Si introducíamos nuestra lista de los mejores libros del año disculpándonos por lo inabarcable de la propuesta, lo de las películas es similar. Pero no por imposibilidad de controlar lo que está pasando en el panorama del celuloide, sino porque la política de distribución española es tan inescrutable que, simple y llanamente, nos hacemos la picha un lío. Hay películas que son de otros años pasados pero que en España se han estrenado en el año corriente, mientras que otras de 2010 nos morimos de ganas de incluirlas en la lista (básicamente, «Mother«, De Bong Joon-ho) pero nos reservamos por si finalmente se estrena oficialmente y podemos ponerla coronando nuestra lista de 2011. En otros casos, somos conscientes de que, por ejemplo, «Un Hombre Serio» debería fecharse en 2009, pero se estrenó tan tarde (de hecho, las últimas semanas del año) que pasó completamente desapercibida en las listas de entonces. Aquí hemos hecho justicia. Bueno, ahí y en el resto de nuestra lista de las mejores pelis de 2010… A continuación.
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15. «Two Lovers» (James Gray). Contada con infinita sensibilidad y sin alardes de grandilocuencia, la inspiración para “Two Lovers” se vió completada durante su génesis por dos novelas de Dostoievski: “Noches Blancas” (1848) y “Memorias del Subsuelo“ (1864). Bajo el signo de aquellos textos, Gray pretendía trasladar los personajes del maestro ruso a nuestro tiempo e imaginar cómo serían hoy en día sus atormentadas existencias. La consecución de la empresa no podría haber dado un fruto más jugoso: el depresivo, torpe e ingenuo protagonista de la historia, Leonard, es uno de los jóvenes mejor perfilados del cine reciente, extrañamente adorable y uno de esos por los que nos seguimos preocupando una vez que acaba la película. De su mano nos adentramos en un guión casi perfecto que llega a nuestras pantallas con dos años de retraso, una vergüenza achacable a la estrechez de miras con que todavía las grandes audiencias parecen mirar a un pedazo de director como Gray. (leer más)
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14. «Copia Certificada» (Abbas Kiarostami). Por mucho que muchos sean los que siguen ponderando este film bajo una tradición demasiado racional y lógica, Abbas Kiarostami consigue con “Copia Certificada” marcarse un absorvente relato total que se escurre de las manos de cualquiera que intente atraparlo con las herramientas desnudas del cine común y corriente. Pero, sobre todo, el director consigue hacerse sitio a codazos en la primera fila de la vanguardia narrativa europea (esa que tiene lugar, principalmente, en esa Francia tan proclive a la promiscuidad con ciertos realizadores orientales a los que adopta sin ningún tipo de prejuicio) sin por ello dejar de lado una dotación espactacular para las imágenes sublimes. Valga como ejemplo ese reflejo de dos escenas la una en la otra que resumen la disparidad irreconciliable de los dos personajes principales en “Copia Certificada“. (leer más)
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13. «Air Doll» (Hirokazu Koreeda). La incomunicación en la gran urbe es un tema bastante recurrente dentro de la cinematografía nipona. «Air Doll» no pasaría de ser una película más sobre esta temática si no fuera por su tratamiento fabulante y su estética hiperrealista, y por ser producto de uno de los cineastas japoneses más interesantes de nuestros días, Hirokazu Koreeda, experto en retratar la soledad gris de las ciudades. Esta historia de una muñeca que de repente adquiere vida recuerda a «Pinocchio» por lo obvio, a «Lars and the Real Girl» por la ternura y el desconcierto que despierta y a las series de manga de «Video Girl Ai» por su estética de cuento posible / imposible y los rasgos más característicos de su protagonista femenina: la abnegación, el desespero y la necesidad de encontrar un alma gemela que la aleje de un mundo virtual cerrado y vacío. «Air Doll» es una fábula de factura perfecta, imaginativa y seductora con un poso y un final tan amargo como sería de esperar, que trata la soledad, el aislamiento, la incompresión, la inocencias perdida y los sueños rotos de una forma cortante y discreta. Una de esas películas que le dejan hecho polvo a uno después de verla pero que se piensan y se sienten durante días.
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12. «Cyrus» (Jay & Mark Duplass). «Cyrus» debería convertirse en la comedia (o algo así) de referencia de este año por un doble motivo. Para empezar, porque lleva hasta el extremo del barranco ese género del que muy probablemente los hermanos Duplass sean los inventores: el mumblecore. Y no sólo lo llevan hasta el barranco, sino que le dan un último empujón y hacen que se despeñe en una caída libre en la que va chocando contra las rocas puntiagudas de otros sub-géneros colindantes como la comedia negra o la nueva comedia americana. Precisamente en este último campo es donde «Cyrus» labra su segundo motivo para la relevancia: si a la nueva comedia americana de la factoría Apatow se la ha atacado comunmente por el flanco de la repetición (al fin y al cabo, parece que los guiones siempre hablan de lo mismo y los actores repiten una y otra vez los mismos papeles), los Duplass regalan a Jonah Hill un papel de órdago con el que quitarse de encima las telarañas de gordito gracioso: su personaje, el Cyrus que da título a la cinta, es uno de los caracteres con claroscuros más fascinantes de la comedia reciente. Y, de paso, convierten el peterpanismo habitual de Apatow y perfiferias en algo mucho más complejo, mucho menos cómico, mucho más hiriente… mucho más real.
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11. «El Escritor» (Roman Polanski). Polanski compone cada plano de su película con un magistral uso del formato scope, planificando imágenes que transmiten emoción en todos sus fotogramas y generando en el espectador el recuerdo añejo del mejor cine sin que la película resulte en absoluto desfasada. Nos devuelve a la época en el que la intención era contar una historia a través de la fuerza de las imágenes, capaz de inundar con infinidad de sensaciones a plateas enteras alrededor de todo el mundo, haciendo del lenguaje audiovisual el mas universal y accesible de toda la historia de las artes. Hay varias secuencias memorables en el film, como la que abre la película con un misterioso coche aparcado en el interior de un ferry; la del escritor fantasma del titulo, cruzando la isla en bicicleta mientras lucha contra una tormenta de agua o el ya famoso plano secuencia en el que una controvertida nota va pasando de mano en mano hasta llegar a su desafortunado destinatario (si me tuviera que quedar con la mejor secuencia del año, sin duda alguna elegiría esta, ya que me parece un alarde de narración cinematográfica y una excelente forma de condensar en un único plano uno de los mejores clímax en años).