EL JUEGO. «Outlast» es ese juego que hace tiempo que todos vimos (bueno, viemos el trailer) y nos obligó a exclamar: «¡Eh! ¡Un juego de miedo pero dinámico! ¡Hacer parkour por todo el edificio para escapar de los enemigos! Buah… ¡Lo voy a gozar!” Unos meses después, ya ha llegado hasta nosotros este juego que viene abalado por gente que estuvo involucrada en el desarrollo de otras gemas como «Prince of Persia», «Assassin’s Creed», «Splinter Cell» y «Uncharted». No es de extrañar que, con estos referentes, «Outlast» se haya convertido en uno de los juegos de terror más esperados de los últimos tiempos.
PRIMERA PARTIDA. El juego arranca con un texto que nos resalta que «Outlast» contiene violencia intensa, sangre, contenido sexual gráfico y lenguaje vulgar. Traducción: no se han cortado para nada al hacerlo. ¿Cómo no rendirse ante él desde el principio? Después de excitar más nuestra imaginación con esas aclaraciones, nos siguen explicando que nos vamos a meter en la piel de Miles Upshur, un periodista de investigación intrépido que apuesta por explorar historias que ninguna otra persona de su profesión se atrevería. En este caso, se atreve con el manicomio del monte Massive (un manicomio, pensareis… ¿Se puede ser más típico? Pero os puedo asegurar que el escenario no defrauda para nada). Las explicaciones todavía no ha acabado, y pronto nos especifican que NO SOMOS LUCHADORES: si queremos sobrevivir, tendremos que correr, ocultarnos o morir; y mientras intentamos una de esas tres cosas, deberemos registrarlo todo. ¿Muchas pegas? ¡¿Estás loco?! Lo mejor de estos juegos es verte acorralado por no haber sido lo suficientemente discreto investigando en vez de sacar tu pistola y matar a quien sea a tiros.
Comenzamos nuestra aventura en el coche, dirigiéndonos al manicomio Massive mientras escuchamos la radio. Nada importante: noticias del condado sobre fumigar una plaga que afecta a los arces y reuniones de los granjeros. Vemos el edificio de fondo con la claridad de la noche reflejada en sus torres altas. Tomamos la última curva y nos detenemos por culpa de un peaje de seguridad en el que no hay nadie para dejarnos pasar. Cogemos un email impreso en el que leemos que “La verdad tiene que salir a la luz”, así que nos armamos con nuestra cámara de video digital con foco. Aquí empieza tu primer contacto real con el sistema del juego: exploraremos la zona bastante bien iluminada, oiremos ruidos, registraremos nuestros primeros momentos de mal rollo y, finalmente, nos dirigiremos a la puerta para entrar pero… ¡Vaya! ¡Esta cerrada! ¿No os lo esperabais? No estáis invitados, yo os lo recuerdo. Te estás colando como un adolescente en un cementerio de noche.
Rodearemos el perímetro y nos colaremos por una puerta rota que da acceso al patio de dentro. Aquí tendrá lugra nuestro segundo contacto con el sistema de parkour que tanto nos impresionó en el trailer. Una vez dentro del edificio, nos petará la bombilla de la habitación y aquí ya tomamos nuestro último contacto con el último elemento característico del juego: la cámara de video digital con foco. A partir de aquí, las zonas que no veamos a simple vista deberemos mirarlas a través de la videocámara con la visión nocturna activada. Pero, ¡ojo!, que la visión nocturna gasta las pilas de mala manera… Sólo te darás cuenta cuando sea demasiado tarde.
El panorama que nos encontramos es que todo está hecho una mierda. Literalmente. Sofás rotos, televisiones reventadas, muebles partidos, paredes manchadas… Y en el pasillo, tres cuartos de lo mismo, incluyendo barricadas de estanterías y más muebles, carteles siniestros, rastros de sangre. ¿Lo mejor de todo? La escasa iluminación. Quien no se haya metido en el papel ya, que deje el juego para otra ocasión. A estas alturas de «Outlast«, ¡cada segundo jugado es más tenso y emocionante!