[dropcap]B[/dropcap]URN YOUR FIRE FOR NO WITNESS / Angel Olsen. Para quien esto firma, “Half Way Home” (Bathetic Records, 2012) fue la primera toma de contacto con la obra de Angel Olsen. Es probable que parte de la prensa más avispada ya tuviera fichada a la deslumbrante cantautora norteamericana por haber acompañado a Bonnie ‘Prince’ Billy en alguna gira reciente. Pero servidor, que de prensa tiene poco y de avispado nada, tuvo que esperar a este debut largo de la de Missouri para reparar en ella. “Half Way Home” era una preciosa y descarnada obra de folk desnudo que hacía transitar al oyente hacia una especie de temblor relativamente confortable gracias principalmente a la prodigiosa voz de Olsen. Año y medio más tarde, este “Burn Your Fire For No Witness” (Jagjaguwar, 2014) conserva ese maravilloso elemento aglutinador común a ambos discos. Y es que el milagro de Angel Olsen es conseguir insuflar vida propia a su torrente vocal sin caer en la exageración del recurso.
El ambiente espectral que logra crear en las composiciones más desguarnecidas, como “Enemy”, que trae al recuerdo la esencia de sus anteriores obras, o la encantadora “Iota” con su suave cadencia instrumental de sonrisa melancólica, se adhiere al oyente como hiedra. Mientras tanto, en la descarnada “Lights Out”, en la vibrante “Hi-Five” (anticipo del álbum junto a junto con “Forgiven/Forgotten”) o en “Stars”, poderosa y rampante, despliega su poderío a riendas de una banda casi desbocada, algo prácticamente inimaginable si visualizamos a la cantante en el no tan lejano “Half Way Home”. El despecho casi intrínseco en la reafirmación personal (“Unfucktheworld”), el reproche afectivo (“High & Wild”), la pasión que todo lo destruye alrededor (“Forgiven/Forgotten”) o el éxodo confesional masivo (la extensa e intensa “White Fire”) son quizás el núcleo temático en una obra mucho más dura y compleja de lo que parece a priori en un análisis superficial, pero menos devastadora en general que su anterior referencia.
Posiblemente, el logro más objetivamente aplaudible de “Burn Your Fire For No Witness” sea el de colocar a su autora como uno de los rostros más interesantes dentro de la renovación (discreta pero perpetua) a la que se viene sometiendo la escena folk americana. Sin embargo, más allá de consideraciones globales, lo que al final cuenta es la pegada emocional. Y hay mucho de ello y mucho de bueno en este sincero y precioso disco, créanme. [David Martínez de la Haza]