionales entraban su hermano, su cuñada y una blougera, digo, Pelayo & The Angry Inch, digo, su mejor amigo. Aquí se acababa de completar el cuadro: por si habíamos tenido alguna duda al respecto, lo de esta malagueña resultó ser hipsterío de pura cepa. La chica no sólo es dj e ingeniera de sonido, sino que ha currado de ello por todo el mundo. Espera, pero ¿cómo puede ser que una hipster del montón haya hecho el mejor emplatado de todo lo que llevamos de programa? Porque, señores y señoras, Lorena no sólo es una hipster: sus padres fallecieron cuando ella sólo tenía 16 años, y tuvo que hacerse cargo de un total de cinco hermanos para los que ha tenido que cocinar desde entonces. ¿Qué significa esto? Que vamos a disfrutar de una cocina que sumará los viajes hipsters de la niña con su vertiente de mamá malagueña. No se me ocurre una mezcla más fetén, la verdad.
Porque, para más inri, Lorena lo tiene todo para convertirse en un icono estético generacional: se plantó ante los fogones sin las plumas, pero con un ceñido vestido negro que demostraba moderneo to the max combinado con una elegancia extrema, nada de mamarrachería. Ese pelazo tremendo le hace ganar todavía más puntos, pero acaba siendo su sonrisa (extrañamente sincera al tratarse de un programa que, como este, en esta segunda edición se va ver preñado de «actores») lo que la define como una rompecorazones que esperamos nos siga rompiendo los nuestros hasta el último programa. ¡Ah! Y se me olvidaba: cierta redactora de FPM tiene a Lorena como su nueva ídola porque admitió delante de las cámaras tener 39 años (que, vamos, estando tan buenorra como está, ¿qué problema debería tener en admitir nada?). A lo que yo, como hombre experimentado en tratar las diversas neuras femeninas, respondo: teniendo en cuenta que las mujeres suelen quitarse cinco años de edad, lo que a mi me parece de puta madre es que Lorena tenga 44 años y esté tan jamona, tan guapa y, además, te den ganas de achucharla todo el rato. He dicho. [Raül De Tena]
[dropcap]L[/dropcap]A STRIPPER QUE QUISO SER COCINERA. Sí, es verdad. A un hombre se le conquista por el estómago, pero siempre es bueno añadirle algún aliciente más para cazar rápidamente a tu presa. Ahora te preguntarás: ¿qué hay mejor que saber cocinar platos de maravilla? Pues hacerlo mientras deleitas a tu comensal VIP con unos bailes desencajamandíbulas en una barra americana de club de alterne sórdido. Pero hay más… ¿Qué hay mejor que cocinar mientras sacas a relucir tus artes más sensuales? Pues que tus platos sean un auténtico bluff, porquería infecta que no vale para nada y que, en realidad, cocinar sólo sea una excusa barata para esconder el hecho de que tu verdadera pasión son los baretos de stritease y no los fogones. Todo dicho como algo positivo, que conste.
Aunque haya sido eliminada a la primera de cambio, no puedo ser más fan de la única mujer que cumple todos estos requisitos para entrar en el top de personajes más fuertes que han pasado por «MasterChef«. Correcto: estoy hablando de la pin-up cincuentona que tras cocinar un plato insuficiente para entrar en la academia de cocina, recurre a su arma secreta, los baile voluptuosos, para derretir los corazones del jurado y para, al mismo tiempo, dirigir el riego sanguíneo a un lugar exacto: el rabo –Samantha Vallejo-Nágera incluida. Sí, es un hombre. Bueno, un travesti, ya me entendéis-. El resultado es una erección de caballo tan breve e intensa como el paso de esta concursante por el programa. [Marco Ascione]