“Vive deprisa…”. No te pares, no mires atrás, quema recuerdos, sigue adelante. Juventud Juché te marcan el camino desde las catacumbas del underground madrileño. No tengas miedo. Ellos lanzan la Botella a Ana y no esconden la mano. Ellos son tu defensa. Haz caso a sus gritos de enfado, de indignación, de hastío. Te sientes ahogado, parece que no hay salida. Pero sí que existe. Aprieta el botón de play, sube el volumen y deja que suene “Quemadero” (Gramaciones Grabofónicas / Sonido Muchacho, 2013).
Coge la cerilla y préndela. Que nadie te vea. O sí. Quema ideologías y cágate en la austeridad. Sacude cuerpos y conciencias. Que rueden cabezas. La hoja de la guillotina vuelve a estar afilada. Y brilla, vaya si brilla… Dale un toque de color rojo a tu vida. Desempolva la hoz y el martillo. Siega y golpea. El que huya, que se olvide de volver. La verdad está aquí dentro. La Corona te ha robado las joyas. Derriba muros pero no excaves trincheras. La frente alta y los puños bien arriba.
Destroza las convenciones, se celebren en Pontevedra o en Valladolid. Prepara la gasolina y aviva la llama. Tira a la hoguera “La Historia Oral del Punk”. Por favor, mátame. Y luego borra los rastros de carmín. Quema las etiquetas y referencias. Mete los dedos en el enchufe y que fluya la sangre a velocidad supersónica. Que revienten los oídos. Que hierva el cerebro. Que explote la cabeza. Uno, dos, tres, ¡levanta! Y anda, si eres capaz… Juventud Juché te han atravesado de arriba abajo, de izquierda a derecha.
Sécate las lágrimas digitales. No se ven, se leen. Silencia tus lamentos virtuales. Nadie los escucha. Ah, las penas del moderno burgués capitalista… Se te acaba la batería. Y la autoestima. Tu primer mundo cae en picado. Estás enfermo. Confundes el ruido con las palabras. Y el deseo con el amor. Y viceversa. No soy yo, eres tú. Quema todas las fotos y las huellas de tu ficticia vida. Porque realmente no la has vivido. Los restos del incendio serán tu única herencia ofrecida.
Rabia, angustia, incomodidad, acritud. Las palabras de siempre repetidas una y mil veces. Si te quedan fuerzas, dispara contra ellas. Expresa tu enfado como te dé la gana. Libera tu amargura y quema el fantasma de la transición. Sabes que vienen a por ti. Convierte tu rutina en días de furia. Consagra la hostia. Al fin y al cabo, no te va a quedar nada. Ni nadie. Verás pasar tu vida ante ti en menos de dos minutos. No será necesario más tiempo. Después se hará el silencio. Y la oscuridad. Cierra los ojos.
Quítate de encima el peso de la derrota. Evita la autocomplacencia y la autocompasión. Tampoco los demás se compadecerán de ti. Eres la décima víctima. Eres un artista del hambre. El nihilismo te domina. No compres humo. ¡Es la economía, estúpido! Quema el presente y piensa sólo en las cenizas del futuro. Mete los pies en las brasas. Desobedece. Independízate. Simula en diferido. Ármate y avanza. No te pares, no mire atrás, sigue adelante. “… muere joven y deja un bonito cadáver”.
“Quemadero” transcurre como una exhalación, entre descargas vocales, riffs incendiarios y ritmos entre espídicos y ásperos. Alcanza tal punto de ebullición que derrite cualquier reproductor por el que se escuche, por muy analógica que suene la metáfora. Juventud Juché presentan en bandeja de uranio la vía para que el oyente (indignado o a punto de indignarse) se desahogue y se desate, para que supere sus límites físicos y active sus neuronas a base de latigazos propios de una sesión de sadomaso placentera y voluntaria. Javi, Luis y Arturo redimensionan y potencian, además, la estructura básica de guitarra-bajo-batería hasta hacerla sonar como si la guiase un batallón cargado de armas de destrucción eléctrica. Y, lo más importante, abren la espita para que el pensamiento automático pero auténtico estalle libremente. Cuidado con “Quemadero” porque, sin duda, quema.
Juventud Juché «Lacras» from Sonido Muchacho on Vimeo.